A la hora de abordar la Agenda 2030 son varios los retos a los que nos enfrentamos como sociedad, entre ellos la correcta consecución de algunas de sus metas en territorios con menos recursos o más aislados, como pueden ser los entornos rurales. Es en estos lugares donde toman vital importancia algunas de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como son el comercio justo, la protección del medio ambiente o el reequilibrio entre el medio rural y el urbano.
El pasado 3 de julio se celebraba el Día Internacional de las Cooperativas, una oportunidad idónea para destacar el papel de este tipo de agrupaciones en ámbitos clave como la salud, la agricultura, la producción, el comercio minorista, las finanzas, la protección del medio ambiente o los servicios sociales. La ética tras el movimiento cooperativista, de colaboración y apoyo mutuo, se presenta como fundamental para afrontar estos retos, y estas agrupaciones se revelan como un factor clave en la transformación que estamos llevando a cabo de nuestros modos de producir y consumir. “Las empresas cooperativas logran el desarrollo sostenible para todos”, asegura Naciones Unidas.
Según el Libro Blanco de la Agricultura y el Desarrollo Rural, en Europa existen en torno a 30.000 empresas cooperativas con casi nueve millones de socios y más de 600.000 trabajadores. Su volumen de negocio alcanza los 210.000 millones de euros, representando más del 60% de la producción, transformación y comercialización agraria.
El movimiento cooperativo se encarga de que los beneficios sociales, medioambientales y financieros alcancen a aquellos grupos pertenecientes a la base de la pirámide económica, creando oportunidades y fomentando la inclusión financiera. Muchos de los valores sobre los que se asienta el sector desde hace más de un siglo son los mismos que se tratan de reforzar y poner de manifiesto a través de los ODS. La equidad, la participación directa, la defensa de libertades religiosas y políticas, etc., son algunos de estos pilares, que ahora se consideran fundamentales para la transformación de nuestra sociedad a nivel mundial.
Así, ciertos ODS como el 1 (Fin de la pobreza), el 2 (Hambre cero), el 12 (Producción y consumo responsables) y, en especial, el 17 (Alianzas para lograr los objetivos), encuentran en estas asociaciones y/o empresas una herramienta estratégica desde la cual hacer partícipes a la ciudadanía y a los productores en la consecución de sus metas, a la vez que se tejen redes de cooperación y redistribución del capital. El cooperativismo cuenta con una vinculación directa con 69 de las metas marcadas por los ODS, el 41% del total existentes. De esta forma, la apuesta y fortalecimiento de un sector como el cooperativo se convierte en un aspecto esencial para la transformación sostenible de las agendas mundiales. Así, algunas iniciativas a nivel mundial como AgriCOOPDS, liderada por el Foro Rural Mundial, son un instrumento clave en el desarrollo y consecución de las metas planteadas por los ODS y su correcto impacto sobre los diferentes territorios, teniendo en cuenta que cada uno cuenta con necesidades específicas.
El cooperativismo nació en el siglo XIX como respuesta a las necesidades de colaboración entre productores y consumidores para una mejor y más beneficiosa redistribución de la riqueza y los beneficios en general, así como por la lucha conjunta para la obtención de más derechos y justas regulaciones al comercio. A pesar de su longevidad, cada vez está más presente en todos los sectores, y no únicamente en el agrario; por ejemplo, también existen cooperativas de artistas o periodistas. Es indispensable tener en cuenta un movimiento con tanta fuerza, que además plantea un modelo económico distinto al capitalista, donde la acumulación financiera se ve sustituido como primer objetivo por el reparto equitativo entre todos. Esto hace que esté en constante tangencia con otros modelos de economía solidaria, como las economías feministas o los modelos ecológicos. Aun así, su pertinencia se mantiene vigente, y ahora, cuando la colaboración y el refuerzo de las redes de apoyo son más necesarios que nunca, otras formas de entender la economía desde un planteamiento más social y humano son esenciales.