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Thomas Edison, el hombre con el que se hizo la luz

Aunque la bombilla es el elemento con el que se le reconoce históricamente, Thomas Edison transformó la manera en que funciona el mundo, con más de 1.000 patentes registradas. Su legado va mucho más allá de los inventos.


La curiosidad y el espíritu emprendedor hicieron de un niño con escaso interés en la escuela uno de los inventores más prolíficos de la historia. A los 8 años, Thomas Alva Edison, nacido en Ohio en 1847, fue expulsado de la escuela primaria debido a su aparente desinterés y distracción. Sin embargo, su madre asumió la responsabilidad de educarlo en casa, inculcándole la pasión por la lectura y el conocimiento. 

Edison registró más de 1.000 patentes a lo largo de su vida, entre las que destacan el fonógrafo y el kinetoscopio

Gracias a su curiosidad y a una incansable capacidad de innovación, Edison registró más de 1.000 patentes a lo largo de su vida, entre las que destacan el fonógrafo, el primer dispositivo capaz de grabar y reproducir sonido, y el kinetoscopio, que permitía visualizar imágenes en movimiento, sentando las bases de la industria cinematográfica. Pero su impacto trascendió lo meramente técnico al transformar la forma en que la tecnología se integraba en la vida cotidiana, haciendo del progreso un fenómeno accesible para todos.

A la luz de la modernidad

Aunque la historia suele atribuirle la invención de la bombilla incandescente, la verdad es que Edison no fue el primero en idearla. Las bombillas eléctricas existían desde principios del siglo XIX, pero eran delicadas y de corta duración debido a sus filamentos. En 1879, su bombilla con filamento de carbono marcó un antes y un después, ya que era barata, práctica y duraba mucho más que cualquier otra. Después de años de tratar de mejorar obsesivamente el concepto de las bombillas, presentó una que podía durar un récord de 14,5 horas. 

Thomas Edison perfeccionó la bombilla incandescente, convirtiéndose en el padre del alumbrado público

Sin embargo, su genialidad no residía únicamente en la invención de artefactos, sino en su capacidad para convertirlos en productos accesibles, funcionales y transformadores. Para una persona tan emprendedora, una bombilla por sí sola no cambiaba el mundo. Así que Edison dio un paso más y logró diseñar un sistema que no solo hiciera brillar una bombilla, sino que pudiera distribuir electricidad de manera eficiente y segura, creando la primera red de distribución eléctrica, inaugurada en 1882 en Manhattan, un paso clave en el desarrollo de la electricidad comercial, basada en su sistema de corriente continua, que utilizó en las primeras redes de alumbrado público. 

Un legado que sigue brillando

A lo largo de su trayectoria, algunos lo criticaron por su enfoque basado en el ensayo y error, que para muchos rozaba la improvisación. Nikola Tesla, quien trabajó bajo sus órdenes antes de convertirse en su mayor rival, impulsó junto a George Westinghouse el uso de la corriente alterna, una tecnología más eficiente para la distribución eléctrica a larga distancia. Este conflicto, conocido como la «guerra de las corrientes», se convirtió en una de las disputas más célebres de la historia de la tecnología. 

Sin embargo, el legado de Edison va más allá de la electricidad ya que sentó las bases de la investigación aplicada con su laboratorio en Menlo Park y fundó la empresa que con el tiempo se transformaría en General Electric, una de las corporaciones más influyentes del mundo. 

El 18 de octubre de 1931, Thomas Edison falleció, dejando tras de sí 1.093 patentes registradas y un mundo transformado por la luz, el sonido y la imagen en movimiento. Más de un siglo después, su recuerdo sigue iluminando cada rincón del planeta.

Íñigo Vila: «La polarización no va a cambiar nuestra forma de trabajar»

El número de personas migrantes que llegaron a Canarias en 2024 marcó un récord histórico. Íñigo Vila, director de Socorros de Cruz Roja, explica cómo la organización trabaja para adaptar su intervención a cada contexto y dar respuesta a una crisis que exige coordinación, recursos y un enfoque en derechos humanos.


El número de personas migrantes que llegó a Canarias en 2024 fue el mayor registrado en su historia, un total de 46.843 personas. ¿Cómo ha respondido Cruz Roja ante esta situación? ¿Qué refuerzos han sido necesarios?

Tratamos de reforzar nuestros equipos para realizar una mejor atención a la llegada, dependiendo de las necesidades. Nuestro trabajo es el mismo, tenemos una metodología estandarizada, pero la adaptamos a las particularidades de cada ubicación y de cada momento. Desde 2022, nos encontramos con un aumento en el número de llegadas en Canarias y nos hemos ido adaptando. ¿Cómo va a evolucionar este fenómeno a lo largo de 2025? No lo sabemos. El último mes de enero, en comparación con el año pasado, ha sido más bajo, pero hay muchos factores que condicionan.

Una de cada siete personas de las que habéis rescatado en 2024 era menor de edad. ¿Qué impacto tienen estas cifras en la capacidad de respuesta ante la emergencia humanitaria?

En realidad, para nuestro trabajo de rescate a pie de playa no es algo que marque tanto la diferencia, cambia más en la gestión posterior, donde las competencias con menores las asumen las comunidades autónomas. En general, lo que más influye en el primer rescate es la vulnerabilidad de las personas que llegan o las condiciones en las que desembarcan y, en este caso, damos prioridad a una serie de perfiles. Por ejemplo, alrededor del 90% de las personas que llegan son hombres. En el caso de que hubiera un vuelco y llegaran muchas más mujeres, quizás habría más diferencias en este primer rescate. Tenemos protocolos para actuar en cada caso y coordinarnos con las instituciones públicas. 

En el contexto de Canarias y el socorro y atención humanitaria a personas migrantes, ¿cómo habéis logrado movilizar y formar al voluntariado para poder atender este incremento de llegadas?

El voluntariado es una pieza clave en la labor de Cruz Roja. Gracias a su participación, podemos adaptarnos con flexibilidad a las necesidades del momento, ampliando o reduciendo los equipos según la demanda. En cada una de nuestras 16 ubicaciones, contamos con equipos de gestión estables que trabajan previamente con el voluntariado para garantizar que, en caso de emergencia, todo esté preparado para actuar de manera eficaz.

«Trabajar en situaciones de emergencia es una carrera de fondo»

La formación es fundamental. El voluntariado debe conocer el protocolo sanitario, la distribución del trabajo y las responsabilidades de cada rol. Aunque seguimos un modelo estandarizado en todas las ubicaciones, ajustamos la estructura en función de la presión que afronta cada isla, escalonando los equipos según sea necesario. Además, cada punto de intervención tiene sus particularidades. Por eso, reforzamos la capacitación en los periodos de menor actividad e impulsamos intercambios entre ubicaciones, permitiendo que el voluntariado conozca diferentes realidades y pueda adaptarse mejor a distintos contextos.

¿Cómo trabajáis para apoyar el bienestar emocional y psicológico del personal y voluntariado que trabaja en situaciones de emergencia?

Este es un aspecto clave en nuestra labor, sin importar cuál sea la emergencia. El apoyo a los equipos intervinientes es fundamental, ya que enfrentan situaciones de gran complejidad y estrés. Por ello, trabajamos de forma continua con pequeños grupos en los que abordamos, entre otros temas, los primeros auxilios psicológicos. Nuestro objetivo es que el personal aprenda a identificar momentos críticos y sepa cómo gestionarlos. Estas sesiones se realizan de manera periódica o cuando se presenta una situación especialmente difícil. Además, hemos llevado a cabo charlas con el personal de Salvamento Marítimo, con quienes colaboramos estrechamente. Cuidar a quienes cuidan es una prioridad. También promovemos la rotación del personal y la gestión de descansos, ya que este trabajo es una carrera de fondo, y tratamos de mantener un equilibrio entre personas con experiencia y con menos. Todo esto ayuda a hacer nuestro trabajo más sostenible. 

Una de las preocupaciones es la saturación de los recursos de acogida en las islas. ¿Cuáles son los mayores desafíos en este sentido? ¿Qué diferencias hay entre las distintas islas?

La insularidad, tanto en Canarias como en Baleares, supone un reto logístico evidente, igual que en Ceuta y Melilla. Es más fácil desplegar recursos en el sur de la península que en una isla. Siempre digo al equipo que tenemos que hacer el mismo trabajo, pero con diferentes cartas: estas son nuestras cartas y con ellas tenemos que trabajar. Por eso, es tan importante saber cómo actuar en cada ubicación, aunque partamos del mismo protocolo. No podemos cambiar las circunstancias logísticas de un territorio. Por ejemplo, en algunos casos, nos gustaría que hubiera un aeropuerto internacional en El Hierro o que hubiera más frecuencia de ferris, pero el espacio es el que es y la isla tiene el tamaño que tiene. Debemos entender las limitaciones. Por otro lado, no se trata de tener a mucha gente trabajando, sino a la adecuada, de modo que todo sea más fluido y poder coordinarnos con rapidez cuando llegan muchas personas para que puedan ser trasladadas cuando se sobrepasan ciertos umbrales. 

Aunque solemos hablar de la ruta marítima, la ruta migratoria de las personas que llegan a nuestro país es más larga. ¿Qué impacto tiene esto en la salud de las personas rescatadas? 

Los factores que influyen en cómo llegan son muchos y las condiciones del trayecto varían muchísimo, como el número de días, las condiciones en las que han viajado o el estado de salud inicial. Algunas personas llegan caminando desde el interior del continente africano, otras puede que hayan cogido un medio de transporte y no hayan tenido ningún problema y luego, por el contrario, tienen una mala travesía marítima porque se ha estropeado un motor o no llevaban víveres suficientes. Y, por el contrario, hay quien no ha tenido ningún incidente en su travesía. 

¿En qué medida difieren los motivos de migración entre hombres y mujeres? Aunque el porcentaje de mujeres y niñas que llegan es menor, ¿qué necesidades específicas deben cubrirse en su caso?

Los motivos pueden variar mucho dependiendo de los países de origen. Pueden ir desde conflictos armados o crisis sociales a sequías. Su migración, al final, es por una búsqueda de oportunidades, dado que en su lugar de origen no las tienen. Vemos también un poco la fluctuación de diferentes nacionalidades dependiendo de si hay mayores tensiones políticas y sociales o conflictos armados. Por eso también insistimos tanto en la importancia de invertir en los países de origen para que haya mejores condiciones de vida.

«Nadie quiere abandonar su lugar de nacimiento, donde está todo su tejido social, e irse a un país diferente donde no tiene tanta red»

Nadie quiere abandonar su casa, el pueblo o ciudad donde ha nacido si allí está bien. Por otro lado, en el caso de las mujeres, también tenemos protocolos específicos. Por ejemplo, las mujeres embarazadas son evacuadas automáticamente, aunque estén en buen estado de salud, para hacerles un reconocimiento médico en un hospital. También si vemos algún indicador de que sean víctimas de trata y estén migrando de manera forzada. 

Aunque se hable de crisis migratoria, estamos ante un fenómeno estructural muy complejo. ¿Cómo crees que se podría cambiar esta situación? ¿Cómo , podemos fomentar la integración en los territorios de acogida?

El fenómeno de las migraciones ha existido siempre y siempre existirá. España también fue un país migrante. Al final son situaciones que se dan y la gente sale a buscar oportunidades si no las tiene. De ahí que la necesidad de inversión en los países de origen, en proyectos de desarrollo que les permita tener una nueva situación distinta a la actual, sea fundamental. Nadie quiere abandonar su lugar de nacimiento, donde está todo su tejido social, e irse a un país diferente donde no tiene tanta red. Creemos que es importante invertir en oportunidades de desarrollo, en educación, para que pueda haber oportunidades de futuro. Por otro lado, aquí, tenemos que mejorar la inclusión. En Cruz Roja, facilitamos la adaptación a través de apoyo a cuestiones básicas, como aprender español o saber cómo funciona el sistema, y ofrecemos orientación legal en cuestiones de derechos humanos. 

En un momento de gran polarización, en el que circulan bulos y discursos de odio sobre la migración y otros asuntos relacionados con los derechos humanos, ¿habéis notado un impacto en la labor de Cruz Roja? ¿Esto ha afectado a los fondos para emergencias o a la percepción de vuestro trabajo?

Nuestra forma de trabajar va a seguir siendo la misma, a pesar de las desinformaciones que haya alrededor. Esto no va a hacer que cambiemos nuestra forma de trabajo. Tenemos una historia de 160 años y hemos vivido muchos conflictos, guerras y crisis, momentos de menos y mayor bonanza, y hemos seguido trabajando siempre de la misma manera. Nos regimos por siete principios fundamentales y el primero es la humanidad. Vamos a atender a toda persona que nos necesite sin mirar su origen, su raza o su región. Esta polarización no va a cambiar nuestra forma de trabajar. Además, vemos que, en muchos casos, no ha afectado a la ayuda que recibimos. Hemos tenido la mayor recaudación de fondos durante la DANA para ayudar a la gente de Valencia y estamos ejecutando un plan a tres años. No se trata de estar en las primeras semanas, es un trabajo a largo plazo. Por ejemplo, también seguimos trabajando con la gente afectada por el volcán de la Palma, que ya muchos han olvidado. 

En un contexto global marcado por crisis climáticas y conflictos, ¿cómo crees que evolucionará el fenómeno migratorio en los próximos años?

El contexto global actual  toca a todo el mundo y también afecta a las migraciones. Siempre ha habido sequías más prolongadas, quizás no con esta frecuencia o intensidad, pero no es algo nuevo. Sin embargo, ahora tenemos una posición distinta para poder adaptarnos y buscar alternativas, precisamente, para que el cambio climático tenga el menor impacto. Por otro lado, lo que ha cambiado es que antes veíamos fenómenos muy lejos, como El Niño, y ahora los estamos viendo aquí. Por eso, aunque no es algo nuevo, las personas están más sensibilizadas. Tenemos que aprovechar esta alerta generalizada para buscar soluciones. 

Cuando el calentamiento global cambia el color del mundo

El color del mundo está cambiando. El aumento de las temperaturas provoca que el Ártico sea menos blanco, el océano más verde y el otoño cada vez más marrón. 


La superficie del mar está adquiriendo un tono cada vez más verde, según los datos de la NASA que analizan dos décadas de mediciones satelitales. 

Es una tendencia que ha sido identificada en distintas investigaciones de instituciones de todo el mundo. Desde el Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, cuyos datos señalan que el 56% de la superficie marina mundial ha sufrido un cambio de color significativo en los últimos 20 años, hasta un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que ha concluido que para el año 2100 el color de los océanos cambiará completamente de color. 

Esto se debe a los cambios en los tipos del fitoplancton cercano a la superficie del mar, que tiene la función de absorber y reflejar la luz solar, dándole al océano el color que percibe el ojo humano. 

El cambio de color en los océanos es una señal de transformaciones profundas en los ecosistemas marinos

Por su parte, la superficie terrestre también está viviendo sus propias variaciones. Un grupo de investigación de la Universidad de Clemson (Estados Unidos) ha concluido que las plantas cambian de color para protegerse de los cambios de temperatura. 

El equipo ha estudiado la evolución de miles de muestras de Australia, América del Norte y Europa y han detectado variaciones de color en flores de las 12 especies analizadas. Los autores atribuyen estos cambios a la variación climática que experimentaron, especialmente la relacionada con la temperatura y las sequías. 

Y las sequías también son las responsables de que los bosques sean más marrones y menos variados en otoño. Según una investigación de la Universidad de Vermont, para que podamos disfrutar de la paleta de colores que asociamos al otoño, las hojas de los árboles necesitan noches frías, algo cada vez menos habitual. 

Por su parte, el color verde va poco a poco invadiendo el blanco de la Antártida. Las universidades británicas de Exeter y Hertfordshiren han calculado que el avance de la vegetación se ha acelerado un 30% en los últimos años, de 2016 a 2021. 

Por qué es importante: no es solo el color lo que cambia 

Sin embargo, lo verdaderamente relevante de estos cambios que se están produciendo por el aumento de la temperatura no es solo el cambio de color. «El seguimiento de los cambios en el fitoplancton marino es importante, ya que constituye la base de la cadena alimentaria marina y es crucial en el ciclo del carbono», explica la investigación del MIT.  Es decir, la alteración del fitoplancton supone la alteración de todo el ciclo de la vida submarina. 

Las variaciones en el color de las plantas y los bosques reflejan la respuesta de la naturaleza al cambio climático

Además, la ecóloga de la Illinois State University, Catherine O'Reilly, autora de otro estudio sobre el cambio de color del agua, también advierte de que tratar esa agua para el consumo humano podría ser más caro en el futuro y que la pesca podrá verse afectada. 

En cuanto a las flores, el cambio en su color confunde a los agentes polinizadores, lo que tiene implicaciones en la reproducción de las plantas. Además, el hecho de que las hojas de los árboles vean afectado su ciclo de recuperación disminuye la capacidad para captar carbono de los árboles. 

También el avance de la vegetación en la Antártida tiene el potencial de transformar el entorno ecológico, puesto que juegan un importante papel de regulación del ciclo de carbono y de los nutrientes en la zona.