Biotecnología: una revolución que ya está aquí

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Erradicar el hambre en el mundo, combatir enfermedades cuya cura aún se desconoce, reducir las emisiones de CO2 para frenar el cambio climático y garantizar la conservación del medio ambiente. El siglo XXI se enfrenta a estos y una larga lista de grandes desafíos. La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas se encargan de recordarnos que debemos trabajar sin descanso para hacerles frente.

Pero para abordar retos de tal magnitud se requieren nuevas estrategias y disciplinas científicas. Y es que las tecnologías utilizadas hasta ahora parecen ser ineficaces o, en el mejor de los escenarios, incompletas. Por eso, la esperanza está puesta en el desarrollo de revolucionarias técnicas. Entre todas ellas destaca la biotecnología, una disciplina que, según define la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “emplea los principios de la ciencia y la tecnología a los organismos vivos y los productos derivados de los mismos para alterar materiales vivos o no, con el fin de producir conocimientos, bienes o servicios”. Dicho de otro modo, es la aplicación de la biología para el beneficio humano y del medio ambiente.

El secretario general de EuropaBio (Asociación Europea de Bionindustrias), John Brennan, da un paso más allá en su definición. Según expone en un artículo publicado por European Biotechnology, “la biotecnología es capaz de acabar con las enfermedades a través de medicinas innovadoras, mejorar el suministro energético y la seguridad, ayudar a mitigar el cambio climático y contribuir al crecimiento económico y, al mismo tiempo, favorecer la creación de empleo”.

La biotecnología ya es una realidad en sectores como la agricultura o la asistencia sanitaria

Sin embargo, cabe preguntarse cuáles son sus aplicaciones específicas. Y más importante aún: ¿qué soluciones ya en marcha podrían ayudarnos a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara a 2030?

Biotecnología contra el hambre

Poner fin a la pobreza y al hambre –el primero y segundo de los ODS– son quizá unos de los objetivos más ambiciosos. El incremento de las necesidades de consumo de una población mundial también en expansión implica que garantizar el suministro alimentario sea una tarea cada vez más difícil de llevar a cabo. Por eso, Naciones Unidas pone el foco no solo en el aumento de las cantidades de alimento, sino también en la mejora y viabilidad de su distribución. Desde la entidad señalan que esta labor requerirá de la aplicación de la biotecnología en la agricultura, el medio ambiente y el cuidado de la salud humana sin riesgo ecológico. Y como es tiempo de actuar, ya son muchos los sectores que han comenzado a desarrollarse en esta dirección.

El agrícola es uno de los que más ha apostado en los últimos años por las soluciones biotecnológicas. Muchos agricultores utilizan bionutrientes y biofertilizantes (bacterias, hongos, levaduras) como sustitutos de los químicos y tóxicos que afectan tanto a la salud medioambiental como a la de las personas. Pero eso no es todo. La aplicación de la biotecnología en la agricultura permite aumentar el rendimiento y convertir el modelo productivo en uno más sostenible. Un ejemplo de ello es la modificación de cultivos como el maíz o la soja para que sean más resistentes a las sequías, más tolerantes a las plagas o, sencillamente, tengan unas mejores cualidades nutricionales. Estos avances, todavía en desarrollo, podrían contribuir a que en lugares como el continente africano –uno de los más afectados por las sequías–, las plantaciones no se echen a perder tan rápidamente. Además, las mejoras en las propiedades de los cultivos contribuirían a reducir la malnutrición y a acabar con el hambre en el mundo.

La biomedicina, otro campo de batalla

En el ámbito de la medicina, los profesionales también aplican estas nuevas técnicas para mejorar la calidad de vida y la salud de las personas y promover el bienestar para todos en todas las edades (Objetivo 3). “Actualmente se están utilizando las herramientas de la bioingeniería (una rama de la biotecnología) para una mejor comprensión de la conducta de las proteínas, las células, los tejidos y los órganos del cuerpo”, explican desde el Institute of Bioengineering of Catalonia. Los especialistas de este centro son capaces, entre otras cosas, de desarrollar soluciones como “nanocápsulas para la administración dirigida de medicamentos” y de estudiar de manera más exhaustiva “la invasión celular colectiva en el cáncer”. De esta manera, pueden realizar diagnósticos más personalizados y aplicar innovadoras terapias.

Otro de los campos de aplicación de la biotecnología es la regeneración y sustitución de tejidos. Conocida en este caso como ingeniería de biomateriales, esta técnica permite sintetizar y procesar materiales que puedan servir como soporte físico para los nuevos tejidos desarrollados en el laboratorio. Aunque suene a ciencia ficción, ya hay muchos proyectos en marcha que empiezan, no solo a dar resultados viables, sino a usarse en terapias de rutina.

Esta técnica permite regenerar tejidos, aplicar innovadoras terapias y realizar diagnósticos más acertados

Nieves Cubo, científica e investigadora del CSIC y miembro del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros, lleva varios años dedicada a la creación de piel humana mediante la técnica de la impresión 3D. “Antes, cuando un paciente tenía quemaduras grandes se tenían que extraer extensas áreas de piel para poder regenerar toda la superficie quemada. Ahora, con estos nuevos métodos, a partir de un centímetro cuadrado de piel somos capaces de generar metros y metros de piel en pocas semanas”, explicó durante su charla TED en Madrid.

Fuera de nuestras fronteras, la empresa argentina Life SI se dedica a la impresión 3D de órganos y tejidos. “Esta línea de trabajo busca resolver dos de las problemáticas de mayor impacto a la hora de hacer un trasplante. Por un lado, si logramos crear el órgano que el paciente necesita ya no dependemos de un donante específico. Por otro lado, si ese órgano se crea con las células del mismo paciente disminuimos drásticamente la probabilidad de rechazo”, explica en un vídeo Aden Díaz Nocera, fundador de la compañía.

Hacia la regeneración del medio ambiente

Más allá de las aplicaciones médicas, la biotecnología también es una técnica muy útil a la hora de mejorar el estado ecológico de los ríos y de estabilizar los márgenes fluviales. En este caso, como cuenta la Confederación Hidrográfica del Ebro en su blog, la bioingeniería “combina materiales vivos como semillas, plantas, partes de plantas y comunidades vegetales con materiales inertes como piedras, tierra, madera, hierro, acero” para consolidar los taludes, controlar la erosión y proteger el medio ambiente. Esto permite, no solo proteger, estabilizar y regenerar los suelos de una manera más rentable, sino embellecer el paisaje.