El trayecto hacia un futuro verde se hace con combustibles sostenibles

La revolución del transporte sostenible es un viaje hacia la innovación en combustibles alternativos, del petróleo al plasma.


El sector del transporte se encuentra en una encrucijada decisiva en su camino hacia un futuro más verde. Tanto en la Unión Europea como en España el transporte es el sector con mayor consumo energético. Según el Observatorio del Transporte y la Logística, en España el transporte consume aproximadamente un 39% de la energía final, y la mayor parte de esta energía procede del petróleo. Representando una quinta parte de las emisiones de CO2 de la UE, la industria del transporte está bajo presión para reinventarse.

La búsqueda de alternativas a los combustibles fósiles ha desencadenado una ola de innovación que promete transformar la manera en que nos movemos. Más allá de la electrificación, que ha dominado el discurso de la movilidad sostenible en los últimos años, una nueva generación de combustibles alternativos está emergiendo. Desde el agua de mar hasta el plasma, pasando por la biomasa y los e–fuels, la industria está explorando territorios antes inimaginables.

Representando una quinta parte de las emisiones de CO2 de la UE, la industria del transporte está bajo presión para reinventarse

La empresa Nanoflowcell, con sede en Liechtenstein, ha desarrollado un sistema que utiliza líquidos iónicos derivados del agua de mar, prometiendo una autonomía de hasta 1000 kilómetros con un solo tanque. 

Los combustibles sintéticos o e–fuels, que combinan CO2 capturado e hidrógeno, se presentan como una solución para aprovechar la infraestructura existente de vehículos de combustión interna. Mientras tanto, el hidrógeno verde, producido mediante electrólisis del agua con energía renovable, promete ser una alternativa limpia para el transporte pesado y de larga distancia, difícil de electrificar.

La diversidad de soluciones en combustibles sostenibles refleja la complejidad del desafío de la descarbonización en el transporte. La transición hacia estos combustibles alternativos no está exenta de retos: la necesidad de desarrollar nuevas infraestructuras, enfrentada con la posibilidad de aprovechar las existentes, puede resultar en el retraso de la transición hacia energías verdaderamente limpias. Asimismo, la industria enfrenta el reto de equilibrar los costes de producción para los fabricantes y los costes de propiedad para los usuarios, todo ello mientras navega un panorama regulatorio en constante evolución.

La diversidad de soluciones en combustibles sostenibles refleja la complejidad del desafío de la descarbonización en el transporte

El Reglamento sobre la infraestructura para los combustibles alternativos (AFIR), parte del paquete de medidas «Objetivo 55» presentado por la Comisión Europea el 14 de julio de 2021, marca el comienzo de una nueva era en la política de transporte de la UE. Su objetivo es permitir a la UE reducir sus emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55% de aquí a 2030, en comparación con los valores de 1990, y lograr la neutralidad climática en 2050. Aunque existe cierta ambigüedad en la legislación, el mensaje es claro: el futuro de la movilidad será diverso, sostenible y adaptado a las necesidades específicas de cada modo de transporte y región geográfica.

En definitiva, el trayecto hacia un futuro verde en el transporte se está construyendo sobre una base de innovación, colaboración y adaptabilidad. Los combustibles sostenibles, en sus múltiples formas, jugarán un papel crucial en esta transformación, que no consiste únicamente en la reducción de emisiones. Un futuro verde también deberá tener en cuenta, a la hora de innovar, factores como la calidad del aire o la democratización del acceso a recursos como la energía o materiales raros necesarios para la transición, manteniendo el bienestar de las comunidades en el centro de toda iniciativa.