El CO2 procedente de las actividades humanas es uno de los principales aliados del cambio climático. En el informe El cambio climático: principales causantes, consecuencias y compromisos de los países involucrados, elaborado por la FAO en 2003, ya se advertía que “el CO2 derivado del consumo de combustibles fósiles contribuirá con el 70% del calentamiento de la Tierra previsto para los próximos años”. Por este motivo, desde hace años, Gobiernos, instituciones y empresas han convertido la búsqueda de métodos alternativos de generar energía en una prioridad. Y algunas soluciones desarrolladas hasta el momento casi rozan la ficción.
Todo está en el suelo
En los días más calurosos es frecuente escuchar expresiones como: “se puede freír un huevo en el suelo” o “el pavimento quema”. Más allá de lo anecdótico, estas frases hacen referencia a una característica del suelo de gran potencial energético: puede llegar a alcanzar los 70ºC y por tanto, ser un instrumento de climatización. Un grupo de científicos españoles, junto a la empresa de investigación y desarrollo Tecnalia, decidió aprovechar este fenómeno y crear un innovador proyecto llamado Pavener.
“El sistema consiste en aprovechar la energía térmica acumulada en el pavimento por radiación solar, mediante el transporte de un fluido a través de tuberías subterráneas”, sostienen desde Tecnalia. “La energía térmica acumulada puede ser utilizada en aplicaciones de baja temperatura, tales como la climatización de edificios, polideportivos, piscinas o agua caliente sanitaria. Otra aplicación potencial del sistema es su utilización en invierno para mantener la temperatura del asfalto por encima del punto de congelación”, añaden.
Mientras que Pavener se centra en el calor acumulado en las carreteras, la iniciativa Pavegen utiliza la fuerza motriz de nuestras pisadas en las aceras para producir electricidad. El sistema consiste en unas baldosas especiales que cuentan con un sistema de inducción electromagnética que transforma la energía motriz de las pisadas en energía para, por ejemplo, el alumbrado de las calles.
Deporte electrizante
Cuando hacemos deporte quemamos energía, pero también la generamos. La empresa The great outdoor gym company unió en 2012 su preocupación por el aumento de población con sobrepeso u obesidad con la necesidad de frenar el aumento de las temperaturas planetarias y creó los conocidos como ‘Green energy gyms’. En estos lugares se recicla la energía cinética que se genera al usar las máquinas de ejercicio y se convierte en electricidad para alumbrar calles o cargar los móviles mediante los puertos USB instalados en estos gimnasios que, además, son gratis.
Con un planteamiento muy parecido nació Soccket, un balón de fútbol que almacena energía cinética durante su uso y con ella, abastece una lámpara LED. La idea es de Jessica O. Matthews, una estudiante con nacionalidad estadounidense y nigeriana que se dio cuenta de una doble realidad: la falta de suministro eléctrico en Nigeria y la pasión nacional por el fútbol. El balón está a la venta en la web de Uncharted Play, compañía que lo desarrolló y que asegura que “un partido de media hora puede suponer hasta seis horas de luz eléctrica”.
Algas y queso, mucho más que una cena
En los últimos años, las algas han adquirido el estatus de superalimento por la cantidad de nutrientes y vitaminas que contienen. Sin embargo, esta no es su única ventaja: también pueden llegar a ser un gran aliado en la generación de energía limpia. Al menos así lo ha demostrado la granja de algas que el grupo Cloud Collective ha instalado en mitad de una autopista de Suecia. Se trata de un jardín que utiliza el exceso de dióxido de carbono de la autopista junto con la luz del sol para transformar la contaminación en una ingeniosa forma de cultivo de la que se puede generar, entre otros productos, biodiesel.
Mientras que las algas absorben la contaminación, el suero de la leche que se produce por la fermentación en el proceso de elaboración del queso es altamente contaminante. Esto puede cambiar gracias a una investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad Nacional de Río Cuarto de Argentina, que ha conseguido producir bioetanol apto para fabricar combustible para automóviles a partir del suero de la leche.
Energía bajo la piel
Ya que el ser humano es el gran responsable del cambio climático, ¿por qué no ser también una pieza clave en su solución? El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado una técnica para desarrollar dispositivos que generan electricidad a partir del calor corporal. La nueva técnica “es capaz de fabricar capas delgadas de materiales termoeléctricos relativamente baratos, ligeros, flexibles y resistentes”, sostienen desde el CSIC.