Liberté, egalité, fraternité. Este lema es mundialmente conocido por promover valores sobre los que reside el espíritu de la sociedad francesa. Pero la crisis del coronavirus, sin duda, ha sacudido las entrañas galas y ha puesto a prueba esos tres conceptos básicos de libertad, igualdad y fraternidad. Una segunda ola de COVID-19 podría asestar la estacada definitiva a una economía que lleva más de medio año en recesión’. Con una incidencia de 600 contagios por cada 100.000 habitantes, Francia ha decretado el toque de queda en nueve ciudades, lo que sin duda tendrá un impacto notable sobre la economía, pero a su vez ha anunciado un rescate millonario para impedir el colapso del país.
El conocido como France Relance se hace más necesario que nunca. “100.000 millones es la cantidad que nuestra economía necesita para recuperarse”. Con estas palabras, el primer ministro francés, Jean Castex, anunciaba a principios de septiembre el ambicioso plan para recuperar los niveles económicos de antes de la pandemia para 2022. Un plan con el que Francia apuesta fuertemente por esa transición energética en la que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, lleva tiempo trabajando en el seno de la Unión Europea.
Competitividad, cohesión social y transición
Dicen que cada crisis puede entenderse en clave de oportunidad y parece que el Ejecutivo galo se ha propuesto utilizar la recién estrenada recesión para acelerar el cumplimiento del Horizonte 2030 en el país. Competitividad, cohesión social y transición son los tres pilares básicos sobre los que descansa France Relance que, como asegura el Gobierno, pretende evitar los errores de la crisis financiera de 2008. Para ello, este rescate a la francesa se formula como una combinación de gastos y desgravaciones fiscales que pretenden frenar la destrucción de empleo y recuperar el ritmo de crecimiento en apenas dos años, a la vez que se descarboniza la economía para hacerla más verde y sostenible.
Los 100.000 millones de euros que constituye este nuevo paquete de medidas equivale a un tercio del presupuesto del Estado y se suma a los 470.000 millones movilizados de manera urgente desde el inicio de la crisis para cubrir el paro parcial y los préstamos para empresas. Además, como recuerda el primer ministro francés, supone casi cuatro veces más que el plan de recuperación de 2008. Todo ello hace que este plan se erija como uno de los más ambiciosos de los presentados hasta ahora por los grandes países europeos. El 40% del monto total estará financiado por los fondos europeos aprobados para la recuperación y 40.000 millones se destinarán tan solo a mantener a flote París, motor económico del país.
France Relance, además, pretende crear 160.000 empleos nuevos para paliar así la oleada de personas que se han quedado sin trabajo como consecuencia del parón económico derivado de los confinamientos.
Impulso de la transición ecológica y la descarbonización
De los miles de millones con los que contará este fondo francés de recuperación, 30.000 millones –lo que equivale a casi un tercio del plan– viene anunciado con el distintivo verde. Así, como demanda la Unión Europea –y, cada vez más, la sociedad–, el dinero se destinará a propulsar la transición energética, especialmente en sectores como el transporte y la movilidad urbana, aunque también servirá para impulsar la renovación energética de edificios, la descarbonización de industrias y empresas y dar el pistoletazo de salida a una transición agroecológica. Pero Francia también apostará por una reconversión hacia las energías renovables, de las que el hidrógeno verde – producido con energías limpias– se llevará 2.000 millones de euros.
El Gobierno francés también ha anunciado que destinará 35.000 millones de euros para frenar la deslocalización industrial y mejorar la competitividad empresarial. Y habrá un paquete destinado exclusivamente a la cohesión social y territorial, entre cuyas medidas destacan las inyecciones presupuestarias al empleo joven y las inversiones en el sistema hospitalario, que se busca reforzar después del estrés al que ha sido sometido a lo largo de toda la pandemia. Además, Macron y Castex han anunciado que habrá un paquete de 800 millones en ayudas directas a familias y colectivos vulnerables.
Francia se enfrenta, en estos momentos, a la peor caída de su Producto Interior Bruto desde la Segunda Guerra Mundial. Por eso, el Gobierno intenta poner todos los recursos a su alcance para que el PIB no se encoja más allá del 11% previsto y, a la vez, se consiga doblegar la curva de contagios de esta segunda ola que podría llevarse muchas vidas por delante. La salida de la crisis económica y sanitaria parece que será verde o no será.