“A menos que transformemos drásticamente nuestra forma de vida, el cambio climático y otros peligros provocados por el hombre harán que nuestra civilización colapse”. Esta frase reza la página web oficial de Earth's Black Box, la Caja Negra de la Tierra, el proyecto australiano que flirtea con un posible apocalipsis para concienciarnos sobre la salud del planeta.
La razón de ser de esta distópica idea surgió porque, al ritmo que actualmente aumenta el calentamiento de la Tierra, y si los acuerdos de la Cumbre del Clima de París no se traducen en acciones contundentes, podríamos sobrepasar el umbral de 1,5ºC de temperatura global mucho antes de 2050. Para revertir el efecto se necesitaría reducir entre un 40% y un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero y conseguir la neutralidad climática en 30 años. No es tarea fácil, y la hoja de ruta trazada tras la COP26 tampoco alimenta la esperanza. Por tanto, la premisa es crear un objeto donde dejar constancia de nuestros logros y errores para aprender de ellos y poder construir un futuro más respetuoso con el entorno. Paradójicamente, la “caja negra” encierra más optimismo del que aparenta, pues pretende contribuir a que nunca se utilice como tal, y sirva como herramienta para la toma de decisiones y el desarrollo de acciones que nos permitan frenar el cambio climático.
Los datos archivados en la Earth Black Box ayudarán a quienes lideran gobiernos y empresas a tomar decisiones óptimas en su misión por preservar el medioambiente
Dicha ‘caja’, de acero indestructible y del tamaño de un autobús, estará escondida en algún lugar remoto de la isla de Tasmania, en Australia, enclave elegido por su estabilidad ambiental y por su lejanía de cualquier conflicto político-militar. La intención es llenarla de discos duros que funcionen de forma autómata mediante paneles solares (y baterías de respaldo) y que a través de una conexión a internet vayan recopilando información científica en tiempo real: temperatura del mar y de la tierra, niveles de acidificación del océano, consumo de energía, niveles de dióxido de carbono en la atmósfera… De momento, se calcula que podrá almacenar datos entre 30 y 50 años. La idea sería que, para cuando caduque el sistema se puedan implementar nuevas –y, a día de hoy, desconocidas– maneras de guardar datos que perduren en el tiempo.
La Earth’s Black Box es una iniciativa impulsada por la Universidad de Tasmania, la agencia de comunicación Clemenger BBDO y el colectivo de arte Glue Society. Sus impulsores afirman que será una cápsula de registro del fin de la humanidad, y aunque su función principal sea materia del futuro, también puede ser muy útil a corto plazo. Los datos archivados en su interior ayudarán a quienes lideran gobiernos y empresas a tomar decisiones óptimas en su misión por preservar el medioambiente. Así pues, detrás de un monolito con apariencia derrotista solo existe la voluntad de aumentar la responsabilidad social y el compromiso contra el cambio climático.
Funcionará mayoritariamente mediante paneles solares y recopilará información en tiempo real sobre la temperatura marítima y terrestre, el consumo de energía o los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera
No obstante, todavía existen algunas incógnitas sobre el producto final. ¿Qué pasa con los datos si falla todo el sistema de internet? Se desconoce si tienen un plan B. Por otra parte, la decodificación de los datos podría ser un dolor de cabeza tanto para sus creadores como para los futuros visitantes terrestres. Sobre este asunto, se prevé utilizar distintos lenguajes de codificación (el simbolismo matemático, por ejemplo) y se incluirán instrucciones para poder descifrarlos.
Si nada cambia, en los próximos meses se activará la Earth Black Box, y cuando esto pase, cualquiera podrá acceder a los datos climáticos a través de una plataforma online. Los usuarios podremos incluso conectarnos a la caja y ser testigos de nuestro propio apocalipsis. O, quién sabe, de nuestra propia salvación.