Si muchas tecnologías relacionadas con la información y la comunicación se desarrollaron en épocas de guerra o conflicto, o al menos se mejoraron –cabe recordar que le debemos internet a la Guerra Fría y las radiografías a la Primera Guerra Mundial–, esta trágica crisis sanitaria ha permitido dar un impulso al desarrollo de soluciones innovadoras relacionadas con el ámbito sanitario.
La pandemia mundial de COVID-19, la primera registrada que afecta a toda la Humanidad prácticamente al mismo tiempo, ha agudizado el ingenio de los investigadores médicos por la vía de la necesidad y ha impulsado la búsqueda de nuevas aplicaciones a numerosos proyectos ya en marcha. A continuación, seis inventos que han acelerado su desarrollo durante la crisis del coronavirus:
La mascarilla reutilizable con filtro antiviral
Recientemente, un equipo de bioquímicos británicos ha patentado una “redecilla antigérmenes” insertable en una mascarilla lavable y reutilizable: la Virustatic. Así, esta mascarilla se presenta como una solución al exceso de deshechos plásticos asociados al exceso (y necesario) uso de material sanitario. La empresa de biotecnología británica llevaba 10 años trabajando en este proyecto que ha acabado de desarrollarse en los últimos meses y que ya han comprobado que es capaz de atrapar el 96% de los microorganismos suspendidos en el aire. Ahora, la compañía trabaja en la fabricación de una versión más asequible que sea accesible para la mayor parte de la población.
El monitor de respiración en remoto
Imagine que colocando debajo de la cama una tabla semejante a la de la cocina alguien pudiese controlar su respiración en remoto. Aunque parezca fruto de la ficción, esta tecnología ya existe y permite a los sanitarios identificar los cambios en la respiración de los pacientes a través de un análisis de los movimientos del pecho sin necesidad de que haya contacto físico. Se trata de un producto de la compañía israelí EarlySense Ltd. que, aunque de momento solo está disponible en Israel por su alto coste, ya tiene la aprobación para ser comercializado tanto en EE.UU. como en la Unión Europea. El dispositivo registra los signos vitales del paciente 100 veces por minuto y no necesita estar conectado al mismo: basta con colocarse debajo del colchón de la cama, por lo que se considera ideal para personas de riesgo. No obstante, la compañía ha propuesto también su utilización para el monitoreo de portadores asintomáticos en cuarentena.
El llavero antimicrobiano
Se trata de un artilugio en forma de llavero ergonómico que sirve para entrar en contacto con superficies de especial riesgo como los botones de un ascensor, los pomos de las puertas o los frigoríficos. El llavero, creado por la compañía estadounidense Hygiene Hand, pretende sustituir a los dedos en casos en los que no se posible la desinfección y así evitar exposiciones innecesarias en el personal médico. Sus beneficios se basan en algo tan simple como el material: el latón. De uso bastante común ya en hospitales, es un material en el que bacterias y virus difícilmente permanecen. Más allá del uso sanitario, la empresa se atreve a recomendarlo en acciones cotidianas de particulares como lo puede ser acudir al cajero.
El casco inteligente para la fiebre
Este invento supera incluso a la ciencia-ficción. La compañía china KC Wearable ha empezado a comercializar un casco inteligente que puede detectar a personas con fiebre a una distancia de hasta cinco metros, haciendo sonar una alarma cuando alguien con una temperatura elevada se acerca. A día de hoy, lo está testando la policía de las ciudades chinas de Shenzhen, Chengdu y Shanghái. Este casco cuenta con un detector de temperatura infrarrojo, un visor de realidad aumentada, una cámara que puede leer códigos QR, además de wifi, Bluetooth y 5G. Equipado con tecnología de reconocimiento facial, esta innovadora tecnología también permite ver el nombre del sujeto en la visera y acceder a su historial médico.
Salas de aislamiento impresas en 3D
Ante la escasez de camas hospitalarias, la firma china Winsun ha reconvertido un invento originalmente pensado para la instalación de cabañas en salas de aislamiento. Se trata de unos habitáculos vacacionales que iban a ser impresos en 3D y que fueron reutilizados durante la cuarentena en China, donde se llegaron a fabricar, según la compañía, 15 salas de aislamiento para enfermos de coronavirus en un solo día. Estos pequeños edificios tienen duchas y baños sostenibles, y se imprimieron a través de un proceso de extrusión, con un brazo robótico montado sobre rieles que iba depositando capas de hormigón para construir las paredes. En el proceso se utilizaron escombros de construcción reciclados.
Desinfectador de aire
Este invento de un médico español a finales de marzo lo adquirieron varios hospitales de Wuhan y ya se comercializa en medio mundo. Del tamaño de una mochila, limpia de virus y bacterias el aire de habitaciones cerradas. El doctor catalán Pere Moragas lleva trabajando en él 18 años, pero no ha podido comercializarlo a gran escala hasta la llegada de la pandemia, que lo ha convertido en necesidad. Sirve para proteger espacios y a personas no infectadas y se usa ya en los hospitales de tres continentes.