El futuro eléctrico que se avecina

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¿Qué pensaría Thomas Edison si levantase la cabeza y viera que hoy las bombillas pueden encenderse con la luz del sol? Como buen genio, seguramente al visionario le encantaría observar cómo el actual sistema energético evoluciona, no sin traspiés, hacia la descarbonización, la descentralización y la digitalización. Concretamente esta última, según el director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), José María González Moya, “nos permitirá una mejor gestión de los recursos y una mayor conciencia sobre cuándo y de qué manera consumimos energía”. La máxima expresión de esa conciencia parece ser el autoconsumo, una opción renovable que poco a poco ha ido conquistando el sector energético y que, sin duda, tendrá un lugar privilegiado en el futuro.

Al menos así lo prevé la Agencia Internacional de Energía Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), que en su último informe apunta a que el 50% del consumo final de la energía en el mundo será electricidad y, de ese porcentaje, el 86% tendrá origen renovable. “Las ventajas del autoconsumo son muchas”, recuerda González Moya. Y es que no solo permite al cliente final generar energía de forma limpia, implicarse en la gestión energética y contribuir así en la lucha contra el cambio climático, sino que también supone un ahorro económico gracias a la gran competitividad que han alcanzado las tecnologías como los paneles solares. Sin embargo, las placas fotovoltaicas ya no son lo que eran. Cada día salen al mercado nuevas e innovadoras soluciones que convierten a esta tecnología en un material de construcción atractivo y estético que puede acoplarse en los edificios y que, de cara al futuro, podría llegar a rediseñar la imagen de las ciudades.

No hay más que ver, por ejemplo, los paneles solares fotovoltaicos integrados en las tejas cerámicas de los tejados que ha desarrollado una empresa holandesa. Pero, además de estas tejas negras, han patentado también unas de terracota que podrán utilizarse en edificios históricos protegidos sin alterar su belleza y armonía.

La Agencia Internacional de Energía Renovable señala que el 86% de la energía eléctrica del mundo será limpia

¿Y si las tejas o paneles solares fueran las hojas de árboles y plantas a través de las cuales generar energía eléctrica? Lo que era inimaginable en la época de Edison es ya una realidad gracias a una compañía española que parte de la fotosíntesis para generar electricidad. Un sistema eléctrico recoge la energía que la planta produce en este proceso natural (electrones y H2O) y produce energía que permite conectar automáticamente teléfonos móviles a la red a través de una conexión NFC (Near Field Communication) implantada en lo que parecía ser tan solo la maceta de la planta.

Plantar árboles es una potente herramienta para combatir el cambio climático. Y aquí innovación y digitalización juegan un papel clave. Porque gracias a los drones se pueden detectar rápida y fácilmente espacios de reforestación. Lauren Fletcher, antiguo ingeniero de la NASA, ha creado una empresa que se encarga precisamente de esto. Su dron Robin es capaz de sobrevolar los espacios más escabrosos y plantar 120 árboles en un minuto. Su objetivo, sembrar 500.000 millones de árboles para 2050.

El futuro es eléctrico y aunque el uso de las renovables va en aumento, todavía queda camino por recorrer. Para ello debe darse primero “un importante cambio social e industrial”, además de “un refuerzo de la I+D en energía que incluye la necesidad de seguir en los avances tecnológicos en las energías solar fotovoltaica y eólica, así como a propiciar el desarrollo de otras formas de energía, como la eólica marina o la solar termoeléctrica”, apunta Julio Usaola, catedrático de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Carlos III.

“A medio plazo, las baterías de ion de litio serán las que tengan un mayor recorrido; a largo plazo, será el hidrógeno”

Afortunadamente, en nuestro país se ha apostado fuertemente por el campo de la Investigación, Desarrollo e Innovación en el sector de las renovables. Así lo corrobora el Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España que indica que el sector aportó 247 millones de euros en 2017 a I+D+i, un 3,3% de su contribución directa al PIB. “Esto es casi el triple que la media española (1,2%) y muy superior a la media de la Unión Europea (2%)”, señala el director general de la APPA.

En esta línea, el área que más va a crecer en los próximos años va a ser la del almacenamiento. Todavía en proceso de desarrollo, el poder almacenar el excedente de energía producida será clave a la hora de integrar las renovables de manera efectiva y, sobre todo, económica.

“A medio plazo, son las baterías de ion de litio las que pueden tener un mayor recorrido; a largo plazo, el hidrógeno puede convertirse en un vector energético que dé respuesta a consumos no eléctricos en el sector”, opina el catedrático Usaola. Desde su punto de vista, si esto no se desarrolla suficientemente, el uso de las renovables será menor y su coste, mayor.