El saldo de la contaminación atmosférica

Más de 238.000 personas, el equivalente a los habitantes de la provincia de Guadalajara, mueren prematuramente cada año en Europa por el aire que respiran. Es el alto precio de la contaminación atmosférica, que no solo afecta a los que sufren un desenlace fatal, sino a la gran mayoría de la población, como alerta cada año la Agencia Europea de Medio Ambiente. 

Las responsables de estas cifras son partículas en suspensión, con una estructura más fina que el cabello humano, que pasan al torrente sanguíneo a través de la respiración provocando enfermedades respiratorias y cardiovasculares, entre otras. Están compuestas de sustancias químicas orgánicas como el polvo, el hollín y los metales y se calcula que el 97% de la población europea está expuesta a ellos. 

Pero no son las únicas que causan problemas de salud irremediables. A esas 238.000 muertes hay que sumar las 49.000 provocadas por el dióxido de nitrógeno, que emiten fundamentalmente los motores de combustión, especialmente el diésel. La exposición a este agente contaminante alcanzaba ya en 2021 al 90% de los europeos. Una exposición que provoca una menor resistencia a las infecciones, por lo que se asocia a un aumento de las enfermedades respiratorias crónicas y al envejecimiento prematuro de los pulmones.

Morir o no por culpa de estos contaminantes tiene mucho que ver con dónde nazcas y vivas, ya que es un riesgo relacionado con la riqueza de cada territorio. Así, como puede verse en los mapas, los países mediterráneos pierden en total más años de vida a causa de las partículas finas que los países nórdicos, parecido a lo que ocurre con el dióxido de nitrógeno. El ozono afecta más a Europa oriental, registrando tasas más altas en países como Rumanía, Bulgaria o Polonia. Este agente peligroso afecta especialmente a las personas con asma y problemas respiratorios. Solo en 2020 se cobró hasta 24.000 muertes, según estima la Unión Europea. 

Además del impacto en la salud humana, los contaminantes del aire también conllevan una gran pérdida en biodiversidad, con un 59% de bosques y un 6% de tierras agrícolas expuestas a niveles nocivos de ozono en Europa en 2020. Se estima que las pérdidas económicas sólo por el rendimiento del trigo alcanzaron unos 1.400 millones de euros en 35 países europeos en 2019. Los campos de Francia, Alemania, Polonia y Turquía son los grandes damnificados.

A pesar de las altas cifras, lo cierto es que en las últimas décadas todos estos agentes contaminantes están reduciendo su presencia en el medio ambiente, aunque no todos bajan por igual. Por ejemplo, el agente más letal, las partículas en suspensión, se ha reducido en un 45% desde 2005, más que el amoniaco, pero menos que el óxido de azufre.

 

Para continuar en la senda de la reducción de agentes contaminantes, la Unión Europea puso en marcha en octubre de 2022 el plan de acción «Contaminación cero», en el marco del Pacto Verde Europeo, con el que se ha fijado el objetivo de reducir la contaminación del aire, el agua y el suelo para 2050 a niveles que ya no sean perjudiciales para la salud. “Las amenazas persistentes a la salud de nuestro planeta también exigen soluciones urgentes”, aseguró la Comisión Europea.