El ser humano representa una parte ínfima en el planeta: como especie, tan solo componemos un 0,01% del total de la biomasa. Somos más de 7 millones de personas pero el resto de especies de flora y fauna nos supera con creces. Al menos en cuanto a densidad poblacional porque, por primera vez en la historia, la masa de todas nuestras creaciones supera a la masa de origen natural, la de todos los seres vivos. Y no termina aquí: el peso total de nuestros edificios, carreteras, ropa, envases, teléfonos móviles, antenas y cualquier objeto que ahora mismo tengamos en nuestras manos se triplicará en las dos próximas décadas.
Estas son las conclusiones que ha publicado en la revista Nature un grupo de investigadores tras categorizar y analizar cientos de estadísticas, estudios e informes para estimar la biomasa que representan tanto los reinos animales y vegetales como todo lo creado por los humanos. La acumulación de masa antropogénica alcanza la inconcebible cifra de 1,1 billones de toneladas frente a poco más de una tera tonelada que forman todos los seres vivos de otra especies que habitan la Tierra. Simplificándolo: de media, indican los investigadores, por cada persona se crea una cantidad de masa antropogénica igual a su peso corporal cada semana.
“La masa de los edificios e infraestructuras superan con creces a la de los árboles y matorrales”, indican los científicos en el documento. Además, todos los plásticos que existen sobre la faz de la tierra ya superan al peso de de los animales marinos y terrestres que viven en la actualidad. La biomasa, en cambio, no ha variado en todos estos años también debido a nuestra forma de vida, una compleja interacción entre deforestación, aforestación y las emisiones de CO2, además de otros factores. ¿Qué dice esto de los 300.000 millones de años que llevamos haciendo de la Tierra nuestro hogar?
Deforestación y uso del suelo, los principales culpables
Con los datos de la mano, este grupo de investigadores ha podido dibujar una línea cronológica sobre cómo hemos evolucionado en cuanto al uso de materiales se refiere. Los cambios en la producción y consumo de materiales antropogénicos, indican los científicos, siempre responden a fenómenos globales como las guerras o las crisis económicas profundas. En 1900, la masa antropogénica apenas suponía el 3% de la biomasa. Sin embargo, con la llegada de la II Guerra Mundial, la crisis económica y la posterior época de bonanza, la producción de materiales se aceleró. La actualidad lo confirma: hasta cuatro quintas partes de los productos y objetos que usamos hoy en día tienen menos de 30 años.
A partir de los años 50, el ladrillo se cambió por el hormigón -uno de los materiales más destructivos de la Tierra que consume casi una décima parte del agua industrial- como consecuencia de la intensa construcción de carreteras de asfalto para facilitar la comunicación entre ciudades. En este punto la masa antropogénica comenzó a subir un 5% cada año, “reflejando el fuerte incremento en el consumo, la recuperación demográfica y el desarrollo urbanístico”. En paralelo, la biomasa -el 90% está formada por especies de origen vegetal- ha descendido hasta la mitad como resultado de esta intensa actividad humana.
Los científicos advierten: de seguir con el ritmo actual, en 2040 el peso de todo lo que hayamos producido superará los tres billones de toneladas, triplicando en tan solo veinte años la cantidad acumulada en más de un siglo. Pero el problema no solo está en lo que producimos, sino en la materia prima a la que recurrimos: según cálculos de Greenpeace, hoy en día se extraen alrededor de un 50% más de recursos naturales que hace 30 años, una cifra equivalente al peso de 41.000 edificios como el Empire State Building. En nuestro país, los actuales patrones de consumo nos muestran que los españoles necesitaríamos casi 3,5 veces nuestro territorio para conseguir los recursos naturales que demandamos.
No cabe opción a negarlo: producimos y consumimos mucho más de lo que necesitamos. Es nuestra responsabilidad evitar que, en un futuro no muy lejano, el color gris del hormigón gane al verde de nuestros bosques.