Una gestión forestal sostenible no solo en verano, sino durante todo el año, es imprescindible para prevenir los grandes incendios y enfrentar el incremento de la temperatura global.
El calentamiento global está provocando un alza desmesurada del número de incendios en nuestro país. Cada verano, nuevos miles de hectáreas de bosques peninsulares se unen a las ya incineradas el verano anterior. Es justamente en los meses de calor cuando los organismos oficiales se aplican con mayor esfuerzo no solo a la extinción de incendios, sino a su prevención. Pero ¿qué ocurre durante el invierno? ¿No se debería prestar atención a dichas labores de prevención cuando el número de incendios no desborda a los equipos humanos y profesionales que se encargan de su extinción?
En el marco de la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 15 para la conservación de los ecosistemas terrestres, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) destaca la importancia de que se aplique en los bosques del planeta una gestión forestal sostenible.
La gestión forestal sostenible asegura que los bosques proporcionen los suficientes bienes y servicios para satisfacer las necesidades actuales y futuras de las comunidades
La gestión forestal sostenible es un concepto dinámico y en continua evolución, que varía dependiendo de las peculiaridades forestales de cada región del planeta. Pero su objetivo es claro: asegurar que los bosques del planeta proporcionen los suficientes bienes y servicios para satisfacer las necesidades actuales y futuras de las comunidades. Para ello es preciso combinar el aprovechamiento de los recursos que proveen los bosques con su capacidad de regeneración, su biodiversidad y su vitalidad. La aplicación de dicha gestión forestal sostenible abarca aspectos no solo sociales y medioambientales en el uso y conservación de los bosques, sino también administrativos, jurídicos, económicos y técnicos.
Hemos escuchado en numerosas ocasiones: “Los incendios se apagan en invierno”. Esta expresión anima gran parte del espíritu de la gestión forestal sostenible.
El cambio climático influye en la intensidad de los fuegos que arrasan, cada verano, nuestros bosques. Estamos sufriendo las consecuencias de las pocas lluvias, unos veranos más largos y un aumento excesivo de las temperaturas. Pero más allá de estas condiciones meteorológicas, los incendios podrían minimizarse si se aplicase una correcta gestión forestal.
La pérdida de aprovechamientos tradicionales en el medio rural favorece que nuestros bosques acumulen mayor combustible en forma de biomasa forestal. En los últimos 50 años, los bosques de nuestro país han aumentado en casi 4 millones de hectáreas y somos, por detrás de Suecia y Finlandia, el tercer país de la UE en superficie forestal. Pero este incremento, lejos de ayudar a combatir el cambio climático, supone un peligro. Se trata de hectáreas de terreno que no cuentan como bosque, sino que son una masa forestal vulnerable y no gestionada que favorece la propagación de los grandes incendios y dificulta en extremo las tareas de extinción. Toda superficie forestal no gestionada se convierte en combustible.
En los últimos 50 años, en España, la masa forestal no gestionada que facilita la propagación de incendios ha crecido en 4 millones de hectáreas
Para evitarlo sería imprescindible reforzar el número de efectivos humanos dedicados durante todo el año, especialmente durante el invierno, a la vigilancia y el cuidado de los montes. Igualmente, es imprescindible dinamizar el medio rural e incentivar la economía de los pueblos de nuestro país fomentando actividades que generen paisajes fragmentados y potencien una actividad productiva sostenible. De esta manera, afrontaríamos los riesgos de las temporadas estivales con una mayor seguridad.
En España, la Norma UNE 162.002 de Gestión Forestal Sostenible certifica las hectáreas de bosques que cuentan con un sistema de gestión regido por criterios de sostenibilidad que no solo afectan a los propios bosques, sino también a los productos obtenidos de manera industrial de su madera. En la actualidad, cerca de 3 millones de hectáreas cuentan con esta certificación, otorgada por los dos organismos de observación forestal sostenible con mayor reconocimiento a nivel europeo: PEFC y FSC.
Urge controlar el crecimiento de masa forestal desatendida, y nuestros bosques deben ser gestionados de manera sostenible durante todo el año.