Cuando el ser humano se detuvo a observar las estrellas comenzaron los interrogantes. Hoy en día, todavía no existen respuestas suficientes que satisfagan todas nuestras inquietudes, pero la ciencia y la tecnología han ayudado a allanar el camino. La revista Nature es de las pocas publicaciones que puede enorgullecerse de haber contribuido con sus páginas a responder a algunos de los mayores enigmas de la historia de la Humanidad. El descubrimiento de la estructura del ADN o el deterioro de la capa de ozono son solo algunos de los hitos de esta revista científica que celebra este mes su 150 aniversario.
Fundada en Reino Unido por el científico inglés Joseph Norman Lockyer, más de un siglo y medio después Nature sigue siendo la meca de la ciencia, a cuya puerta llaman investigadores de todo el mundo para dar cuenta de sus mejores hallazgos. Este mes de noviembre Nature conmemora su trayectoria recopilando diez de sus papers más importantes. A continuación, recordamos cómo han cambiado el mundo.
1.La doble hélice del ADN
La famosa estructura de doble hélice del ADN apareció por primera vez ilustrada en un artículo de principios de los años 50. Adjunto, un peculiar gráfico en blanco y negro con una misteriosa figura con forma de espiral, una imagen que sentaría los cimientos de la biología moderna y los estudios sobre el genoma humano. Francis Crick y James Watson, los autores de aquel breve estudio de tan solo 120 líneas y peculiar título, “Una estructura para el ácido desoxirribonucleico”, habían descubierto la estructura del ADN humano. Medio siglo después, cuantificar el impacto que ha tenido este descubrimiento en la medicina es tarea difícil y extensa pero basta con mencionar el proyecto GENOMA o la técnica de edición genética CRISPR para saber que no habrían sido posibles sin el descubrimiento de Crick y Watson.
2. El agujero de la capa de ozono
En 1985, Joe Farman, Brian Gardiner y Jonathan Shanklin prendieron la mecha del movimiento contra el cambio climático. Los tres investigadores habían descubierto un agujero en la capa de ozono de la Antártida. ¿El motivo? El exceso de clorofluorocarbonados en la atmósfera, una sustancia común en los aerosoles. La también conocida como ozonosfera protege al ser humano de los rayos ultravioleta, de ahí que su deterioro suponga un grave riesgo para la vida. La fragilidad del planeta –y del ser humano– quedó reflejada en aquel artículo de Farman, Gardiner y Shanklin, que movilizó a la comunidad internacional, dio pie a la firma del Protocolo de Montreal dos años después y a los sucesivos acuerdos internacionales, entre ellos el Protocolo de Kioto o el Acuerdo de París, y sentó las bases de las movilizaciones ecologistas que a día de hoy sacuden todo el mundo.
3. Los anticuerpos monoclonales
En 1975, Milstein y Köhler descubrieron una herramienta terapéutica poderosísima: los anticuerpos monoclonales. Su trascendencia fue enorme y se convirtieron en una herramienta esencial para el diagnóstico de laboratorio y para el tratamiento de ciertas enfermedades. La oncología es una de las áreas donde los anticuerpos monoclonales más han contribuido, permitiendo el desarrollo de terapias alternativas. En este caso, los medicamentos con anticuerpos monoclonales son tratamientos oncológicos que aprovechan las funciones del sistema inmunitario natural para combatir el cáncer. Milstein y Köhler descubrieron los anticuerpos monoclonales en un laboratorio de Cambridge y publicaron su trabajo en Nature. Nueve años más tarde, este hallazgo les mereció el premio Nobel.
4. El niño de Taung
La increíble conexión que articuló Raymond Dart entre el ser humano y el mono causó un fuerte revuelo social. En 1925 encontró los restos de un cráneo infantil de Australopithecus en Sudáfrica, el primero asociado a esta especie. Lo llamó niño de Taung, nombre con el que aún se le conoce. Dart creía que aquellos huesos pertenecían a un ser humano con rasgos primitivos, lo que sugería que la teoría evolutiva de Darwin estaba en lo cierto. Ciertas corrientes conservadoras consideraron un disparate que Dart relacionase en su artículo estos restos ancestrales de 2,2 millones de años con el ser humano. Sin embargo, hoy, sus descubrimientos, aunque fueron imprecisos, están aceptados por la comunidad científica y forman una pieza más del complejo mosaico explicativo de la evolución del ser humano.
5. Pegasi-b, el primer exoplaneta
Dimidio, también conocido como Pegasi-b, fue el primer exoplaneta descubierto. El hallazgo responde a las investigaciones realizadas en 1995 por los científicos Michel Mayor y Didier Queroz (este último recién galardonado con el premio nobel de Física en 2019). A mediados de los noventa no existía ningún otro planeta conocido fuera de nuestro Sistema Solar. Mayor y Queroz detectaron que un enorme planeta pegasiano (llamado así por su masa parecida a la de Júpiter) orbitaba en torno a una estrella a una distancia mucho menor de lo que lo hace Mercurio frente al Sol, algo insólito para los investigadores, que no eran capaces de comprender cómo un planeta tan grande podía tener una órbita tan corta. Su descubrimiento abrió un importante debate sobre la formación planetaria y dio pie al descubrimiento de nuevos planetas fuera del Sistema Solar.
6. El Carbón 60
Quizás menos conocido por sus pocas aplicaciones reales pero importante de cara a la venidera revolución nanotecnológica es el Fullereno o Carbón 60, una pequeña molécula formada por carbono que puede adoptar una forma geométrica que recuerda a una esfera. Fue descubierta en 1985 y se trata de un poderoso superconductor y una de las fibras más resistentes. Aunque las aplicaciones del Fullereno aún están por desarrollar, los expertos creen que puede jugar un papel determinante en la formación de los relojes atómicos y los dispositivos electrónicos del futuro, mejorando la potencia de los teléfonos móviles y los GPS.
7. Las células madre
En 2012, los científicos John Gurdon y Shinya Yamanaka recibieron el Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones pioneras en células madre. Gurdon y Yamanaka son los llamados padres de la reprogramación celular. Pero la historia se remonta varias décadas atrás, en concreto al año 1958, cuando Gurdon se convirtió en la primera persona en demostrar que las células podían ser reprogramadas. Lo hizo en Nature. Años más tarde, el trabajo conjunto de estos científicos consiguió revolucionar la forma de entender el desarrollo de las células, creando nuevas oportunidades para la investigación de enfermedades y el desarrollo de nuevas terapias. Estas investigaciones fueron determinantes para llevar a cabo las primeras experiencias de clonación, como la famosa oveja Dolly.
8. La técnica de patch-champ
Una de las claves para comprender el funcionamiento del cerebro llegó gracias al trabajo de los premios Nobel Bert Sakmann y Erwin Neher en 1976, que desarrollaron el concepto de patch-clamp, una de las técnicas más utilizadas en electrofisiología y que permite detectar las corrientes que fluyen entre los neurotransmisores y, por tanto, investigar las conexiones celulares. Los resultados, que llegaron junto a un Nobel de Medicina en 1991, sentaron precedente para el análisis de las enfermedades neurodegenerativas y permitieron el desarrollo de fármacos contra el Alzhéimer. Según señaló Neher en una entrevista reciente a El País (2018), el 13% de los fármacos actuales actúan sobre los canales iónicos del cerebro que él mismo ayudó a comprender.
9. La partícula de la extrañeza
Otro de los grandes papers de Nature fue aquel que desvelaba la existencia de una nueva partícula perteneciente a los mesones –un tipo de bosones– y completamente invisible: el kaón. Su descubrimiento, como otros tantos, fue fortuito: George Rochester y Clifford Butler dieron con él en 1948 mientras realizaban un experimento con su detector de partículas. Esta partícula subatómica introdujo una nueva propiedad de las partículas: la extrañeza.
10. Los mesoporosos
Nature también publicó las investigaciones de Charles T. Kresge, quien habló por primera vez de los materiales mesoporosos en una de las piezas más citadas en la historia de los estudios sobre química. Estos materiales se utilizan en el tratamiento de aguas y para el refinamiento de aceite, pero también para la elaboración de nanotubos de carbono.