¿Maquilla la industria cosmética su sostenibilidad?

Desde labiales y lociones hasta pastas de dientes: cada vez más productos de cuidado personal llevan sellos ecológicos. Pero, ¿significa esto que el sector se está volviendo en realidad más amigable con el medio ambiente?


Los productos de belleza y cuidado personal ecológicos están ganando terreno con cada vez más consumidores que buscan ser respetuosos con el medio ambiente. Según estima la consultora Grand View Research, el mercado de los cosméticos orgánicos crecerá un 9,3% anual hasta alcanzar un valor de unos 42 millones de euros en 2030. Pero esto no implica una mayor sostenibilidad en la industria: maquillajes, lociones y champús pueden llevar etiquetas «verdes» sin ser de bajo impacto ambiental y social. 

Esto sucede pues no hay una definición uniforme en Europa –y aún menos a nivel internacional– de lo que implica que un cosmético sea sostenible. Y algunas marcas lo aprovechan para promocionar artículos de este modo sin que realmente lo sean. ¿Cómo hacemos entonces para distinguirlos?  

Orgánico o natural no equivale a sostenible

La sostenibilidad es compleja y abarca múltiples requisitos en lo ambiental, lo social y lo económico. Calificaciones como «natural» u «orgánico» suelen referirse solo a los ingredientes del producto –en cuanto a que no tienen químicos o que provienen de la agricultura ecológica–. Pero esto no significa que todos los componentes y prácticas de la fabricación sean sostenibles. 

No hay una definición uniforme de lo que implica un cosmético sostenible a nivel mundial

Greenpeace recomienda prestar atención a más aspectos a la hora de elegir un artículo, desde el modo de extracción de sus materias primas y los métodos para probar sus fórmulas (con o sin animales) hasta los envases en que se venden. Este es un detalle importante: la industria cosmética mundial produce alrededor de 80.000 millones de envases como cartones plegables, botellas y tubos de plástico cada año, según datos de Euromonitor International.  Y una buena parte no pueden o no llegan a reciclarse.  Además, los envases pueden tener diseños o logotipos que parecen una credencial de sostenibilidad, pero no tienen un respaldo real, lo cual acaba confundiendo al consumidor. 

Aunque es importante saber que sí hay algunas certificaciones de entidades públicas y privadas que las marcas pueden pedir de forma voluntaria para ser transparentes con sus procesos –y que les exigen requisitos rigurosos– como Ecolabel, la etiqueta de la Unión Europea. El sello, que se muestra con el icónico símbolo de la «flor de la UE», garantiza que los productos contienen ingredientes biodegradables y renovables, procedentes de fuentes sostenibles, y que tienen un embalaje minimizado, fácil de reciclar y un uso restringido de sustancias peligrosas. Este puede estar en productos de higiene, como jabón, acondicionador, crema de afeitar y pasta de dientes, o de cuidado y belleza, como cremas, aceites y maquillajes (tanto para personas como mascotas). 

Calificaciones como «natural» u «orgánico» suelen referirse solo a los ingredientes del producto

Otras dos certificaciones con estrictos criterios y procesos de control externo son la norma BioVidaSana, con cerca de un centenar de empresas certificadas, en su mayoría pequeños proyectos y fabricantes, y la asociación internacional NATURE, con más de 280 marcas y 6.400 artículos bajo su sello. Estas analizan los ingredientes, fórmulas y etiquetas, e inspeccionan la producción y distribución para otorgar certificaciones en distintas categorías: natural, orgánico y ecológico.