Sin excepción alguna, el cambio climático afecta a todos los ciudadanos del mundo. Sin embargo, su impacto se reparte de manera desigual: según datos del Banco Mundial, los más vulnerables ante la crisis climática son aquellos que viven en las zonas más desfavorecidas del planeta. Y las diferencias no acaban ahí. Organismos internacionales, como el World Economic Forum o la ONG Oxfam, estiman que las mujeres son mayoría entre estos colectivos y, por tanto, son las que más sufren los efectos del cambio climático. “La desigualdad económica y social en la que viven las mujeres respecto a los hombres condiciona sus responsabilidades, vulnerabilidades y capacidades de respuesta y adaptación”, detalla el informe Gender and Climate Toolkit del eurogrupo Verdes/ALE presentado en la cumbre del clima de Katowice (COP24) el pasado diciembre. Así, acentuar la perspectiva de género en la lucha contra el cambio climático se presenta como una oportunidad única para combatir dos de los principales desafíos actuales recogidos en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU: acabar con la desigualdad entre hombres y mujeres, y garantizar la supervivencia del planeta.
Conscientes de que son víctimas de esa doble desigualdad, mujeres de todo el mundo han decidido actuar y convertirse en agentes imprescindibles en la lucha contra el cambio climático. Sylvia Earle y Josefina Castellví son un claro ejemplo de ello. Nacidas en 1935 –la primera en Estados Unidos y la segunda en España– ambas estudiaron biología en su juventud y desde entonces han dedicado prácticamente toda la vida al estudio de la fauna y la flora marina.
Como miembro de la National Geographic Society, Earle ha participado en más de 100 expediciones submarinas por todo el mundo y acumula ya más 7.000 horas de buceo destinadas a fomentar la conservación de los océanos. Además, la investigadora y divulgadora ha liderado diversos proyectos internacionales como el de Mares Sostenible o Mission Blue que han recibido el reconocimiento de Naciones Unidas. Sin ir más lejos, el año pasado recibió el premio Princesa de Asturias de la Concordia por su lucha por la protección de algas marinas.
La carrera de Castellví no ha sido menos intensa. A inicio de los años 80 se convirtió en la primera mujer en participar en una expedición a la Antártida y en dirigir la Base Antártica Española Juan Carlos I. A sus 83 años cuenta con más de 70 trabajos científicos publicados. Hace unos pocos años decidió retirarse, no sin antes recordar que, “ante el inapelable cambio climático, los jóvenes son los que deben tomar el relevo”.
Su llamamiento ha sido escuchado por las 100 mujeres científicas que el año pasado fundaron el proyecto Homeward Bound, una iniciativa que, bajo el lema “la madre naturaleza necesita a sus hijas”, ha creado a un grupo de trabajo liderado e integrado por científicas que buscan en la Antártida nuevas soluciones para frenar el cambio climático. A poco más de un año de su creación, ya se han realizado cuatro investigaciones. De esta manera pretenden también acabar con la desigualdad visible tanto en el mundo científico como en los puestos de liderazgo y de toma de decisiones.
Por este motivo, no podía faltar la mención a Inger Andersen, la actual Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La economista y ecologista danesa empezó su labor para salvar el planeta en 1987, cuando entró a formar parte de la Oficina Sudano-Saheliana de Naciones Unidas con el objetivo de buscar mecanismos contra la hambruna y la sequía que azota las zonas más empobrecidas del mundo. Desde 2015 ejerce de Coordinadora de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, desde donde trabaja para garantizar un desarrollo más justo y sostenible.
Entre las referentes mundiales en activismo medioambiental se encuentra la ecofeminista, filósofa y doctora en Física, Vandana Shiva. Autora de numerosos libros en defensa de la naturaleza, es también una de las fundadoras de la unidad de género del International Centre for Integrated Mountain Development y de la Women’s Environment & Development Organization. Shiva ha dedicado toda su vida a la conservación del medioambiente, un esfuerzo por el que ha sido galardonada, entre otros, con el premio Right Livelihood Award, considerado “el Nobel alternativo”.
Sin título ni cargo, las mujeres indígenas de Latinoamérica también lideran la guerra a favor del medioambiente. A diario trabajan desde el anonimato para evitar el expolio de la tierra por parte de las grandes empresas que quieren beneficiarse de los recursos naturales. La escritora Aimé Tapia recoge en su libro ‘Mujeres indígenas en defensa de la tierra’, la historia de mujeres como Milagros Guevara, que se enfrentó a una multinacional a principios de los 90 cuando esta se instaló en el acuífero de Nejapa en San Salvador o María de Jesús Patricio Martínez, actual portavoz del Consejo Indígena de Gobierno de Jalisco que lucha por los derechos de las mujeres indígenas y de las tierras que habitan.
Entre las nuevas generaciones destaca la adolescente sueca Greta Thunberg. A sus 16 años la joven es consciente de que ella y los que vengan después serán los que más sufran las consecuencias del cambio climático. Y no ha dudado en comunicárselo al mundo. Tras vivir uno de los veranos más calurosos de su país, en agosto de 2018 Thunberg decidió que los viernes, en lugar de ir a clase, se sentaría a las afueras de la asamblea legislativa de Suecia para protestar ante la inacción de los políticos contra el cambio climático. Desde entonces miles de jóvenes de países diferentes siguieron su ejemplo e iniciaron las jornadas de huelga Fridays for future. Así las nuevas generaciones buscan ratificar su papel en lo que es la lucha del siglo, pero también recordar que las mujeres son una pieza imprescindible para el cambio.