Por segundo año consecutivo, el mundo ha dejado de progresar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Con esta contundencia lo advierten los expertos que firman el Sustainable Development Report, uno de los informes más valorados del mundo de la sostenibilidad, pues evalúa a cada país según su nivel de implicación a la hora de mantener el ritmo en el cumplimiento de estas metas medioambientales y sociales.
No es cuestión de una falta de compromiso. Más bien es que el contexto actual no lo está poniendo nada fácil: como ya advirtió el economista Jeffrey Sachs en la presentación del estudio, «para acelerar el progreso de los ODS necesitamos acabar con la pandemia, negociar el fin de la guerra en Ucrania y asegurar la financiación necesaria; los países pobres son los que se están viendo especialmente afectados por las repercusiones». Dado que actualmente vivimos en un mundo globalizado, igual que un equipo, cada país debe tender la mano al resto para evitar lastrar, aún más, los avances que necesitamos.
Todos los expertos coinciden en la conclusión: los ODS necesitan una mayor financiación. El dinero es innovación; la innovación es futuro. Y algunos países como España, conscientes de ello, han pisado el acelerador para seguir cumpliendo con las promesas que se acordaron frente a las Naciones Unidas. En 2022, según indica el informe, nuestro país avanzó hasta el puesto 16 del ránking global en desarrollo sostenible, aumentando cuatro puntos en comparación con el año anterior. La nota final es de un 80 sobre 100, lo que nos sitúa por encima de naciones como Bélgica, Portugal, Japón o los Países Bajos.
España puntúa alto en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: se sitúa en el puesto número 16, por encima de los Países Bajos y Bélgica
Es un crecimiento disimulado, pero relevante. El trabajo de España con los ODS ha registrado avances en 15 de 17 objetivos, haciendo especial hincapié en la igualdad de género, el agua limpia y el crecimiento económico, donde el informe aplaude los progresos a la hora de reducir brechas de educación y empleo, mejorar la gestión de los sistemas sanitarios o garantizar los derechos laborales fundamentales y mejorar el empleo. También reconoce los esfuerzos en la disminución de emisiones en las grandes ciudades y en la lucha contra el hambre.
Sin embargo, como el resto de países, el nuestro también tiene como asignatura pendiente la infrafinanciación. Así lo advirtió Leire Pajín, presidenta de Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible –la organización encargada de elaborar este estudio–: «Las lecciones aprendidas con las crisis actuales nos muestran la urgencia de una mayor conexión entre la ciencia y la toma de decisiones para acelerar múltiples procesos, como las energías limpias».
Uno de los mayores motivos tras este problema es que los países más vulnerables –a su vez, los más afectados por la crisis climática– no han tenido la oportunidad de recuperarse aún de la crisis sanitaria y la económica. Y sin recuperación, los ODS pierden prioridad. De hecho, estas crisis se han solapado bloqueando, principalmente, los avances en la reducción de la pobreza (ODS 1) y la garantía de un trabajo decente (ODS 8). Basta un dato para comprender lo que ocurre: en 2015, los países en vías de desarrollo avanzaban mucho más rápido en compromisos medioambientales que los desarrollados.
Para garantizar que los países vulnerables puedan volver a subir al tren de los ODS es fundamental ampliar las vías de financiación que les ayuden a recuperarse definitivamente de la crisis sanitaria y económica
«A mitad de camino del 2030, necesitamos urgentemente un plan global de financiación de los ODS, además de mayores compromisos provenientes de los países del G20», advierte el informe. «Con la financiación, las innovaciones tecnológicas y la ciencia pueden ayudar a identificar soluciones en tiempos de crisis y contribuir de forma decisiva a la hora de responder a estos problemas». En otras palabras, para garantizar el cumplimiento de los ODS es requisito fundamental dirigir los objetivos económicos hacia la inclusión de los países vulnerables.
Para ello, REDS subraya cuatro prioridades. En primer lugar, advierte que los países del G20 deben comprometerse mucho más a la hora de enviar mayores flujos de financiación a los países vulnerables, para que estos puedan desarrollarse económicamente y alcanzar los ODS. Además, también deberían ampliar su capacidad de préstamo para el mismo cometido y apoyar otras medidas que puedan ampliar la capacidad de subvención. Aunque los países vulnerables también tienen deberes: deben esforzarse en mejorar sus políticas económicas con diversas medidas para prevenir futuras crisis y volverse más estables.
En conclusión, la correcta financiación de los ODS necesita construirse sobre un pilar de alianzas. Una vez más, resalta la importancia de los compromisos comunes entre instituciones públicas y privadas para acelerar las decisiones definitivas que nos ayudarán a hacer frente a los grandes retos de nuestro tiempo. El momento es ahora.