Pequeños gestos para ser más eficiente (y ahorrar en la factura de la luz)

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Pulsar un botón y que se encienda una bombilla. Dejarla encendida durante horas aunque no estemos bajo su luz, al igual que mantenemos la televisión como ruido de fondo sin estar viéndola. ¿Cuánto le cuestan esos gestos a nuestro bolsillo? ¿Y al planeta? El 21 de octubre se celebra el Día Mundial del Ahorro de Energía con el objetivo principal de reflexionar sobre el excesivo consumo energético que realizamos cada día.

En los últimos años, el consumo de energía eléctrica no ha parado de crecer en todo el mundo. Además, pese a que las renovables logran ocupar un porcentaje cada vez mayor del mix energético –según las fuentes del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), en 2016, suponían un 13,9% del mismo–, la mayor parte aún procede de combustibles fósiles, sobre todo de petróleo –44,3%– y gas natural –20,3%–.

Desde el organismo estiman que, en nuestro país, aproximadamente el 36% del consumo total de energía lo producen las familias, repartiéndose entre el 17% en el uso del vehículo privado y un 18,5% a los usos energéticos de la vivienda, cerca de 4.000 kWh al año. «Desde la década de los años noventa y hasta hace relativamente poco, el consumo energético de los hogares españoles ha evolucionado por encima del crecimiento de la población, a una tasa incluso 3 veces superior. Eso se ha debido, principalmente, al incremento del equipamiento doméstico. Por otro lado, se ha mantenido un incremento progresivo del número de vehículos turismos, que ya en el año 2008 superaba los 22 millones de coches (1,3 coches por hogar), manteniéndose desde entonces estabilizado alrededor de esta cifra.

El 36% del consumo total de energía lo producen las familias

En la actualidad se han producido algunos cambios fruto de la coyuntura económica, dinámica de precios energéticos y mejoras tecnológicas asociadas al equipamiento e instalaciones térmicas de las viviendas, entre otros factores, dándose un acercamiento entre el ritmo de crecimiento de la población y el del consumo de los hogares», explican.

En los datos que recoge la Guía Práctica de la Energía del IDAE, los electrodomésticos son los responsables de casi el 62% del consumo de los hogares. El frigorífico (19%) es quien se lleva buena parte del gasto energético, por lo que, como apuntan de la OCU, es importante tener cuidado con el lugar en el que está situado –alejado de fuentes de calor y con espacio suficiente para los sistemas de refrigeración– y con la temperatura del termostato: si está demasiado frío, la factura subirá.

Como apuntan desde la organización, aunque el gasto energético de otros aparatos no sea tan elevado como el de las neveras y congeladores, también suponen un punto importante para rebajar nuestra huella energética. Pequeños gestos como poner el lavavajillas y la lavadoras en programas eco o fríos –que funcionan con temperaturas alrededor de los 50ºC y que pueden llegar a consumir hasta un 40% menos que aquellos que emplean agua caliente– son un gesto básico para no desperdiciar energía. También es importante actuar en lo que no vemos: los electrodomésticos en stand by son responsables de casi un diez por ciento del consumo. Para un consumo medio de 3.500 kWh/año, apagar del todo los aparatos que permanecen en reposo supondría un ahorro anual de 52 euros en la factura, según cifran en la OCU.

Ajustar la potencia eléctrica de nuestro hogar para adaptarla a nuestras necesidades reales de consumo, contratar tarifas con discriminación horaria o controlar la temperatura de la vivienda –manteniéndola entre 19 y 21º durante el día y no por encima de 17º durante la noche y realizando un correcto mantenimiento de los sistemas de calefacción– son algunas de las acciones sencillas que harán que la factura de la luz baje pero, sobre todo, que el planeta también ahorre unos recursos necesarios para la supervivencia de todos.