El bienestar emocional en la infancia y la adolescencia, una asignatura pendiente

Hay cifras que no se pueden ignorar: en el mundo, uno de cada siete niños, niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años tiene un problema de salud mental diagnosticado. Pero más grave aún es el hecho de que cada año 46.000 adolescentes se suiciden. Esos números, que no son simples cifras sino una realidad alarmante, se recogen en el informe del Estado Mundial de la Infancia 2021 En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia, elaborado por Unicef.

De hecho, según dicho informe, la ansiedad y la depresión prevalecen en el 42% de los niños y las niñas diagnosticados con algún problema de salud mental y el suicidio se ha posicionado como una de las cinco principales causas de muerte entre jóvenes de entre 15 y 19 años,sólo superado por los accidentes de tráfico, la violencia interpersonal y la tuberculosis.

46.000 adolescentes se suicidan cada año en el mundo

Aquí, en España, durante 2020, cada dos horas una persona se quitó la vida: es decir 11 cada día. Una cifra que incluye tanto a jóvenes como a adultos, pero que es importante tener como referencia ya que, según los expertos, casi todo problema de salud mental en la adultez tuvo un origen desatendido en la infancia. Por lo tanto, señalar los problemas emocionales y de salud mental como una cuestión menor es sencillamente cerrar los ojos ante una realidad que necesita de acciones concretas y urgentes.

Pobreza, pandemia y violencia

Para elaborar el informe del Estado Mundial de la Infancia 2021, Unicef colaboró con un proyecto llamado Estudio Mundial sobre la Adolescencia Temprana de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad John Hopkins, en el que chicos y chicas de distintos países formaron grupos de debate para compartir sus experiencias y percepciones sobre la salud mental en relación a sus respectivos entornos. La pobreza, el estrés y el caos ocasionado por la pandemia, así como la violencia sexual, aparecieron en los testimonios de estos jóvenes.

Respecto a la pobreza, un chico de Malawi habló de cómo el hecho de que sus compañeros se burlaran de él por ser el único en su clase que no podía llevar unos buenos zapatos le hacía sentir muy mal. “Si tu familia no te puede comprar unos buenos zapatos, te pones unos ‘crocs’. Pero los compañeros te los quitan y los lanzan de unos a otros riéndose y diciendo: -¡Mirad estos zapatos!-. Es muy doloroso, es horrible”, dijo.

Hace falta ‘psicoeducación’, educar a la gente sobre las emociones y a cómo lidiar con situaciones complicadas

Otro de los problemas que siempre ha existido, pero que durante los últimos tiempos se ha visibilizado aún más, es el de la violencia sexual. El testimonio de una chica egipcia, en el grupo de 15 a 19 años, es el siguiente: “Los maestros acosan a las niñas incluso en la escuela primaria y preparatoria. Las tocan de distintas formas y ellas son incapaces de decir nada, porque si lo hacen, las suspenden. Si se lo cuentan a otras personas, les dirán que un maestro es incapaz de hacer algo semejante”.

Por otra parte, de acuerdo con este informe, la pandemia ha dejado a una generación de jóvenes muy afectada emocionalmente. Y aún no sabemos, a largo plazo, cómo y cuáles serán los efectos en la salud mental. “Cuando pienso en todos los que han muerto a causa de la enfermedad, me pongo triste, y cuando me entero de que el número de casos está aumentando, me estreso”, expresó un chico de la República Democrática del Congo en el grupo de 10 a 14 años.

Incluso en países altamente desarrollados, como Suecia, aún quedan muchos estigmas sobre el tema. “El estrés y las enfermedades mentales son un tema muy angustioso. Nadie quiere hablar de ello”, resumió una chica sueca en el grupo de 15 a 19 años.

Lo que falta es educación sobre emociones 

Entrevistamos a Marisol Cortés, psicóloga, terapeuta especializada en terapia de juego en niños y adolescentes. La experta afirma que lo primero es diferenciar entre la niñez y la adolescencia. “Son dos terrenos y dos etapas de la vida completamente distintas. Aunque problemas como la ansiedad, el estrés y la depresión aparezcan en ambas, se manifiestan en cada una de ellas de forma distinta”.

Para comenzar, Cortés cuenta que ha visto un aumento en los casos de jóvenes con pensamientos suicidas. “Hay muchos chicos y chicas con muy baja autoestima, con mucha ansiedad y con miedos”.

Para ella, hace falta mucho trabajo en la prevención, y, sobre todo, en el apoyo a la salud mental en los adolescentes con ideación suicida. “También es muy importante que ese apoyo exista para las familias y los profesionales de la educación que estén en contacto con esos chicos”, agrega. “Creo que la forma de vida ha cambiado, y con ello, la forma de relación que hay entre muchos padres y sus hijos. Hoy tenemos a muchos niños, niñas y adolescentes que se sienten completamente solos. Pero también a muchos padres y madres que no saben ver que en la conducta de rebeldía de un chico lo que hay en el fondo es un grito desesperado por atención, de necesidad de cariño”, cuenta Cortés.

En opinión de la experta, lo que hace falta es ‘psicoeducación’, es decir, fomentar la educación en emociones y en habilidades para aprender a lidiar con situaciones complicadas y momentos críticos. Todo esto se traduce en prevención y para ello hacen falta recursos públicos para prevenir los problemas de salud mental y detectarlos a tiempo. “Sí que faltan recursos por parte de las administraciones, porque no todos los chicos y las chicas tienen los recursos para pagarse una terapia privada”, asegura Cortés. En este sentido, cabe destacar que según el estudio de Unicef, en los presupuestos mundiales para la salud, sólo el 2% está destinado al cuidado de la salud mental.