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COP29: invertir en la sostenibilidad del planeta

Entre el 11 y el 24 de noviembre se celebró en Bakú (Azerbaiyán) la XXIX Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP29). En la agenda de los casi 200 países representados, el objetivo clave era incrementar la financiación para combatir el cambio climático.


El pasado 24 de noviembre finalizó la COP29, esto es, la vigésimo novena reunión de la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que congregó en Bakú (Azerbaiyán) a representantes de casi 200 países. La prioridad máxima de este encuentro, de vital importancia para el futuro de nuestro planeta, era alcanzar un objetivo de financiación ambicioso que garantice a todos los países los medios necesarios para frenar el cambio climático.

El acuerdo alcanzado sitúa en 300.000 millones de dólares anuales el capital que aportarán los países desarrollados en 2035 para financiar la lucha contra el cambio climático y permitir a los países en vías de desarrollo adoptar medidas que reduzcan sus emisiones de CO2.

Ampliar la financiación climática es imprescindible para que los países en vías de desarrollo puedan implementar medidas que mitiguen la emisión de CO2

Pero la Conferencia, que tenía fijada su fecha de finalización el viernes 22, no concluyó hasta dos días después. Esta demora está empezando a convertirse en costumbre dada la dificultad para alcanzar consenso en los últimos años y porque las delegaciones no desisten hasta concluir la reunión con acuerdo, que debe alcanzarse por unanimidad El motivo fueron las duras negociaciones que se entablaron entre los congregados, debido a que la financiación acordada queda muy lejos de las expectativas de los países en vías de desarrollo. Estos consideraban imprescindible llegar a 1,3 billones de dólares anuales, una cantidad que no ha sido aprobada, aunque el acuerdo incluye una mención al desarrollo de una hoja de ruta que permita alcanzarla. Los acuerdos sobre financiación, de hecho, suelen ser uno de los aspectos más complejos en las COP.

Los países de Europa, Estados Unidos y Canadá son las economías desarrolladas que aportarán estos fondos, pero no lo harán los países del golfo Pérsico, cuyas economías se basan en los combustibles fósiles, y China, el segundo país más contaminante del planeta. Una vez más, Europa ve desatendida una de sus principales demandas.

La cuestión de los combustibles fósiles es, también desde hace años, otra de las claves de estas conferencias, pero en la COP29 no se han logrado acuerdos para cumplir la promesa de la pasada COP28 de ir abandonando gradualmente dichos combustibles y triplicar la capacidad de las energías renovables en la presente década. 

En la COP29 se alcanzó un acuerdo que permite el funcionamiento de un mercado del carbono que penalice a los países más contaminantes

Sí ha resultado positivo el acuerdo logrado para que los países comiencen a establecer créditos de carbono para financiarse o compensar sus emisiones. Se abre la puerta, por tanto, a un mercado del carbono. Estos créditos son permisos de emisiones de CO2, de los que cada país cuenta con un número limitado. Para adquirir nuevos créditos es imprescindible comprarlos a otro país u obtenerlos invirtiendo en proyectos que mitiguen la emisión de gases de efecto invernadero. Este mercado del carbono que penaliza a los países más contaminantes es una demanda que viene de lejos, y por vez primera se ha acordado establecer las normas para regularlo.

También ha resultado muy positivo el seguimiento de los informes de transparencia que presentan los países en materia de políticas climáticas. Hasta la fecha, 13 de los países partes han presentado su primer Informe Bienal de Transparencia. Estos se someterán a un estricto proceso de revisión, por parte de expertos técnicos, que ayude a la puesta en común de los progresos realizados y la implementación de las necesarias mejoras.

Aunque se considera que esta Conferencia ha logrado únicamente un acuerdo de mínimos, supone una transición positiva para la COP30, que se celebrará en 2025 en Belém (Brasil) y constatará si las medidas adoptadas han sido efectivas para avanzar en la necesaria lucha contra el cambio climático.

Theresa Zabell: «Tenemos la misión de proteger nuestra casa, que es más agua que tierra»

Fundada en 1999 por Theresa Zabell, la Fundación Ecomar es una organización sin fines de lucro comprometida con la conservación y preservación de los mares. Su misión es proteger y restaurar los ecosistemas marinos, cuidando de la biodiversidad, combatiendo la contaminación, sensibilizando a la población y promoviendo un estilo de vida saludable y sostenible.


Cuando se creó Ecomar, en 1999, no había la misma concienciación que en la actualidad sobre la importancia de cuidar los mares y el medio ambiente. ¿Cuáles fueron las razones que la llevaron a crear la Fundación?

Ecomar nació después de una carrera deportiva de más de 20 años navegando por todos los mares del mundo, que me sirvió para darme cuenta de que mi terreno de juego, el mar, estaba enfrentándose a retos cada vez más difíciles. Sentí que tenía la responsabilidad de trasladar a la sociedad estos mensajes y empezar a formar parte de la solución. Fue la realización de un sueño que comencé a tener cuando era adolescente y no entendía por qué el mar tenía cosas flotando que no eran suyas. Me propuse ayudarle y ya llevamos 25 años haciéndolo.

¿Qué retos había entonces y qué retos hay ahora? ¿Han cambiado mucho las necesidades del mar? 

Hace 25 años el gran reto era conseguir que la población entendiera que nuestros mares estaban en peligro y que teníamos que actuar. Nuestros mares y océanos eran tan inmensos que nos parecía que eran capaces de «tragar» todo lo que les mandábamos. Desde Ecomar hemos trabajado con más de 2,5 millones de personas a través de las cuales educamos, concienciamos, actuamos y reparamos todo lo que podemos. La tarea es enorme, pero anima mucho ver cómo niños que han pasado por nuestros programas educativos están ahora en puestos de toma de decisión.

Después de 25 años, ¿cuál considera el mayor logro de la fundación? 

Una fundación no cumple 25 años si no sirve a la sociedad y a las personas. Ecomar llegó para demostrar que las cosas también se podían hacer de otra manera, de forma inclusiva, contando con las empresas, las instituciones y las personas, centrándonos no solo en el qué sino también en el cómo. Lo que nosotros llamamos la «filosofía azul». Nuestra manera de hacer las cosas ha calado muy hondo, y servido de modelo para muchos otros que siguen nuestra estela. Se han subido a nuestra ola y la siguen surfeando. Sin ninguna duda, esto y los más de dos millones y medio de personas que han pasado por nuestras actividades son los mayores logros de la Fundación Ecomar.

Una parte muy importante del trabajo de Ecomar es la educación y sensibilización. ¿Cuáles son las principales actividades educativas que llevan a cabo y qué resultados han observado?

Nuestro primer proyecto educativo fue un concurso escolar en el que los mejores eran premiados con una Semana del Mar. Con la crisis económica nos tuvimos que reinventar y ahora hemos volcado toda nuestra experiencia y conocimiento en una plataforma digital con la que llegamos a muchos más niños, niñas y adolescentes. Conseguimos, a través de todos nuestros programas, que  los participantes conozcan el papel fundamental que juegan nuestros mares y océanos en nuestra supervivencia en este planeta, el problema al que nos enfrentamos como humanidad. Conseguimos también que quieran ponerle solución. Asimismo, tenemos el programa educativo de la Grímpola Ecomar, que está implantado en un centenar de clubes de España y Portugal en los que los niños que van a aprender un deporte náutico también aprenden lo que les da y cómo cuidar su terreno de juego.

¿Qué papel cree que juegan adolescentes y personas jóvenes en este proceso? ¿Cómo fomenta Ecomar su participación?

Las nuevas generaciones juegan un papel importantísimo. De lo que aprendan ahora depende el futuro del planeta. Ecomar les educa y conciencia en cada uno de sus programas. Les hacemos partícipes de actividades como una limpieza de costas para que vean de primera mano la realidad de la situación. A partir de ese momento se quieren involucrar más y acaban siendo nuestros «embajadores».

Uno de sus proyectos recientes es la plataforma Bosque Marino, en colaboración con Redeia. ¿Cómo surge esta iniciativa y en qué consiste?

Después de años estudiando cómo dar un paso al frente en la recuperación de ecosistemas marinos para ser más útiles a la sociedad y el planeta, nos aliamos con Redeia, que lleva 10 años trabajando una iniciativa pionera. En la Fundación Ecomar nos gusta trabajar en equipo y sumar esfuerzos para conseguir mayores resultados con menor inversión, y por ello nos juntamos para constituir la plataforma Bosque Marino. No solo se trata de restaurar las praderas de posidonia, que también, sino de implantar una manera de hacerlo junto con la comunidad científica y la colaboración público-privada, que la iniciativa sea escalable, y así conseguir en un futuro un verdadero cambio. Además, haremos talleres en colegios e institutos para que los más jóvenes aprendan a identificar y valorar esta planta, sean partícipes del proyecto y crezcan sabiendo cómo cuidarla.

A partir de vuestra experiencia colaborando con Redeia, ¿qué papel juega el sector privado en la conservación de los ecosistemas marinos?
El capital privado es fundamental para la conservación y el equilibrio de nuestro planeta en general, y en la Fundación Ecomar involucramos al sector privado en todas nuestras actividades. Sin su apoyo no habríamos sobrevivido. Todos estamos en el mismo barco, metafóricamente hablando, y debemos remar en la única dirección posible: la de proteger nuestra casa que, dicho sea de paso, es más agua que tierra. Con Redeia participamos en un proyecto muy innovador, que estoy segura va a sorprender gratamente a muchos.

Una de las primeras acciones del proyecto Bosque Marino es la restauración de posidonia oceanica en las aguas de la Comunitat Valenciana. ¿Cuál es la finalidad de esta iniciativa?

Empezar a regenerar los fondos marinos del Mediterráneo, que están muy deteriorados por diferentes razones. El objetivo es restaurar 30 hectáreas de aquí al 2030 en línea con la reciente Ley de Restauración de la Naturaleza de la Unión Europea y con los objetivos globales de biodiversidad y conservación marina de la ONU.

¿Cómo seleccionan las áreas donde desarrollan proyectos como Bosque Marino? 

Los científicos y expertos en la materia con los que trabajamos hacen estudios exhaustivos, bajan a examinar los fondos y valoran el número de plantaciones que hay que realizar. A partir de ahí se valora la viabilidad y se eligen las localizaciones en función de la necesidad y de dónde se estima que pueda haber una mayor tasa de supervivencia.

¿Es parecido este proyecto a otros como Acción Posidonia? ¿Qué diferencias o similitudes destacaría de ambos?

Son proyectos paralelos con un mismo objetivo. En el proyecto Acción Posidonia, Redeia es uno de los socios, además de un apoyo fundamental. El objetivo es mejorar la salud ambiental de las praderas de posidonia oceanica involucrando al sector pesquero, a los científicos y a la ciudadanía, promoviendo a su vez la sensibilización ambiental de la sociedad y la I+D en la mitigación del cambio climático. Acción Posidonia forma parte del Programa Pleamar de Fundación Biodiversidad y cuenta con fondos de la Unión Europea.

Su vida siempre ha estado muy ligada al mar y al deporte. ¿Cómo puede promover el deporte una mayor concienciación y compromiso con el medio ambiente?
Me gusta decir que el deporte es la mejor escuela para la vida, ya que a través de él aprendemos una serie de valores que difícilmente podríamos adquirir de otra manera. Los deportes practicados en la naturaleza, además, te enseñan la importancia de tu «terreno de juego», en mi caso el mar. Al final todos cuidamos aquello que amamos, y es un buen comienzo para empezar a cuidar nuestro entorno.

Para quienes tengan interés en contribuir a la conservación marina, pero no saben por dónde empezar, ¿qué consejo daría?

Los cambios empiezan por pequeñas acciones, decisiones que tomas en tu día a día, como lo que consumes y su procedencia. Los animaría a que sigan nuestros diferentes canales de comunicación para aprender gestos que puedan impactar positivamente en el estado de nuestro planeta, y a que se hagan Socios Ecomar con una pequeña cuota que es 80% desgravable, que además de ser una gran ayuda para nosotros, sirve para que puedan participar en nuestras actividades.

Así será la nueva geopolítica de la energía

Los países nórdicos se están posicionando en cabeza de las energías renovables, mientras que los tradicionales gigantes del petróleo y el gas intentan recolocarse.


El tablero energético global está en plena transformación. Países que hace una década no figuraban en el radar de los grandes exportadores de energía están emergiendo como potenciales líderes de la era de las renovables. Mientras tanto, los gigantes tradicionales del petróleo y el gas se tambalean ante un futuro incierto.

Según el último Índice de Transición Energética del Foro Económico Mundial, países del norte de Europa como Suecia, Dinamarca y Noruega lideran la carrera hacia un futuro energético sostenible, alcanzando más del 70% en la clasificación del organismo, que utiliza baremos como la equidad, la seguridad y la sostenibilidad. Los países nórdicos, tradicionalmente importadores de energía, están aprovechando su potencial eólico y su capacidad de innovación para posicionarse como futuros exportadores de energía limpia. 

 

Dinamarca, por ejemplo, ha anunciado planes para construir una «isla energética» artificial en el Mar del Norte que podría suministrar electricidad a 10 millones de hogares europeos. Asimismo, países con economías emergentes como Marruecos también están apostando por las renovables. El gigantesco complejo solar de Noor Ouarzazate, visible desde el espacio, es un ejemplo de cómo un país tradicionalmente dependiente de las importaciones energéticas puede reinventarse.

El cambio de paradigma también está afectando a los líderes tradicionales. Arabia Saudí, consciente de que su reinado petrolero tiene fecha de caducidad, ha lanzado el enorme proyecto de Neom, una ciudad futurista alimentada 100% por energías renovables. 

Rusia, por su parte, se encuentra en una encrucijada desde que la invasión de Ucrania aceleró los planes de Europa para reducir su dependencia del gas ruso, tras décadas como principal exportador. Según datos del Consejo Europeo, las exportaciones de gas ruso a la UE cayeron un 48% en 2021 y cerca del 8% en 2023, representando actualmente menos del 15% del total de importaciones de este combustible en la UE. 

 

 

Y, en este nuevo escenario, han surgido diversas alianzas. Por ejemplo, Australia y Japón han firmado un acuerdo para desarrollar una cadena de suministro de hidrógeno verde. 

Por su parte, China va en cabeza, dominando actualmente la producción de paneles solares y baterías, lo que le otorga una ventaja estratégica.


El gigante asiático sigue siendo el líder indiscutible en potencia eólica instalada, donde triplica a la de Estados Unidos, y multiplica por siete en el caso de la fotovoltaica, según datos de la World Wind Energy Association y la Agencia Internacional de la Energía, respectivamente.


El mapa energético del futuro aún está por dibujarse, pero una cosa está clara: los vientos del cambio soplan con fuerza. Los países que sepan adaptarse a esta nueva realidad serán los que lideren la economía del siglo XXI. El resto, como las reservas de petróleo, corren el riesgo de quedar sepultados en el pasado.