La madera puede ser tan fuerte como el acero y guardar en su interior un nuevo futuro para la energía eólica. Así lo ha demostrado la localidad de Björko, a las afueras de Gotemburgo (Suecia), tras construir un aerogenerador de madera de más de 30 metros de altura. Es el primero del país y se ha convertido en un espejo en el que actualmente se miran el resto de economías por tres motivos muy concretos: al ser un material más barato que el acero reduce en gran medida los costes de producción, proporciona un mayor ahorro energético y minimiza drásticamente su impacto medioambiental.
Estos nuevos modelos de aerogeneradores, que se suman a otras iniciativas de menor impacto como los aerogeneradores sin aspas, están construidos en madera laminada, un material capaz de adaptarse sin mayores complicaciones a la altura que necesiten las torres. Además, se consideran climáticamente neutros, ya que la madera utilizada para su construcción proviene directamente de árboles que ya han absorbido su parte de dióxido de carbono. «Una torre de madera puede reducir hasta 2.000 toneladas de emisiones», calcula Otto Lundman, presidente de la compañía que ha creado este modelo, Modvon. «Es un avance importante que abre camino a la generación de nuevos aerogeneradores».
Sin embargo, fue Alemania el primer país que apostó por la madera para la producción eólica en 2012, abriendo la veda a nuevas obras de la ingeniería basadas en las materias primas que nos aporta la naturaleza y que siempre nos han acompañado. Es importante tener en cuenta que las turbinas eólicas tienen una vida útil media de 20 a 25 años, así que los primeros aerogeneradores que se instalaron a principios de este siglo pronto nos harán plantearnos cómo desmantelarlos y deshacernos de sus residuos de una forma respetuosa con el medio ambiente.
Volver a lo básico
En la actualidad, el 85% de los materiales que componen los campos eólicos son reciclables pero, según cálculos de la Universidad de Cambridge, en los próximos años se producirán 43 millones de toneladas de materiales eólicos que deberán encontrar un destino. Los materiales más tradicionales se presentan así como el mejor aliado para afrontar la transición energética de la forma más sostenible.
Otro buen ejemplo de esta nueva ambición por reducir el impacto medioambiental de las energías renovables a través de materias básicas lo encontramos en la energía solar. Cada panel fotovoltaico produce una huella de 29 gramos de dióxido de carbono por kW, una cifra que debe reducirse de cara a garantizar la eficiencia energética sostenible.
Por eso, varias empresas españolas están desarrollando un proyecto capaz de reducir hasta un 30% la huella de carbono de la industria fotovoltaica, empleando más eficientemente sus recursos e innovando en materiales que abaratan el precio y, además, son más reciclables, como la plata o el indio. Por otro lado, la Universidad de Berkeley (California) ha descubierto que es completamente factible utilizar metales oxidados para fabricar paneles solares, reciclando esos materiales, que, de otra forma, acabarían en la basura y abaratando el coste de producción de energía solar.
Los sectores de la arquitectura y la construcción recurren de nuevo y cada vez más a los materiales provenientes de la naturaleza para erigir las viviendas del futuro. Para 2050, el mundo tendrá que dar un techo a más de 9.700 millones de personas, según cálculos de las Naciones Unidas, por lo que garantizar la sostenibilidad de nuestros hogares pasará por hacerlo de la forma más circular posible.
Entre los nuevos materiales que se están utilizando para las viviendas encontramos paneles que reemplazan a la madera y están fabricados a partir de desechos de cultivo de trigo, pintura ecológica creada con arcilla y proteína de la leche, mycelium -una especie de hongo- para crear ladrillos resistentes, fibras de celulosa para aislar los hogares de las temperaturas extremas o ceniza volcánica como sustituta del cemento.
Según el informe Innovación y Sostenibilidad en Materiales 2020 de Alimarket, en los últimos cinco años los fabricantes de materiales lanzaron 1.769 nuevas soluciones sostenibles de cara a reducir el impacto medioambiental de nuestra actividad en el planeta. Desde los primeros días de vida de la humanidad, el ser humano siempre ha buscado imitar a la naturaleza y vivir a su imagen y semejanza. A fin de cuentas, nada es tan eficiente y circular como la propia vida del planeta, por lo que vivir de forma sostenible debe basarse en la aplicación de sus materiales más básicos, aquellos que permitan devolverle lo que hemos tomado prestado durante tanto tiempo.