Los dispositivos móviles constituyen la puerta de entrada a un gran abanico de oportunidades de aprendizaje y desarrollo, pero al mismo tiempo pueden acarrear riesgos en la salud de los más jóvenes. ¿Existe un punto medio en el vínculo entre la infancia y las pantallas?
El mejor amigo de los niños y adolescentes de hoy parece ser el teléfono móvil. Todos tienen acceso a uno, y algunos a edades muy tempranas. Los móviles constituyen la puerta de entrada a una gran cantidad de información y contenido, a veces no apropiado para menores, y se ha vuelto cada vez más complicado limitar su uso.
No existe un consenso en la comunidad científica sobre los efectos negativos que tienen las nuevas tecnologías en niños y adolescentes
Si bien hay una preocupación generalizada por el efecto que puedan tener en la salud y el bienestar de los más pequeños, lo cierto es que no existe un consenso al respecto en la comunidad científica. En la revista The Lancet se sugirió que «nuestra comprensión sobre los beneficios, daños y riesgos del panorama digital es muy deficiente». Y, sin embargo, no cesan de publicarse nuevos estudios sobre los peligros que implican las nuevas tecnologías. ¿Qué conclusiones se pueden extraer de todo esto?
Inicialmente, la investigación sobre los efectos de los teléfonos móviles u otros dispositivos inalámbricos en niños y adolescentes se centró en los aspectos fisiológicos de la exposición a las pantallas. Sin embargo, en los últimos años la mayor parte de la atención mediática y pública se ha centrado en los efectos que los móviles pueden tener en la salud psicológica, social y conductual de los menores. No es casualidad, ya que los trastornos de salud mental constituyen uno de los problemas de salud dominantes en este grupo de edad, de los cuales el 50% surgen antes de los 15 años.
Estudios recientes han demostrado que el uso de dispositivos móviles en niños y adolescentes puede estar asociado con la depresión, la ansiedad y con problemas de conducta. No obstante, otros afirman que, haciendo un uso adecuado, las nuevas tecnologías ofrecen numerosos beneficios para la educación y el desarrollo de los jóvenes. Entonces, ¿se debería prohibir el acceso a estos dispositivos?
La AEP ve necesario desarrollar una normativa que exija el cumplimiento de ciertas obligaciones a las aplicaciones para niños
Por mucho que nos sorprenda, parece que prohibir el uso de los dispositivos móviles de manera indiscriminada tampoco beneficia la salud de los niños y adolescentes. La AEP sostiene que, en vez de restringir, es necesario establecer una acción colectiva y consensuada entre los progenitores, los centros escolares y las instituciones encargadas de la protección a la infancia, entre otras entidades, y desarrollar una normativa que exija el cumplimiento de ciertas obligaciones a las tecnologías que estén dirigidas a los más jóvenes.