Conce Macías, directora de proyectos en AlmaNatura, comparte su perspectiva sobre el problema multifactorial que atañe a la España vacía: igualdad de género y sostenibilidad como bases del nuevo mundo rural.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la población activa femenina constituye tan solo el 49%, mientras que en el caso masculina esta cifra alcanza el 72%. ¿Es necesaria una perspectiva de género a la hora de abordar el problema de la España vacía?
Como mujer que vive y trabaja desde un pueblo de casi 900 habitantes, y liderando una organización que impulsa la reactivación rural, la perspectiva de género no solo es necesaria, sino urgente a la hora de solucionar un problema tan acuciante como es la España vacía. Los datos lo avalan: el INE nos desvela que, aun habiendo un millón más de mujeres que de hombres, la mayor parte de la población femenina se encuentra en las grandes ciudades, disminuyendo de forma drástica a medida que va disminuyendo la población. Es decir, que en pueblos de menos de 100 habitantes nos vamos a encontrar casi un 60% de hombres y un 40% de mujeres, existiendo más porcentajes de ellas, sin embargo, a nivel global.
De ese 40%, una gran proporción forma parte de una población adulta de más de 65 años, por lo que las edades de entre 18 y 45 años son aproximadamente las que emigran a la ciudad, dejando a los pueblos sin mujeres con edad fértil ya no solo biológicamente –lo que asegura la perpetuidad de la población rural– sino también laboralmente, lo que limita el desarrollo de ciertos sectores y el impulso de muchos otros.
Todas las personas somos importantes en este reto de la despoblación rural, por ello es necesario poner énfasis en la construcción de un mundo rural donde las relaciones sociales se transforman desde la familia, visibilizando capacidades y aspiraciones individuales y colectivas independientemente del género. Una sociedad donde las mujeres aportemos nuestra visión, conocimientos y experiencias en el desarrollo de estrategias igualitarias que pongan el foco en la recuperación y creación de un mundo rural donde tanto el hombre como la mujer puedan desarrollarse e interactuar en condiciones de igualdad para una gestión del talento enfocada en la resolución de los retos rurales.
¿Considera que es esta una oportunidad histórica para arreglar la brecha de desigualdad?
Cualquier momento puede ser una oportunidad histórica, aunque en estos tiempos que vivimos se está favoreciendo el hecho de crear organismos políticos y técnicos que sostengan esta prioridad y vigilen la evolución de las desigualdades y el impacto en la sociedad y en la política, al igual que impulsar medidas sanitarias que reduzcan las desigualdades y establezcan alianzas para impulsar políticas adaptadas. Reitero que estamos en el momento, aunque siento que aún tenemos que integrarlo a nivel social, educativo y familiar: no solo deben de existir normativas, decretos y estrategias que hablen sobre el tema, sino que hace falta que estas calen y sean entendibles por toda la sociedad para que se lleven a cabo.
«Aún seguimos viendo casos de cómo se proyecta al hombre desde la libertad y a la mujer desde el sacrificio y la subordinación en los pueblo»
Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, las sociedades que son muy desiguales son menos efectivas a la hora de reducir la pobreza. Por ello, si queremos revertir el movimiento de la despoblación, se vuelve necesaria una conexión entre las políticas de igualdad y de desarrollo rural que atiendan aspectos como el mercado laboral, el uso del tiempo, la percepción de la calidad de vida y la influencia de los estereotipos que aún existen y limitan el impulso del papel de la mujer en los entornos rurales.
¿Estamos ante una oportunidad? Diría que sí. ¿Estamos preparados para gestionar esa oportunidad? Es posible decir que a medias: aún seguimos viendo casos de cómo se proyecta al hombre desde la libertad y a la mujer desde el sacrificio y la subordinación en los pueblos. Para romper esos estereotipos se necesita actuar desde lo pequeño, y las políticas públicas aún no están diseñadas para ello, ya que esto no se arregla con la acción voluntaria de ciertas asociaciones u ONG; hacen faltan estrategias diseñadas desde la realidad rural y no desde una oficina en la ciudad.
Debido a la economía rural, habitualmente ligada a aspectos tradicionales, ¿se corre el peligro de que las mujeres terminen, de nuevo, limitadas a un solo tipo de trabajo? En este sentido, ¿cabe esperar nuevas oportunidades creadas por los usos de las nuevas tecnologías y la digitalización?
La participación laboral de las mujeres en los pueblos depende de la situación del mercado de trabajo, que es mucho menos diverso que en las ciudades. Este mercado laboral rural está condicionado en gran medida por la cualificación y la disposición del tiempo de la mujer, existiendo una demanda más enfocada al sector de la agricultura, los trabajos temporales y las necesidades de cuidado que solicita la población envejecida.
A este tipo de trabajo acceden mayoritariamente mujeres con niveles de estudios básicos, existiendo una emigración elevada de mujeres con altas cualificaciones formativas. Esto deja patente dos cuestiones a las que debemos de hacer frente las entidades que impulsamos el papel de los pueblos en la economía mundial si queremos que las mujeres diversifiquen su participación fuera del sector laboral tradicional. Por un lado, hace falta atender las necesidades educativas de las mujeres y, por otro lado, abordar la necesidad de diversificación de las oportunidades laborales adaptando e impulsando negocios en torno a sectores más innovadores vinculados a la digitalización, economía circular, etc.
Para que esto ocurra es necesario que existan servicios de cuidado a la infancia y a las personas mayores, que mejore la movilidad y exista una mayor sensibilización del mercado laboral del papel de la mujer en los entornos rurales, donde tiene que compaginar la vida laboral y la familiar por falta de servicios; si no, las mujeres no podrán desvincularse del sector tradicional, el cual está marcado por la falta de recursos.
Ante esta situación, el emprendimiento y las nuevas tecnologías se presentan como una oportunidad para poder compaginar ambas cosas. Una conexión digital mínimamente equiparable a las zonas urbanas reduciría mayoritariamente la exclusión digital que aún padece la población rural, y, por supuesto, un aumento de oportunidades para las mujeres que demandan instrumentos de trabajo eficaces para poder trabajar y llegar a cualquier lugar del mundo, realizarse y obtener unos ingresos dignos equiparables a cualquier carrera profesional.
¿Qué papel puede jugar lo que se ha venido a llamar «la economía de los cuidados» en esta clase de territorios?
Si miro tras la ventana de mi despacho en Arroyomolinos de León, veo a mi vecina Consuelo y a las hijas de Concha atender a sus mayores y a sus hijos, en jornadas interminables donde es imposible alternar el desarrollo profesional y el personal. Si sigo mirando más abajo de mi calle, me topo con las vecinas que hacen cuidados a domicilio y a otras que piden ayuda a sus madres para poder atender una tienda local, mientras sus hijos e hijas están fuera del colegio. Este sector sigue estando potencialmente vinculado a la mujer tanto en el ámbito profesional como a nivel personal como único medio de desarrollo para mujeres en pueblos de menos de 5.000 habitantes.
El cuidado es una capacidad intrínseca de cualquier ser humano solo que unos hemos tenidos contextos sociales que han permitido desarrollar más esta cualidad que otros, pero para sentirnos parte de esta sociedad la capacidad de cuidado debería de potenciarse, pues es ella la responsable de conductas respetuosas entre iguales y con el medio ambiente, ejes principales en la Agenda 2030.
«Es importante promover formalmente la economía del cuidado como una oportunidad laboral tanto para hombres como mujeres»
Si el cuidado está patente en el ámbito rural por sus características y también de forma intrínseca en cualquier ser humano, es importante promover formalmente la economía del cuidado como una oportunidad laboral tanto para hombres como para mujeres. Para ello, debemos enfatizar aquellos elementos del cuidado que producen o contribuyen a generar valor económico, potenciarlos y gestionarlos para visibilizarlos.
Los avances sustantivos que las mujeres han experimentado en términos de participación económica y política y de reconocimiento de derechos en diversos campos deberían también expresarse en el ámbito de la organización del cuidado, en el cual los cambios resultan, por el contrario, extremadamente lentos. Lograr mayor justicia en este campo es un paso ineludible para alcanzar mayor equidad económica y social y construir sociedades más igualitarias en el ámbito rural.
¿Qué papel ha de jugar la educación –y la concienciación social– en políticas de inclusión con un marcado enfoque de género?
Perdonad mi mala memoria. En algún lugar leí o escuché que, si ponemos consciencia de la pobreza, la violencia de género, la discriminación, la falta de recursos y de desarrollo en el ámbito rural, todas ellas tienen cara de mujer. Esto es curioso porque a pesar del convencimiento de una sociedad no sexista, todavía perdura una larga tradición de roles femeninos en situación de inferioridad en el mundo rural. Para poder sobreponerse a ello es necesario enfocarse en dos grandes sistemas: la familia y la escuela a cualquier nivel, desde centros primarios hasta el universitario, que promuevan una sociedad rural igualitaria.
El nivel educativo ha creado dos bandos diferenciados de mujeres que se desarrollan conforme a los ideales sociales actuales. Por un lado, las mujeres que han estudiado, han salido fuera del pueblo y se han convertido en profesionales de sectores novedosos. Por otro lado, mujeres sometidas al sistema tradicional familiar donde el hombre trae el dinero y las mujeres cuidan de la familia. Aún existen muchas mujeres en este segundo grupo, mujeres muy jóvenes que no ven posibilidades de desarrollo más allá que las tareas domésticas o pequeños negocios transitorios.
Aún existe un trabajo educativo maravilloso que realizar para lograr un desarrollo integral de las personas que formamos parte de los pueblos, independientemente de los estereotipos y roles en función del sexo. Como adultos, deberíamos tomar conciencia del camino que aún debemos recorrer tanto hombres como mujeres para alcanzar el objetivo común de una igualdad real y que, en consecuencia, traerá el desarrollo de oportunidades que ofrecerán una nueva perspectiva socioeconómica al mundo rural.
En términos de repoblación, son las mujeres jóvenes las que más abandonan los territorios «vacíos». ¿Cómo podemos favorecer el papel emprendedor de las mujeres en estas zonas, especialmente aquellas más jóvenes y así retener el talento?
Desde AlmaNatura llevamos desarrollando programas de emprendimiento como Holapueblo y GIRAMujeres donde potenciamos el emprendimiento femenino como un instrumento activo para favorecer la reactivación rural. Estos programas incluyen muchos de los aspectos que creemos indispensables para potenciar el papel emprendedor como uno de los pilares fundamentales en la regeneración socioeconómica de estos territorios.
Por un lado, creemos firmemente que para poder impulsar el emprendimiento femenino son necesarias algunas modificaciones sociales e institucionales que ayuden a gestionar, de forma equilibrada, materias específicas como la conciliación, ya que la familia y el entorno se convierten en barreras para poder conciliar el negocio y el trabajo familiar. El acceso a la financiación y la gestión económica, suelen ser dos temas bastantes limitantes. Al no poseer una educación financiera de forma generalizada llegamos fácilmente a la ideación de modelos de negocios viables que necesitan altos recursos financieros que ocasionan en muchas ocasiones el aplazamiento de la toma de decisiones a la hora de emprender.
Por otro lado, la ruptura de ciertos estereotipos también se convierten en barreras que afectan de forma negativa al emprendimiento femenino. Muchas veces se traspasan las creencias que el patriarcado ha creado y ha atribuido a las mujeres como aspectos propios de la mujer empresaria. Esto contribuye en gran medida a la construcción errónea de lo que es el emprendimiento femenino potenciando un factor bloqueador individual como es la autopercepción que tenemos de nosotras mismas como empresarias y que hacen surgir miedos, inseguridades, etc.
Aunque ponemos el foco en aquellas cuestiones que desde mi punto de vista hace falta fortalecer, no nos podemos olvidar de otras que ya existen y que es importante recordar y potenciar para fortalecer el papel de la mujer en el ámbito del emprendimiento. Ejemplos de ello son la capacidad que tenemos para la gestión y organización, un factor fundamental en el impulso de una empresa; nuestra sensibilidad en materia de retos sociales y ambientales, que abren la puerta al emprendimiento social, el apoyo institucional y de grandes empresas que potencian e impulsan el emprendimiento femenino; la capacidad de innovación y liderazgo; al igual que las capacidades personales y únicas que nos hacen estar más que preparadas para asumir el lanzamiento y puesta en marcha de negocios viables y sostenibles que generen oportunidades en el medio rural.
La ministra Teresa Ribera habló el pasado 8 de marzo de «proyectos de emprendimiento en el ámbito rural, proyectos que demuestran que lo rural es sinónimo de solidaridad». ¿Qué clase de iniciativas cree que se deberían implementar para cohesionar estos territorios?
AlmaNatura ha podido reconstruir con los fondos ahorrados durante 25 años, un molino harinero, símbolo de la historia y sentido de pertenencia de Arroyomolinos de León. El objetivo no es convertirlo en un espacio expositivo, sino un espacio donde ocurran cosas, un espacio vivo que impulse investigaciones, proyectos, charlas y reflexiones que potencien la innovación en el ámbito rural por ello este molino harinero se ha convertido en un Laboratorio de Innovación Rural (AlmaNatura Lab) capaz de provocar el desarrollo y avance de la sociedad rural.
En los pueblos reside el gran saber de personas y entidades que llevan trabajando y aprendiendo de los ciclos y procesos naturales y sociales de estos territorios. Dicha interacción debe de generarse y promoverse con el objetivo de construir nuevas sinergias e intercambio de aprendizajes entres los agentes claves del territorio que den forma a soluciones temáticas a través de centros de conocimiento que ponen la tecnología, el saber y la planificación al servicio de los entornos rurales.
Estamos en un momento importante de sensibilización sobre el estado de los pueblos, aunque es necesario pasar al segundo nivel. El emprendimiento, la salud, la educación o la tecnología son ejes vertebradores del futuro de los pueblos que deben de ser consensuados y gestionados. No podemos trabajar solos. Hace falta unión y respeto ante las problemáticas y soluciones que se plantean desde cualquier organismo y desde la propia ciudadanía.
Es momento de poder impulsar estrategias y sistemas de aprendizajes basados en la creación de conocimiento compartido como realizamos de forma interna en AlmaNatura con entidades como Red Eléctrica de España y Correos, que permitan potenciar las capacidades de las zonas rurales para construir nuevas soluciones a los retos que enfrentamos de forma conjunta. Son necesarios proyectos de colaboración entre especialistas de terreno, investigadores, organizaciones rurales, empresas, ONG y Gobiernos locales que tengan la potencialidad de encontrar soluciones que ninguno de los actores individualmente se hubiese atrevido a identificar o tenga la capacidad de abordar.