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Malnutrición: cuando la pobreza llega al estómago

Malnutrición

Una de las manifestaciones de la pobreza es una alimentación inadecuada, lo que puede llevar a la malnutrición. Esto le ocurre hoy en día al 5,9% de los menores de 16 años en España y puede afectar su crecimiento.


La pobreza tiene muchas formas: es una cuenta bancaria en números rojos, una casa fría en invierno o un verano sin vacaciones. Pero también es una nevera sin alimentos saludables para que el organismo reciba todo lo que necesita y funcione correctamente. 

Es lo que le ocurre al 5,9% de los menores de 16 años en España, que no pueden comer una pieza de carne o pescado al menos cada dos días. Una cifra que equivaldría a casi medio millón de niños y niñas que estarían sufriendo malnutrición en el país, según un análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida que hace la Plataforma de la Infancia. 

En España cerca de medio millón de niños y adolescentes pueden estar sufriendo malnutrición

Los más jóvenes son el grupo poblacional que más sufre esta vulnerabilidad, con una tasa que ha ido en ascenso desde 2004, cuando empieza la serie histórica. Y es especialmente grave: padecer déficit nutricional en la etapa de crecimiento puede afectar al desarrollo físico por el déficit de vitaminas y minerales, así como provocar retrasos en el aprendizaje y el avance cognitivo, según la Organización Mundial de la Salud

A nivel europeo, España se sitúa por debajo de la media si se tiene en cuenta todo el conjunto de la población. En el continente, un 8,3% no puede permitirse piezas suficientes de carne y pescado (o sus análogos vegetarianos) a lo largo de la semana, mientras que España se encuentra en un 5,4%, al mismo nivel que Austria (5%) o Estonia (5,5%). En Bulgaria y Rumanía es donde más sufren esta problemática, con cifras que se ubican por encima del 20%, mientras que Irlanda o Chipre es donde menos repercusión tiene (por debajo del 2%), según datos de Eurostat de 2022

Además, según los datos que publica cada año el Instituto Nacional de Estadística, en 2022 puede observarse que las personas con hijos dependientes son las que más padecen un índice de masa corporal por debajo de lo recomendable, lo que permite extrapolar la situación a los menores que conviven con ellos. Es así en el 6% de los casos de adultos solos con hijos dependientes, y también en el 3,5% de los hogares donde viven dos o más adultos con hijos. 

La malnutrición no es solamente una ingesta insuficiente de calorías, sino que abarca los desequilibrios provocados por cualquier alimentación inadecuada. Un exceso de grasas y azúcares en la dieta, junto con una vida sedentaria, puede provocar sobrepeso y obesidad, una realidad que es más habitual en España a medida que se pasan los 30 años, como muestra el siguiente gráfico. El dato más alarmante se da entre los mayores de 65 años, cuya tasa de sobrepeso llega al 41%.

Los mayores de 65 años son los que más sufren sobrepeso

Para paliar las consecuencias que la malnutrición tiene en la sociedad es fundamental la coordinación entre las distintas instituciones gubernamentales y sanitarias, así como la sociedad civil y la comunidad educativa.  Por eso, desde la Plataforma de la Infancia, proponen en su último informe una estrategia multicausal, que aglutine desde ayudas para la crianza, deducciones fiscales, apoyos específicos a familias monoparentales, mejora de acceso a ayudas como el Ingreso Mínimo Vital o garantizar el acceso al comedor escolar a todos los menores en situación de pobreza. 

Movilidad y salud, dos caras de la misma moneda

La calidad del aire que respiramos cada vez nos afecta más, de modo que fomentar una movilidad más respetuosa con el medio ambiente es clave para proteger la atmósfera y, por tanto, nuestra salud.


La movilidad urbana y su impacto en nuestra vida diaria es uno de los temas que más preocupan en la actualidad. Debido a su incidencia directa en la calidad del aire que respiramos: a mayor congestión de vehículos en el casco urbano, mayor exposición a gases contaminantes. Hasta 7 millones de muertes al año se relacionan con la contaminación del aire: por ello, para el medio ambiente, sino también para la salud de todos.

En el centro de Madrid se superan sistemáticamente y desde hace más de diez años los niveles legales de contaminación

El problema de la contaminación es especialmente grave en los centros urbanos, donde se concentra una gran parte de la movilidad. Mediante diversos sistemas que calculan la densidad de los contaminantes en el aire se llega a conclusiones que son, cuanto menos, apabullantes. Según la organización Ecologistas en Acción, y en base a los datos recogidos entre 2010 y 2022, en el centro de Madrid se superan sistemáticamente y desde hace más de diez años los niveles legales de contaminación aconsejados por la OMS y la Comisión Europea, con el automóvil de combustión como principal responsable de las emisiones.

¿Qué podemos hacer para mejorar el aire que respiramos? 

Además de las medidas que podemos implantar a nivel individual, como evitar movernos en coche para realizar trayectos que podamos hacer a pie o en bicicleta, priorizando el transporte público o compartido, son fundamentales acciones gubernamentales como la Ley de Movilidad Sostenible, una norma que impulsa, entre otras medidas, la industria del vehículo eléctrico y que se encuentra en tramitación parlamentaria.

Los fallecimientos provocados por la contaminación podrían reducirse hasta en un 80% si conseguimos que los niveles de contaminación atmosférica se reduzcan

El vehículo eléctrico es la principal alternativa al vehículo privado diésel o de gasolina, gracias a la reducción de emisiones que supone su uso. Aunque su producción sí genera contaminantes y perjudica la calidad del aire —especialmente si la energía utilizada es no renovable—, al provenir de centrales eléctricas será mucho más sencillo medir y controlar su presencia en la atmósfera. En cualquier caso, si lográramos una movilidad 100% eléctrica, la calidad del aire mejoraría considerablemente debido a la reducción de emisiones, ya que los vehículos eléctricos no contaminan por sí mismos.

La recuperación de los centros urbanos como lugares en los que poder respirar sin poner en peligro la salud es posible si centramos nuestros esfuerzos en hacer más sostenible y saludable nuestra movilidad: los fallecimientos provocados por la contaminación podrían reducirse hasta en un 80% si conseguimos que los niveles de contaminación atmosférica se reduzcan y lleguen a los parámetros propuestos por la OMS.

Enfermedades raras: una realidad pero no una prioridad

El 29 de febrero se celebra el Día Internacional de las enfermedades raras para dar visibilidad a estas afecciones, generar mayor conciencia a nivel global y ayudar a reducir la brecha de desigualdad frente a otras patologías más comunes.


Patricia Cavanillas es madre de Marta, una adolescente de 14 años de edad que padece Idic15, una duplicación del cromosoma 15q que está relacionada con el trastorno del espectro autista (TEA), el retraso mauritano, el déficit de atención, la hiperactividad, la epilepsia y los problemas de psicomotricidad. «Un auténtico cóctel molotov», según lo define Patricia, que es miembro de la Asociación Idic15, que aglutina a los afectados por esta enfermedad rara.

Las enfermedades raras, como el Idic15 que padece Marta, son aquellas que tienen una baja prevalencia en la población y afectan a menos de 5 personas por cada 10.000 habitantes, según datos de la Federación de Enfermedades Raras (FEDER). En total, existen en el mundo más de 300 millones de personas con este tipo de enfermedad (3,5% de la población mundial), y tres millones en España. El 72% de ellas son genéticas.

Las enfermedades raras afectan a menos de 5 personas por cada 10.000 habitantes.

Según datos de Orphanet, organización dedicada a nuclear información sobre enfermedades raras y medicamentos huérfanos en Europa,​​ existen más de 7.000 enfermedades raras, que se caracterizan por una diversidad de trastornos y síntomas que varían no sólo de una enfermedad a otra sino también de un paciente a otro. Esta especificidad en las diferentes patologías lleva, en muchas ocasiones, a la confusión del diagnóstico derivando en el retraso del tratamiento final, según los estudios realizados por el Instituto de Investigación de Enfermedades Raras del Instituto de Salud Carlos III (IIER, ISCIII) y otras organizaciones especializadas.

En esta línea, y según las mismas investigaciones, más del 56% de las personas que padecen una enfermedad rara ha esperado más de un año en obtener un diagnóstico para su enfermedad y casi el 21%, más de una década. Mientras se demora el tiempo de diagnóstico, el paciente no suele recibir ningún apoyo ni Tratamiento, o peor aún, en muchas ocasiones, reciben tratamientos inadecuados.

Enfermedades raras en la agenda global

Para paliar las dificultades a las que se enfrenta este colectivo, la mejor solución es apostar por un abordaje global de las enfermedades raras, y como sugiere FEDER, incluyéndolas en las prioridades de la Agenda 2030. «Hay que tener en cuenta que la inclusión, la equidad y la salud son principios que vertebran la Agenda 2030. Las personas con enfermedades raras afrontan desafíos significativos como el diagnóstico tardío, la falta de opciones de tratamiento o el aislamiento social, con lo que están mucho más expuestas a la pobreza y a la exclusión» explica Ana Múgica, coordinadora del Plan Familia de la Fundación Adecco, institución que colabora con FEDER por la inclusión laboral de las personas con enfermedades raras.

Cuando Marta alcance la edad para integrarse en el mercado laboral, tendrá que enfrentarse a otros de los retos que pretenden alcanzar los ODS como es el acceso a un trabajo decente (ODS 8). En este sentido, Ana Múgica subraya que el trabajo es un vehículo esencial para que las personas con enfermedades raras se realicen y lleven una vida normalizada. Igualmente, asegura que desde la fundación demandan medidas que protejan el derecho al trabajo de estas personas y sus familias como la flexibilización de horarios, la adecuación de condiciones laborales en función del tipo de necesidad, el incremento de ayudas, oportunidades de formación y desarrollo profesional adaptadas a este colectivo, la sensibilización en el ámbito laboral, así como la información y asistencia sobre derechos laborales.

Solo en España más de 3 millones de habitantes padecen una enfermedad rara

Su plena inclusión, tal como explica la coordinadora de Adecco, se alinea con los ODS de salud y bienestar, la reducción de las desigualdades, el fin de la pobreza y el trabajo decente para todos. Por su propia naturaleza, las enfermedades raras requieren de una investigación especializada que exige colaboración, alianzas e inversión, elementos presentes en la agenda de Naciones Unidas.

El día de las enfermedades raras

El 29 de febrero, el día más raro del año, es también el día de las enfermedades raras. Creado y coordinado por EURORDIS, sirve para crear conciencia y reivindicar medidas a favor de esta población vulnerable.

Cuando la salud y el cambio climático avanzan en la misma dirección

En un momento en el que la preocupación por el cambio climático no deja de crecer y sus efectos secundarios tocan a nuestra puerta, la salud se convierte en protagonista de la agenda climática.


El calentamiento global no tiene fronteras y tiene en alerta a autoridades, agentes económicos y sociales alrededor del mundo. Sus consecuencias, y la necesidad imperiosa de implementar soluciones coordinadas, se han discutido en el último Foro Económico Mundial celebrado en Davos.

Entre los múltiples debates que tuvieron lugar en la ciudad suiza, ha generado especial preocupación el impacto que tienen las alteraciones climáticas en la salud, dado el alarmante aumento de enfermedades y muertes en los que han derivado.

El Foro Económico Mundial pronostica 14,5 millones de muertes en 2050 a causa de la crisis climática

El último informe del organismo internacional clasifica seis tipos de eventos climáticos a tener en cuenta: lluvias extremas e inundaciones, sequías severas, olas de calor, tormentas tropicales, incendios forestales y el aumento del nivel del mar. Este análisis indica que, aunque se logre limitar el calentamiento global a 1,5°C, el impacto será significativo, especialmente en poblaciones vulnerables (ancianos y niños), zonas costeras densamente pobladas y climas cálidos, lo que aumentará su vulnerabilidad ante enfermedades. Además, afectará la equidad de los servicios de salud en las regiones con peores recursos sanitarios.

Según las proyecciones del estudio, para 2050 el calentamiento global podría ocasionar hasta 14,5 millones de muertes y derivar en una carga adicional sobre las infraestructuras y recursos humanos médicos, para los cuales se estima que serán necesarios 1,1 billones de dólares en inversiones.

Es evidente que los eventos climáticos extremos y el desplazamiento forzado afectan físicamente a la población. Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias psicológicas de vivir en un mundo más cálido y transformado? Según los especialistas, el creciente impacto del cambio climático en la salud mental no debe subestimarse: la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático están en aumento y representan un gasto sanitario cuantioso. Por ejemplo, se calcula que el tratamiento de los trastornos de ansiedad desencadenados por las inundaciones puede alcanzar los 198.000 millones de dólares, según el informe del Foro Económico Mundial.

Debemos reconocer y aceptar las emociones relacionadas con el cambio climático para abordarlas de manera constructiva

Afortunadamente, cada vez hay más especialistas dedicados a investigar la relación entre el cambio climático y la salud mental. Britt Wray, científica de Stanford Medicine, autora de Generation Dread: Finding Purpose in an Age of Climate Crisis (que podría traducirse como «Terror generacional: encontrando el propósito en la era de la crisis climática»), ha creado un boletín semanal llamado Gen Dread en el que habla sobre cómo convivir con la ansiedad climática.

En su obra, Wray explica cómo la crisis ambiental afecta a nuestra salud mental y plantea algunas medidas para abordarlo de la mejor manera. Entre ellas, sugiere reconocer y aceptar las emociones relacionadas con el cambio climático, como el miedo y la tristeza, para poder abordarlas de manera constructiva. Además, habla de fortalecer los lazos comunitarios, ya que pueden proporcionar apoyo emocional y ayudar a las personas a sentirse más empoderadas. Además, sugiere participar en acciones individuales y colectivas, como votar por políticas climáticas y presionar a las instituciones y a las empresas para que tomen medidas más significativas.

Policrisis, ¿la palabra para definir nuestra época?

Policrisis

En un mundo cada vez más conectado, una serie de factores como el cambio climático, los conflictos o la crisis de materias primas se interrelacionan y nos obligan a modificar la forma de gestionar los desafíos. 


Para algunos, es el término con el que deberíamos explicar el mundo actual. La policrisis, es decir, la combinación de crisis globales interrelacionadas, fue la palabra utilizada por el Foro Económico Mundial en Davos en 2023 para ilustrar la situación actual del planeta en su Informe de Riesgos Globales

Cuando hablamos de crisis globales nos referimos al cambio climático, el peso creciente de la inflación, la polarización política y social, las tensiones geoeconómicas y la crisis de materias primas, entre otras: factores críticos que, en un mundo cada vez más integrado, se entrelazan entre ellos. 

El Foro Económico Mundial predice que el fracaso de la acción climática marcará la próxima década

Un ejemplo de este efecto dominó lo vimos con la invasión rusa en Ucrania: el conflicto provocó un fuerte aumento en los precios de los alimentos y de la energía que ha sacudido los mercados globales y ha provocado un aumento del hambre en el mundo. Otro ejemplo son los cada vez más visibles efectos del calentamiento global (como las inundaciones o las sequías), que han convertido en refugiadas climáticas a millones de personas

Una mirada a la próxima década

El informe del Foro Económico Mundial hace un análisis de estos desafíos a largo plazo. Entre sus predicciones, señala que el coste de vida dominará los riesgos globales en los próximos dos años, mientras que el fracaso de la acción climática marcará la próxima década. Además, predice que las crisis de alimentos, combustibles y costes exacerbarán las vulnerabilidades sociales y que empeorarán los conflictos y los riesgos asociados a la ciberseguridad. 

¿Y cuál será el colectivo más afectado? La infancia, como advierte el informe Prospects for Children in the Polycrisis de UNICEF. Un ejemplo lo encontramos en el aumento de precios, que impacta dramáticamente en las familias más vulnerables; otro, en el cambio climático, cuyos efectos vivirán más intensamente las generaciones futuras. 

Revertir la policrisis

Sin embargo, aún podemos dar la vuelta a esta década que se presenta sombría, cambiando la forma de gestionar sus desafíos. 

El informe de UNICEF propone, en primer lugar, invertir en la previsión y la gobernanza anticipada de riesgos futuros. En segundo lugar, llevar a cabo cambios sistémicos en la gobernanza de los bienes públicos y las instituciones internacionales, por ejemplo, en la infraestructura sanitaria, los sistemas alimentarios y energéticos, la arquitectura financiera global y la tecnología digital. 

Debemos escuchar las necesidades y propuestas de todos los ciudadanos, incluyendo a la infancia

Finalmente, los autores sugieren una mayor cooperación y coordinación entre las naciones y las distintas generaciones. Para ello, debemos escuchar las necesidades y propuestas de toda la ciudadanía, incluyendo especialmente a la infancia: ya que será quien más sufran los impactos de la policrisis. Los niños, niñas y adolescentes deben ser parte del proceso de búsqueda de un futuro mejor. 

Un año nuevo y una nueva oportunidad para disminuir la depresión

depresión

En este nuevo año, enfrentamos el reto de disminuir la depresión y fomentar la salud mental. Canalizando esfuerzos en educación, comprensión y compromiso con soluciones efectivas, estamos trazando el camino hacia una sociedad donde cada individuo tenga la oportunidad de vivir una vida emocionalmente saludable.


El comienzo de un nuevo año nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre un aspecto vital que con frecuencia pasa desapercibido: la salud mental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos el 3,8% de la población mundial experimenta depresión, y alarmantemente, esta cifra ha experimentado un aumento del 18% en la última década. Ante este panorama inquietante, surge la urgencia de abordar los factores que han contribuido a este aumento y explorar vías efectivas para prevenir y reducir su incidencia.

En primer lugar, la aparición de la depresión no está influenciada por un único factor, por lo que, en ocasiones, resulta complicado distinguir y comprender cómo los distintos factores que intervienen se relacionan entre sí y con la enfermedad. El estrés crónico, la presión social, la falta de acceso a recursos de salud mental o la creciente incidencia de eventos traumáticos son solo algunas de las causas que han contribuido a esta preocupante tendencia.

El estrés crónico, la presión social, la falta de acceso a recursos de salud mental o la creciente incidencia de eventos traumáticos son solo algunas de las causas que han contribuido a esta preocupante tendencia

Por tanto, prevenir y disminuir la depresión es un desafío colectivo que requiere un enfoque multifacético. Según detalla el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de los Estados Unidos, la agencia federal que dirige las investigaciones sobre trastornos mentales, la promoción de la conciencia sobre la salud mental, la implementación de programas educativos que aborden el estrés y la presión social, o la expansión del acceso a servicios de salud mental son pasos cruciales. La educación desde una edad temprana sobre el manejo emocional y la búsqueda de ayuda puede ser un escudo poderoso contra la aparición de episodios depresivos.

Sin embargo, en ocasiones, la prevención no es suficiente, y es fundamental saber cómo ayudar a quienes ya están lidiando con ella. En España, según detalla la Confederación de Salud Mental, el 88% de las labores de atención y apoyo recaen en el entorno cercano, por lo que mostrar empatía y comprensión son pilares esenciales. Pero, además, fomentar la apertura sobre la salud mental, reducir el estigma y mantener un entorno de apoyo es clave para ayudar a quienes enfrentan cada día esta batalla.

En España, el 88% de las labores de atención y apoyo recaen en el entorno cercano, por lo que mostrar empatía y comprensión son pilares

Por último, no podemos olvidar que evidencias científicas respaldan la noción de que la pobreza y la desigualdad económica constituyen factores de riesgo significativos para el desarrollo de problemas de salud mental. Diversos estudios, como la reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que evaluó el bienestar emocional de la población española durante la pandemia, refuerzan esta afirmación. Los resultados de la encuesta revelan que las personas pertenecientes a clases socioeconómicas menos privilegiadas experimentan tasas casi el doble de altas (32,7%) de sentimientos de desánimo, depresión o falta de esperanza en comparación con aquellos identificados en clases más favorecidas (17,1%). En este sentido, es esencial abogar por políticas que aseguren la equidad en la disponibilidad de servicios de salud mental, garantizando que aquellos con recursos limitados no queden excluidos de la ayuda que tanto necesitan.

En definitiva, comprender la depresión es el primer paso para abordarla de manera efectiva, pero fomentar la conciencia pública, desestigmatizar la salud mental y proporcionar recursos accesibles son acciones clave. La terapia, la medicación en casos necesarios y el apoyo comunitario pueden ser también cruciales para hacer frente a esta situación.

Aprovechemos el inicio de este nuevo año para enfrentarnos al desafío colectivo de disminuir la depresión y fomentar la salud mental. A través de la educación, la comprensión y el compromiso con soluciones efectivas, podemos allanar el camino hacia una sociedad más resiliente y solidaria, donde cada individuo tenga la oportunidad de vivir una vida plena y emocionalmente saludable.

Microplásticos, un problema para la agricultura

Microplásticos

Los microplásticos no solo afectan a los ecosistemas naturales, sino que se han acabado infiltrando en las plantaciones agrícolas, lo implica que incluso los alimentos que consumimos puedan acabar contaminados.


La presencia de los plásticos y los microplásticos hace tiempo que se ha convertido en un problema. Aunque es un material que se empezó a utilizar por su practicidad y su bajo precio, su uso a largo plazo es extremadamente contaminante, debido a la gran cantidad de residuos que genera y a la mala gestión de los mismos. El plástico, además de dañar los ecosistemas naturales, también ha empezado a afectar a uno de los pilares de nuestra subsistencia: la agricultura.

Los microplásticos y los nanoplásticos, esos pequeños residuos procedentes de los plásticos, están presentes en la agricultura en elementos de uso tan común con los fertilizantes biosólidos o algunas semillas recubiertas de polímero para favorecer la germinación. Aunque muchos de estos elementos han sido beneficiosos para la producción, el uso indiscriminado de materiales plásticos ha afectado ya a las condiciones del suelo, que, paradójicamente, acaba siendo menos productivo. Así lo explica el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP): los microplásticos degradan la calidad de una tierra que, a causa de los ritmos de producción contemporáneos, ya de por sí está sometida a mucha presión.

El uso indiscriminado de materiales plásticos ha afectado ya a las condiciones del suelo, que, entre otras cosas, es menos productivo

Pero los microplásticos no se quedan en el terreno, sino que de ahí pasan al agua y a lo que es más preocupante a corto plazo: nuestros alimentos. Los aparentemente inofensivos microplásticos pueden suponer un alto riesgo para la seguridad alimentaria, poniendo en jaque la salud pública.

La solución o, más bien, el paliativo, ya está en marcha: por un lado, se intenta reducir el uso de plástico, por otro, hacer que sea lo más biodegradable posible. Cada vez los plásticos empleados en la agricultura poseen mayor porcentaje de biodegradabilidad, y otras industrias contaminantes, como la textil, poco a poco van implementando tecnologías que reducen este residuo de sus productos. Del mismo modo, una producción agrícola más respetuosa con los tiempos de la naturaleza y que aproveche recursos naturales en vez de recurrir al plástico puede ser la clave para reducir el impacto en el suelo de estos residuos. Estas nuevas vías están aún en proceso de ser exploradas.

Los aparentemente inofensivos microplásticos pueden suponer un alto riesgo para la seguridad alimentaria, poniendo en jaque la salud pública

¿Qué podemos hacer nosotros, de manera individual, para ayudar a frenar esta lenta pero continua contaminación? Además del reciclaje, que asegura la correcta gestión de los residuos y minimiza su impacto, es fundamental el surgimiento de tendencias de reducción como el zero waste y la autoconsciencia sobre el propio consumo. Especialmente importante es conocer los residuos que generamos en épocas como la navideña. El intercambio de regalos en Navidad y Reyes suele resultar en decenas de plásticos no reutilizables (envoltorios, bolsas, decoración, botellas), de esos que, aunque nos parezcan insignificantes, pueden acabar teniendo un gran impacto en nuestra vida y en nuestra sociedad.

Especies exóticas, un problema ambiental y de salud pública

Uno de cada siete mamíferos exóticos rescatados por la organización internacional Animal Advocacy and Protection portaban patógenos peligrosos para el ser humano tras haber sido utilizados como animales de compañía.


A más de uno le parecieron divertidas las primeras cotorras argentinas que aparecieron en los parques de nuestras ciudades. A todos nos resultaron exóticas. Y es que esta ave, al igual que la cotorra Kramer, también ya habitual de nuestras ciudades, es originaria de Sudamérica. Se trata, por tanto, de una especie exótica para nuestro entorno cuya entrada en la península ibérica la propiciaron personas que las compraron para tenerlas como mascotas. A día de hoy, la plaga de estas aves parece imparable. Tanto que comienzan a rebasar los límites de las ciudades y arrasan cultivos agrícolas a la vez que, dada su agresividad, desplazan a especies autóctonas. Mientras tanto, en sus lugares de origen, se encuentran entre los tipos de ave con las expectativas de supervivencia más bajas del planeta.

Cotorras argentinas o de Kramer, serpientes pitón, iguanas, mapaches, varanos, jinetas o murciélagos. Son sólo algunas de las especies exóticas que, justamente por serlo, han sido compradas, en los últimos años, por muchos conciudadanos. Muchas de estas especies forman parte del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras cuya tenencia está prohibida por representar un gravísimo peligro para la diversidad biológica autóctona.

Muchos animales exóticos son portadores de patógenos zoonóticos que pueden transmitirse al ser humano provocando enfermedades de difícil cura.

Pero, más allá del riesgo medioambiental que suponen dichas especies, existe también el peligro de que transmitan enfermedades de difícil cura al ser humano. Un ejemplo es el caracol gigante africano, un exótico molusco de enorme tamaño que alcanzó una tremenda popularidad como mascota hace unos años. El problema surgió al descubrirse que dicho molusco es el principal transmisor del parásito Angiostrongylus Cantonensis, que causa meningoencefalitis entre las personas. 

Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 75% de las patologías infecciosas son de origen animal. Por su parte, la organización Animal Advocacy and Protection (AAP), que protege el bienestar de los mamíferos exóticos en Europa, realizó un estudio en 2021 sobre 340 especies de mamíferos exóticos rescatados de la tenencia privada o del abandono. Uno de cada siete de estos animales portaba patógenos zoonóticos, esto es, que pueden transmitirse al ser humano, siendo altamente peligrosos para su salud.

Lamentablemente, se continúan pagando cantidades muy elevadas para adquirir animales exóticos. A día de hoy, el tráfico de animales es el tercer negocio más lucrativo del mercado negro global. Quienes trafican con dichos animales, y quienes los adquieren, no parecen ser conscientes del peligro que suponen para nuestros ecosistemas y nuestra salud. En su mayoría, se trata de especies con una alta capacidad de adaptación que, una vez en libertad, acaban desplazando a las especies autóctonas poniendo en riesgo el equilibrio medioambiental, además de ser un importante reservorio de virus, bacterias y parásitos zoonóticos.

Las cotorras que invaden nuestras ciudades, han alcanzado el entorno rural causando expulsando especies de animales autóctonos.

España ya sufre la invasión de ciertas especies exóticas como las cotorras en ciudades como Madrid, Varanos en jardines urbanos de Cataluña, cerdos vietnamitas cerca de la ciudad de Zaragoza o mapaches y galápagos de Florida en Mallorca, son solo algunos de los ejemplos más peligrosos. 

La legislación comienza a ser más restrictiva en lo relativo al comercio y tenencia de animales exóticos, pero aún lo hace únicamente a través de listados negativos como el antes citado catálogo de especies invasoras. Medidas como una mayor dureza en las sanciones son imprescindibles para poner fin a los innecesarios riesgos que este comercio supone para las personas, el medio ambiente y la supervivencia de los propios animales objeto de la transacción.