“El presente modelo económico lineal de ‘extraer, producir, desperdiciar’ está llegando ya al límite de su capacidad física”. Desde la Fundación Ellen MacArthur, una de las principales plataformas defensoras de la economía circular a nivel mundial, se muestran así de tajantes. El aumento de la población y el crecimiento del bienestar ha elevado la demanda de los recursos naturales a niveles insostenibles. Las cifras avalan sus palabras: de seguir con los ritmos actuales de producción y consumo, se calcula que de aquí a diez años necesitaremos lo equivalente a tres planetas para satisfacer a una población mundial en crecimiento. Por eso, la transición ecológica, para ser justa, debe venir de la mano de una profunda transformación del modelo económico que tenga en cuenta la naturaleza finita de los recursos.
En el contexto actual, el impulso de la economía circular –representada en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12, que promueve modalidades de consumo y producción más sostenibles– juega un papel fundamental a la hora de redefinir un nuevo sistema de crecimiento sostenible. Y, aunque todavía falta un buen número de peldaños hasta alcanzar la cima, tanto el sector público como el privado están comenzando a pisar el acelerador.
Con el fin dar a conocer los avances en materia de economía circular, el Club de Excelencia en Sostenibilidad -la asociación empresarial líder en crecimiento sostenible-ha puesto en marcha una serie de jornadas en la que empresas y administraciones públicas compartirán sus buenas prácticas en las regiones de Castilla y León, Aragón, Cataluña, Valencia y Andalucía.
El primer evento se ha celebrado hoy en Valladolid y ha contado con la participación de representantes de Mahou San Miguel, Red Eléctrica, Renault, Placo Saint- Gobain y FCC, que han detallado de qué manera están incorporando la economía circular en sus modelos de negocio.
Reciclar, reutilizar, reducir. Las “3R” sobre las que se sustenta la economía circular han ido ganando peso en las actividades empresariales, aunque cada una ha incluido el modelo circular de una manera particular en sus estrategias de sostenibilidad. En esta línea, el Grupo Red Eléctrica se ha fijado, como parte de su modelo de negocio, el objetivo de ser una empresa líder en economía circular en 2030. Para ello, ha diseñado una hoja de ruta que contempla diferentes acciones que ayudarán a la compañía, desde un enfoque transversal, a impulsar la circularidad internamente y a movilizar al resto de actores clave.
Red Eléctrica ha comenzado ya a implantar un paquete de medidas para avanzar en la integración de la economía circular en sus procesos internos. Estas iniciativas abarcan desde la gestión de agua, suelos o residuos –con el fin de valorar estos últimos al completo– al consumo de recursos naturales y la eficiencia energética en los procesos.
También a lo largo de esta década, Mahou San Miguel enfocará su estrategia hacia una apuesta por la agricultura sostenible, el consumo de energías 100% renovables y la promoción de autogeneración energética. Es más, este año se ha propuesto reducir la huella de carbono en un 10% y otro tanto de su consumo de agua para 2025. La cervecera también espera valorizar el 99,87% de los residuos que genera.
Por su parte, FCC ha orientado sus acciones hacia los cultivos de biocombustible en vertederos como punto de partida para reutilizar, reciclar y apostar por las energías verdes, además de potenciar la movilidad sostenible y cero emisiones gracias a la utilización de vehículos eléctricos e híbridos para la recolección de residuos urbanos.
Renault, en la misma línea, promoverá una movilidad sostenible que reemplace el actual sistema de consumo de combustibles fósiles y sustituya, de paso, la manera en la que entendemos las ciudades. Placo Saint-Gobain apuesta ya por la recuperación de residuos de placa de yeso laminado, que pueden reciclarse al completo y de manera indefinida. Su intención última es clara: reintroducir este material en el proceso productivo y darle una segunda –e, incluso, tercera– vida.
Las alianzas entre empresas y entidades públicas para lograr que de aquí a 2030 todos los materiales y los procesos de producción sean circulares y sostenibles son imprescindibles para la economía del futuro. Porque, parafraseando a Ellen MacArthur, solo así conseguiremos el cambio sistémico que nuestro planeta necesita para sobrevivir.