El apoyo entre particulares ha sido crucial tras la DANA en Valencia, recordando cómo en momentos críticos la unión y la cooperación vecinal pueden marcar la diferencia.
En Valencia, miles de personas se movilizaron tras la devastadora DANA que dejó pueblos inundados y calles cubiertas de barro. Vecinos de todas las edades trabajaron hombro con hombro para limpiar, rescatar y asistir a los más afectados, dejando claro que, en situaciones límite -y sin entrar en cuestiones antipolíticas ni partidistas-, el lema de «el pueblo salva al pueblo» nos dice que la solidaridad ciudadana puede ser tan importante como los recursos oficiales.
Este fenómeno no es nuevo. En las últimas décadas, las grandes crisis han demostrado que la acción ciudadana es, en muchos casos, un salvavidas esencial. Desde desastres naturales hasta emergencias sanitarias, el esfuerzo colectivo de los voluntarios ha mitigado daños y salvado vidas, mostrando que la cooperación no entiende de fronteras ni circunstancias.
En desastres como el del vertido del Prestige en 2002, el terremoto de Lorca en 2011 o la nevada histórica de Filomena en 2021 se vio el poder de la solidaridad
En España, de hecho, ya conocíamos la mejor cara de la ciudadanía que, en desastres como el del vertido del Prestige en 2002, el terremoto de Lorca en 2011 o la nevada histórica de Filomena en 2021, se movilizó para limpiar playas, atender a los heridos y proteger a los más vulnerables.
Héroes cotidianos en las mayores tragedias
La historia reciente está llena de ejemplos en los que la ayuda desinteresada de ciudadanos cambió el curso de los acontecimientos.
Tras el terremoto y el tsunami que causaron el accidente nuclear en Fukushima (2011), un grupo conocido como los 50 de Fukushima se ofreció como voluntario para entrar en la planta y contener la emergencia, asumiendo riesgos mortales. Su valentía evitó una catástrofe de mayores dimensiones.
El caso reciente de la DANA en Valencia nos recuerda que, aunque la acción de las instituciones es indispensable, la unión vecinal es fundamental
En África Occidental, miles de voluntarios locales y extranjeros trabajaron en condiciones extremas para atender a los enfermos durante la crisis del ébola en 2014 y evitar la propagación del virus. Su labor fue determinante para frenar una pandemia que amenazaba con extenderse globalmente.
Y en nuestra memoria todavía es reciente el papel durante la pandemia de covid-19 de muchísimas personas que de forma voluntaria asumieron tareas de distribución de alimentos o confección de mascarillas, entre muchas otras, demostrando en barrios y ciudades que la resiliencia comienza en la comunidad.
Más allá de la tragedia
Las crisis, aunque devastadoras, han evidenciado que el voluntariado puede marcar la diferencia entre la condena y la recuperación. El caso reciente de la DANA en Valencia nos recuerda que, aunque la acción de las instituciones es indispensable, la unión vecinal también es fundamental.
Y, aunque la acción voluntaria no siempre es organizada y profesional, la mera presencia de una mano en una zona devastada hace mucho por las víctimas. Muchas veces, el papel más importante que desempeñan los ciudadanos es el de ser capaces de transmitirles a los afectados el mensaje de que no están solos.
Tal y como recuerda esta frase atribuida a Homero, «llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga».