Si algo es digno de reconocer en las nuevas generaciones es que saben utilizar todas las herramientas digitales para difundir los mensajes universales más complejos. Una de las medallas que los influencers –en este caso ecoinfluencers– se pueden colgar es la de la divulgación del mensaje científico, especialmente aquel centrado en la crisis climática actual. Un problema que transmiten con un lenguaje menos elitista, técnico o apocalíptico, pero sabiendo comunicar la urgencia medioambiental (una de las grandes luchas de las nuevas generaciones).
España tiene no pocos referentes entre estos perfiles. Dos de ellos son Belén Hinojar, creativa, y Carmen Huidobro, ambientóloga, (ambas nacidas en 1994). Su contenido incluye, entre otros, breves (pero profundos) análisis sobre las propuestas ambientales de cada uno de los partidos que concurrieron a las últimas elecciones generales, información sobre las olas de calor veraniegas y sus efectos en la población o la publicación de cifras sobre las emisiones de los países más contaminantes. Todo, eso sí, con una desazón que cumple un claro propósito: dejar claro que el calentamiento global «no es un tema para un solo sector de la población».
Climabar acerca la complejidad de la crisis medioambiental al lenguaje y a la vida de las generaciones más jóvenes. ¿Cuáles son las ventajas de quitarle ese halo de hipertecnificación a los temas ambientales en la tercera década del siglo XXI?
La emergencia climática ha llegado a un punto en el que necesita de una actuación urgente. Es una crisis totalmente transversal: es social, económica y ambiental, y nos va a afectar a todos en todos los ámbitos de nuestra vida, no solo a una cúpula de entendidos dentro de la burbuja verde. Por eso mismo, mientras más gente sepa del problema, más evidentes sean las consecuencias y más personas empaticen con este fenómeno, más rango de acción tendremos.
En la lucha contra el cambio climático está cada vez más involucrada la ciudadanía. En ese proceso, la comunicación y las redes son herramientas fundamentales. Además de ser canales de difusión y de concienciación, ¿son también vías para la acción climática?
“Esperamos que las políticas medioambientales en España sean más ambiciosas”
Utilizamos las redes sociales prácticamente todo el rato en nuestro día a día. Un estudio reciente ha revelado que TikTok ha desbancado a Google como buscador entre las generaciones más jóvenes. Sin duda, sí que resultan una herramienta más para la acción climática o para prácticamente cualquier objetivo que se quiera conseguir.
Tenéis más de 42.000 seguidores en Instagram. Sois ya un referente como eco-influencers. ¿Cómo se puede multiplicar (aún más) el impacto de la conciencia medioambiental, y llegar a sectores que aún ignoran (o niegan) la crisis climática mundial?
No creas, no nos consideramos como un referente de nada. Nosotras queríamos aportar algo a la lucha climática y después de mucho probar, trabajar e intentar, hemos encontrado un formato que nos ha funcionado. Pero hay cientos de compañeras y compañeros que aportan a esta causa de otras maneras, y eso es igual de válido que lo nuestro o incluso más. Para nosotras siempre funciona el intentar llegar a nuevos públicos, porque así se multiplica el impacto. Sin embargo, siempre tienes que buscar romper la burbuja hablando de lo que a las personas les preocupa, para que así sean más empáticas con el problema
Por un lado, sabemos que la industria de la fast-fashion es responsable del 20% de la contaminación y desperdicio del agua a nivel global. Pero, por otro, vemos filas interminables de gente durante las rebajas, por ejemplo. ¿Cómo se puede resolver ese doble discurso, esa doble acción?
Es complicado cambiar a la gente. También, hay que tener en cuenta que hay personas en distintas situaciones económicas. Por ejemplo, si eres una madre de familia y tienes un presupuesto ajustado, lo más económico es ir a comprar a Primark. Nadie debería juzgarte por ello. En todo caso, esa gente debería plantearse por qué eso es tan asequible si no es lo más rentable para el planeta. Lo mejor sería preguntarse cuándo empezó a verse como normal el hecho de que una prenda de ropa cueste dos euros. Por otra parte, la moda rápida está muy a mano y es muy inspiracional porque es algo que necesitamos todos y porque, además, también guarda relación con el estatus. Es una problemática muy compleja; todo el mundo puede hacer pequeños cambios en su vida para ir adquiriendo conciencia poco a poco.
¿Podemos afirmar que el calentamiento global ya es un tema de la cultura popular entre los jóvenes europeos? ¿Qué cambios percibís?
“Hace falta cambiar el enfoque sobre la crisis climática para convencer a los sectores de la población que aún no lo consideran un tema primordial”
Sí que ha habido un mayor impacto en la mentalidad de los jóvenes. Un cambio llamativo es que gran parte de la población adulta y de mayor edad se ha dedicado a repetir a los jóvenes que ellos son los que lidiarán con las consecuencias de la crisis climática, y es verdad en cierto modo, pero nos parece que les quita algo de responsabilidad acerca del problema. Lo cierto es que en este planeta vivimos todos, y las decisiones políticas en relación a la crisis climática que se tomen afectarán igualmente a todas las personas durante los próximos años. Si no somos conscientes de eso, las consecuencias pueden llegar a ser bastante más graves.
En relación a lo anterior, la mayoría de países europeos tiene como prioridad los ODS en sus agendas. Pero en otras regiones del mundo no es así. ¿Cuál es vuestra perspectiva al respecto? ¿Europa quedará como un «oasis ambiental» en medio de un mundo que no tiene como prioridad el calentamiento global?
Afirmar eso es demasiado amplio, habría que mirar individualmente a cada país. Lo que sí es cierto es que necesitamos políticas ambientales mucho más ambiciosas.
Comunicación y política. ¿Cuáles son los riesgos de la «politización» de la crisis medioambiental en los discursos y la comunicación política en España?
El punto central es que la crisis climática se ve como un problema que solo preocupa a un determinado sector de la población. En pocas palabras, se está abordando como un problema verde, de gente de izquierdas o hippies, pero no es así: se trata de un fenómeno que afecta a todos.
«Las emisiones como el perreo, hasta el suelo» es vuestro lema. ¿En España vamos por buen camino hacia los objetivos Net-Zero? ¿Cuáles son los retos pendientes?
Responder a eso ahora mismo es complicado al no haberse formado aún gobierno. Lo que sí esperamos es que las políticas medioambientales sean más ambiciosas.