Megalópolis: el futuro del urbanismo

ciudades

Si te dijeran que las ciudades acogen a más de la mitad de la población mundial, ¿qué porcentaje de la superficie terrestre pensarías que ocupan? La respuesta es cuando menos impactante: solo representan el 2%. Sin embargo, su relativamente pequeña dimensión no impide que consuman más de dos tercios de la energía mundial ni que sean responsables de más del 70% de las emisiones de dióxido de carbono. Si le damos la vuelta a estos datos, los núcleos urbanos presentan un gran potencial para liderar el cambio hacia una economía sostenible y desarrollar soluciones de producción y consumo de energías limpias y eficientes que permitan recuperar la salud del planeta. Aunque todavía queda camino por recorrer, ya se están empezando a registrar cambios importantes en algunos puntos del globo.

Las ciudades son responsables de más del 70% de las emisiones de CO2

En la actualidad, más de 100 ciudades obtienen hasta un 70% de su electricidad de fuentes renovables como la hidráulica, la geotérmica, la solar o la eólica, según datos de Carbon Disclorure Project (CDP), una organización que evalúa las políticas medioambientales de las grandes urbes. El ranking se elabora a partir de datos obtenidos tanto del sector público como del privado y es el resultado de un análisis de cómo las ciudades gestionan las emisiones de gases de efecto invernadero y de cómo adaptan sus políticas a riesgos relacionados con el clima o la seguridad del agua. Reikiavik es quizás uno de los casos más evidentes de ciudad líder en fuentes renovables: el 100% de la energía que consume es geotérmica —una fuente limpia e inagotable— o hidráulica. Y esto no sucede solo en la capital islandesa, sino en todo el país. Por un lado, la tierra del fuego y el hielo es una zona de gran actividad volcánica, que genera una cantidad de energía suficiente para administrar el total de los sistemas geotérmicos del país. Por otro lado, los glaciares cubren el 11% del territorio y, cuando se deshielan, proporcionan los recursos necesarios para transformarse en energía hidráulica. Por si fuera poco, en los últimos años, Islandia ha maximizado sus líneas de actuación energética para convertirse en un país de carbón neutro antes de 2040. Lejos de allí, también Dubái se ha marcado una meta ambiciosa: que en 2050 el 75% de su energía provenga de fuentes renovables. Para ello, ha hecho una fuerte inversión en el proyecto de construcción de una ciudad sostenible, situada a unos 30 kilómetros de distancia del actual centro urbano. El objetivo a alcanzar en este nuevo núcleo es que la totalidad de la energía sea limpia. Así, las casas se han construido con materiales ecológicos y están recubiertas con una pintura reflectante que ayuda a rebajar las altas temperaturas. Además, todos los edificios disponen de paneles solares (algo verdaderamente práctico, teniendo en cuenta la cantidad de horas de luz del emirato), electrodomésticos eficientes, sistemas inteligentes de aire acondicionado y tecnología puntera diseñada para reducir el consumo de energía y agua.

Reikiavik, Dubái y Vancouver son algunas de las que ya han apostado por un modelo 100% renovable

En la misma línea, la ciudad más verde de Canadá, Vancouver, es otro ejemplo urbano que se abastece casi en su totalidad de energía limpia procedente de presas hidroeléctricas. Desde 2007, sus emisiones de CO2 se han reducido un 33%, lo que llevó a que ya en 2015 se marcase un objetivo todavía más exigente: convertirse en una ciudad 100% renovable y reducir las emisiones de dióxido de carbono un 80% antes de 2050. Para ello, su estrategia pone el foco en los dos principales responsables de la presencia de gases de efecto invernadero, el transporte y los edificios, que solo en 2014 fueron responsables del 90% del total de las emisiones. Una de las grandes propuestas del Gobierno estatal para llegar a la meta fijada es la de desarrollar edificios inteligentes y vehículos impulsados por energía eléctrica y biogás. Con todo, estos casos concretos de ciudades implicadas en la transición hacia un sistema energético global más limpio son todavía insuficientes para alcanzar el imperativo de mantener la temperatura global de la Tierra a 1,5ºC acordado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático solo dos años después de la firma del Acuerdo de París: se necesitan más urbes implicadas, ya que nunca antes los esfuerzos de ese 2% del territorio que representan las ciudades fueron tan necesarios para garantizar la supervivencia del planeta.