La historia nos ha enseñado siglo tras siglo que el ser humano hace acopio de todas sus fuerzas en situaciones límites. Y ante la imparable expansión del coronavirus lo ha vuelto a hacer. La ciencia y la tecnología se han aliado para ofrecer soluciones innovadoras que permitan afrontar la lucha contra esta pandemia con las máximas garantías.
En España, la respuesta social y empresarial ha sido extraordinaria: fabricación de respiradores artificiales de bajo coste, uso de impresoras 3D para crear material sanitaria básico como son las mascarillas, ensayos clínicos acelerados para desarrollar una vacuna eficaz, etc.
El resto del mundo tampoco se ha quedado atrás. Los países asiáticos aprovecharon su posición privilegiada como gigantes tecnológicos para desarrollar apps que ayudasen a frenar la expansión del virus, y otros países han seguido esta línea de trabajo: científicos del MIT y Harvard han creado una aplicación que mediante el rastreo del usuario es capaz de trazar un mapa de contagios del coronavirus, mientras que Microsoft ha liderado el desarrollo de un 'chat bot' que mediante la inteligencia artificial es capaz de detectar los síntomas del COVID-19.
Dos cabezas piensan mejor que una, pero solo si tienen el mismo objetivo en mente. Y ahora mismo, el objetivo es claro: frenar el contagio por coronavirus lo antes posible.