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COP28: un punto de inflexión para instar a la acción

En el epicentro de la COP28 se encuentra la evaluación global del Acuerdo de París, adoptado en la COP21 de 2015, un pacto que simboliza el compromiso colectivo de la comunidad internacional para abordar la crisis climática y cumplir el objetivo global de limitar el calentamiento a 1,5ºC.

Ante este desafío climático se reunirán desde líderes gubernamentales y representantes de organizaciones internacionales hasta activistas y expertos en sostenibilidad, entre los que se espera la asistencia de figuras de renombre mundial como el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak; o el papa Francisco, lo que subraya la vital importancia de la colaboración para idear soluciones integrales.

En este contexto, la presidencia de la COP28, según lo expresado en su carta a todos los actores implicados, ha presentado los cuatro ejes principales sobre los que tendrá lugar este encuentro.

El foco está en impulsar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles y reducir las emisiones para 2030

En primer lugar, el foco está en impulsar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles y reducir las emisiones para 2030. Se busca triplicar la capacidad de las energías renovables, reducir significativamente las emisiones de metano y combustibles fósiles, así como duplicar la eficiencia energética y promover la electrificación. Los últimos datos del IPCC indican que las emisiones deben reducirse un 43% para 2030 en comparación con 2019. Por su parte, organizaciones como Amnistía Internacional, en su informe titulado Combustibles letales, piden «un acuerdo para poner fin a la producción y al uso de combustibles fósiles para evitar una catástrofe climática global y que no se agrave una crisis de derechos humanos sin precedentes».

En segundo lugar, la financiación de los países con una mayor capacidad económica juega un papel crucial para satisfacer las necesidades de los países en desarrollo. Un informe de Oxfam Intermón ya reveló en junio de este año que el compromiso establecido por parte de los países con mayores capacidades económicas está muy lejos de la realidad. «La cifra de 83.300 millones de dólares que declaran haber aportado es una sobreestimación, ya que incluye proyectos en los que se ha exagerado el objetivo climático o los préstamos se han contabilizado según su valor nominal», denuncian desde la oenegé. 

En tercer lugar, en el centro de la acción climática se sitúan la naturaleza, las personas y los medios de vida. Se espera que iniciativas como el Fondo para Pérdidas y Daños, aprobado el año pasado, comiencen a operar, junto con la adopción del marco para el Objetivo Global de Adaptación. Además, como novedad, se celebrará la primera reunión ministerial sobre clima y salud.

En esta edición se celebrará la primera reunión ministerial sobre clima y salud

Finalmente, la COP aspira a promover la inclusión, fomentando una mayor participación de jóvenes, delegaciones con representación equitativa de género y la presencia activa de comunidades indígenas.

En conclusión, la COP28 no se limitará a evaluar logros pasados, sino que se presenta como una urgente llamada a la acción. Según un reciente informe de la ONU Cambio Climático, los planes de acción climática de los países aún no satisfacen plenamente los objetivos establecidos en el Acuerdo de París, por lo que se demanda una acción más contundente y urgente. Estamos ante una oportunidad única para trazar un camino hacia un futuro más sostenible y resiliente, donde la colaboración y la determinación colectiva serán las fuerzas impulsoras del cambio.

Entrevista a María Serra: la cara del activismo climático joven

Cofundadora de Fridays for Future Barcelona y estudiante de Relaciones Internacionales, su rodaje y experiencia en la preservación del medio ambiente se iniciaron en la Universidad, para trasladarse después a las calles, y derivar en la diplomacia climática. Recientemente, ha participado en las Jornadas sobre Sostenibilidad de Redeia en Madrid.


¿Cuándo empezó a interesarte la deriva medioambiental del planeta?

Yo soy hija de periodistas, no creo que estuviera donde estoy si no hubiera leído noticias y hubiera estado informada. Empecé a ser muy feminista alrededor de los 12-13 años, con el primer boom del «me too». A nuestra generación nos enseñaron que el feminismo no hacía falta, y fue un gran impacto. Empecé siendo activista feminista, y de ahí derivé a los Derechos Humanos (DDHH). Y en 2019 mientras veía un documental, Before the Flood, un poco controvertido, me impactó que dijera cosas tan heavys y no se le hiciera caso. Tuve la suerte de investigar el tema y de que meses más tarde estallase el tema de Greta Thunberg. Sin el acompañamiento de otros y otras jóvenes que no se empezaran a preocupar como yo habría sido más traumático, pero al ver que la gente se estaba moviendo y que había preocupación, fui a buscar amistades con las que poder hablar de esto. Acabé en una asamblea de un grupo verde universitario, y ese grupo acabó formando Fridays for Future.

¿Sigue el movimiento Fridays for Future teniendo actividad en España?

A nivel de manifestaciones no, las juventudes nos hemos reorganizado en otras cosas tras la pandemia. El movimiento tenía el objetivo de ser una alarma para poner el cambio climático sobre la mesa y esa era su estrategia. En otros países como Alemania, como tenían una estructura más grande, mucha más voz, y ya se habían organizado como colectivo, sí siguen, pero países como aquí nos hemos unido en Alianzas por el Clima, Juventudes por el Clima y otras. Es menos visible, porque no son manifestaciones multitudinarias, pero por ejemplo yo hago diplomacia climática: estar en todos lados, crear espacios dentro de las organizaciones para que se hable de esto. Cosas que son menos visibles, pero tienen mayor poder. Hemos visto que militar desde fuera no tiene tanto impacto como creíamos y ahora el objetivo es estar dentro.

«Cuando pedimos justicia climática, pedimos que se acabe con el cambio climático de una forma que beneficie a la sociedad»

¿Qué significa para ti la ‘justicia climática’?

Tengo una visión práctica, y una visión romántica. La práctica es que es un manual de cómo salimos de aquí de forma justa y no catastrófica. No es tanto el qué hacemos, sino el cómo, dicta que no dejemos a nadie atrás, que terminemos con los sistemas de opresión. Cuando pedimos justicia climática pedimos que se acabe con el cambio climático de una forma que beneficie a la sociedad. La romántica es un modelo de ver el mundo muy extenso, que toca el feminismo, el racismo histórico, toda la interseccionalidad. Si se estudia bien da para filosofía política. Es entender que el cambio climático es un síntoma de muchos sistemas de opresión. 

¿Quién está siendo la población más perjudicada por los destrozos causados en la naturaleza?

Ahora mismo, el Sur Global y las poblaciones indígenas, porque les tocan su casa. Son gente que tiene el extractivismo en la puerta, activistas indígenas a quienes matan por ser activistas. Pero en España, el Mediterráneo científicamente es de las zonas más afectadas por el cambio climático, y será peor. Ya nos ha tocado mucho este verano. Centrarnos en medidas de adaptación es muy importante. Porque al final quienes más pagan las consecuencias son la gente con menos recursos, quienes no pueden pagar aire acondicionado, que no pueden estar todo el día en la piscina, gente que trabaja al sol, quienes no pueden acondicionar el sitio donde viven. Empezar a pedir a los gobiernos medidas de adaptación es muy importante, porque estamos dando cero herramientas a la gente para adaptarse a estas condiciones.

¿Crees que la población joven tiene cada vez más conciencia de la magnitud del problema y se está implicando más en luchas sociales, como el cambio climático?

Hay concienciación, pero porque lo hemos metido con aguja. El problema no son solo los medios, sino cómo se implican. Hay una gran paralización, no les estamos dando oportunidades para ser parte del cambio. Si gran parte de mi generación no puede pagar el alquiler, tiene que estudiar dos másteres para cobrar mil euros al mes, etc., pedir a la juventud que haga un voluntariado —porque el 90% del activismo es no remunerado— a veces parece que es reírse en su cara. Creo que sí hay concienciación, y se ve en las redes sociales, que es algo más espontáneo, más directo y no tan consumidor de tiempo. Pero en las calles cuesta mucho por las condiciones que tienen. Este año no iré a la COP (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático), por ejemplo, porque si fuera un fondo de poco dinero me daría igual, pero al ser en Dubai es muchísimo dinero. Entiendo que mi trabajo allí es importante, pero hay gente que tiene un trabajo mucho más imprescindible. Prefiero ese dinero que vaya a otros lugares más imprescindibles, como poblaciones indígenas o gente del Sur Global, a que vaya a mí. Ayudaremos desde aquí.

¿Qué agentes son los principales responsables de la supervivencia del medio ambiente?

La industria de la alimentación y de la carne. Gran parte del problema viene de ahí, tenemos una dieta que pide unos recursos naturales descomunales. También la del transporte (aviones, coches); aquí hay que hacer un cambio de modelo profundo, y eso implica que los jefes de las empresas pidan que la gente se quede trabajando online dos o tres días a la semana. Una remodelación del sistema de transporte, pero teniendo en cuenta muchas otras cosas. Igual no es culpa del trabajador o trabajadora que tiene dos semanas de vacaciones y se coge un vuelo de 30 euros, sino de quien trabaja y vive en Bruselas y se coge 40 vuelos al mes. Hay responsables en todos los lados, pero tenemos tendencia a señalar a los pequeños y no a los grandes. También la industria de la moda. Estoy traumatizada con Shein, ¿en qué momento el nivel de sobreproducción y de fast fashion es necesario? Es una barbaridad a nivel ambiental.

¿Cómo animar a la gente a que se involucre en acciones cotidianas como reciclar, comer menos carne o no consumir plástico, cuando es el 1% más rico de la población mundial el responsable de más del doble de las emisiones de gases de efecto invernadero?

Algo muy importante es que se ha intentado culpabilizar a la gente y que estas cosas tendrían gran impacto y no es cierto, hay que tener honestidad. Que tú recicles tiene impacto relativo, pero si lo haces por convicción, porque son tus ideales y quieres vivir acorde a ellos, eso tiene un impacto más grande a nivel cultural. No es tanto el impacto real, por ejemplo, del reciclaje, sino en que tú creas que el futuro tiene que ser así, creer que es lo correcto y hacerlo. Y seguro que eso tiene un impacto en la gente mucho más grande.

«La ciencia dice que en 2040, si no hacemos nada, estaremos alrededor de los dos grados y medio más de temperatura»

¿Qué se necesita para parar la rueda del consumismo?

Creo que desengañar un poco a la gente. Yo he crecido con el «Estoy triste, me voy de compras». Seguirás triste igual cuando te lo compres. Igual como generación estaría bien tener más herramientas para lidiar con la absoluta crisis mental que hay. Al final comprar es un chute de dopamina muy instantáneo y que se va rápido. Si tuviéramos vidas más llenas, vidas más tranquilas y satisfactorias, no necesitaríamos tanto consumismo.

Si el mundo continúa en la situación actual, ¿qué planeta tendremos dentro de veinte años?

La ciencia dice que en 2040, si no hacemos nada, estaremos alrededor de los dos grados y medio más de temperatura; eso es una absoluta catástrofe nivel humano y planetario. Sabemos que a tres grados más solo sobreviven unos mil millones de personas, ¿qué hacemos con el resto, si solo podemos mantener a nivel de comida y de agua a esta cifra? El problema del cambio climático es que o paramos esto a nuestros términos o la naturaleza nos parará. No actuar es una barbarie en muchos sentidos, morirá mucha gente. Pero eso como noticia no vende. Tenemos dos opciones: o actuamos y en 2040 tenemos un futuro más verde, más sostenible y más sano para la gente, donde la gente es más feliz en general, o tenemos un futuro que sea una barbarie.

¿Podemos decir que hay esperanza para la Tierra?

Yo la tengo, un poco porque no me queda más. Hay algo que se llama «esperanza radical», que es tener esperanza donde no la hay; pero porque si tú no tienes esperanza no puedes actuar, si no tienes a dónde ir no puedes caminar. Prefiero ver un futuro y caminar hacia ello que huir de algo que me da mucho miedo sin saber dónde voy. Sí la hay, por una cuestión de justicia, la gente se merece un futuro. Yo lo veo, y hasta que me digan lo contrario, aquí estaremos.