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Solarpunk: el poder de imaginar futuros mejores

Solarpunk es el movimiento que imagina ciudades futuristas que funcionan gracias al uso de energías renovables, plagadas de huertos y jardines urbanos y habitadas por comunidades fraternales.


En las últimas décadas han proliferado en la literatura y el cine los relatos de ciencia ficción con un marcado carácter distópico. Algunos ejemplos son el filme Gattaca o las obras El Cuento de la Criada de Margaret Atwood y Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins –ambas adaptadas también a la gran pantalla–, o hasta la serie televisiva Black Mirror. Este tipo de ficción puede ser de gran utilidad a la hora de recordar las pasiones de la naturaleza humana, y despertar un sentido crítico con el mundo en el que vivimos, además de alertar de los serios desafíos que plantea el avance de las nuevas tecnologías y el mundo moderno. No obstante, ha generado un cierto clima catastrófico y desolador.

Ante este panorama, un movimiento cultural y artístico autodenominado «Solarpunk» trata de recuperar una cierta esperanza, especialmente en relación con la construcción de un modelo de ciudad que reconcilie al ser humano consigo mismo y con la naturaleza. Gracias a esta corriente, ya forman parte del imaginario colectivo ciudades futuristas caracterizadas por el uso de energías renovables, conectadas a través de transporte sostenible, plagadas de huertos y jardines urbanos, llenas de vida y guiadas por un espíritu de comunidad y fraternidad, en las que lo humano, la belleza, la naturaleza y la tecnología se entrelazan de forma armónica. 

Un movimiento que trata de recuperar una cierta esperanza, la construcción de un modelo de ciudad que reconcilie al ser humano consigo mismo y con la naturaleza

Este movimiento, derivado de otros géneros como el «punk», de carácter transgresor, no trata de construir modelos idílicos y utópicos para ser instaurados en una realidad histórica concreta, sino que crea relatos de pura ficción, pero que pueden servir como fuente de inspiración para construir las ciudades del futuro. En 2014 surgió un primer manifiesto impulsado por Adam Flynn, un investigador norteamericano, y desde entonces se han ido sucediendo diferentes artículos en su defensa que tratan de recoger sus principales ideas, aunque mantiene su pluralismo y heterogeneidad. Entre sus intenciones existe un claro activismo para despertar conciencias, generar sinergias entre personas y conseguir que la ciudadanía se involucre en la mejora de sus ciudades. Su mensaje va a contracorriente. No se resigna al caos y apocalipsis climático ni a que el uso de nuevas tecnologías acabe llevando a la humanidad al desastre. Imagina futuros próximos en los que precisamente estos avances técnicos sirvan para mejorar la vida de las personas, crear comunidades más cooperativas y establecer una relación de cuidado con la naturaleza. Podríamos encontrar muchos precursores en las últimas décadas –o incluso siglos atrás– que recojan estas características, pero ha sido en los últimos años cuando se han elaborado relatos de este género de una forma más consciente: un conjunto de cuentos publicados bajo el nombre de Historias ecológicas y fantásticas en un mundo sostenible, el filme de ciencia ficción After Yung o la producción animada de Disney Un mundo extraño.

Recurre a una llamativa estética naturalista que trata de buscar la belleza de comunidades fraternales y de ciudades modernas

Pero es que, además, este movimiento cultural se reivindica a sí mismo como arte en su sentido más auténtico, bebiendo de fuentes como el art noveau, y recurre a una llamativa estética naturalista que trata de buscar la belleza de comunidades fraternales y de ciudades modernas que se hermanan con la naturaleza. Así, este movimiento introduce dicha estética en sus relatos, y busca irrumpir también en la esfera del arte, la arquitectura e incluso la inteligencia artificial para recrear este tipo de urbes comunitarias, verdes y sostenibles. Su creación artística abarca desde pinturas y dibujos, ya expuestos en museos, a multitud de ilustraciones publicadas en internet. Y en arquitectura, que seguramente pueda encontrar su precedente más antiguo en los Jardines Colgantes de Babilonia, hoy en día encontramos muchos proyectos en marcha o ya construidos que podríamos englobar también bajo la influencia de Solarpunk, como los Jardines de la Bahía (Gardens by the way) de Singapur, inaugurados en 2011. 

En todo caso, Solarpunk recurre desde una actitud inconformista y provocativa a la creación literaria y artística, a la estética y la belleza, pues es precisamente a través de todo ello como es posible llegar a esa esfera que trasciende el mundo discursivo, y que apela a lo más profundo de la experiencia humana. De esta manera busca despertar conciencias de personas que quieran construir comunidades fraternales y hermanadas con la naturaleza.