Cuando aún no se habían popularizado términos como «transgénero», Marsha P. Johnson se definió como drag queen, travesti y gay. Defendió los derechos de las personas en los márgenes del sistema patriarcal y tuvo un papel fundamental en las revueltas de Stonewall que dieron lugar a las primeras marchas del Orgullo.
Nacida en 1945 en el estado de Nueva Jersey, Marsha P. Johnson es considerada una pionera de los derechos humanos de las personas negras trans. Creció en una familia afroamericana de clase trabajadora y religiosa y, a lo largo de su vida, reflejó a través de su forma de vestir su deseo por romper con las normas de género.
Marsha P. Johnson se convirtió en una de las defensoras más visibles de los derechos LGBTIQ+ en un contexto en el que la violencia policial y los abusos eran constantes.
Después de graduarse, se trasladó a Nueva York, en un período de intensa represión hacia los homosexuales, lesbianas y trans que impedía que pudieran acceder a empleos formales y a derechos básicos. Marsha P. Johnson recurrió a la prostitución, sufrió abusos y violencia, fue detenida en múltiples ocasiones y vivió gran parte del tiempo sin una residencia estable. Poco antes de morir, declaró en una entrevista que no había sido nadie hasta que se convirtió en drag queen.
Fue en esta época cuando adoptó el nombre de Marsha P. Johnson. La «P» hacía referencia a la frase «pay it no mind» («no le prestes atención»), una frase que se convirtió en su lema y que utilizaba cuando alguien le preguntaba si era hombre o mujer.
Activismo por los derechos civiles
Poco después de llegar a Nueva York, Marsha conoció a Sylvia Rivera, quien se convertiría en su amiga y compañera de lucha. Juntas lideraron la defensa de los derechos LGBTIQ+ en un contexto de constante violencia policial y abusos que culminó en los disturbios de Stonewall. Aunque existen múltiples versiones de los hechos, diversas fuentes coinciden en destacar el papel protagonista de Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera la noche del 28 de junio de 1969, cuando la policía realizó una redada en Stonewall Inn, un bar frecuentado principalmente por clientes gais y trans. No era la primera vez que algo así ocurría, pero sí la primera en que muchas de las personas que estaban allí respondieron a la violencia policial.
Los disturbios de Stonewall impulsaron un fuerte movimiento de resistencia contra la violencia, los abusos y la opresión contra quienes estaban en los márgenes del sistema heteropatriarcal. Justo un año después, en 1970, se celebraron las primeras marchas del Orgullo en Estados Unidos y empezaron a surgir grupos más organizados, como el Frente de Liberación Gay o la Alianza Activista Gay, en los que participó Marsha P. Johnson en sus inicios, aunque, más tarde, denunció la exclusión de las personas trans y negras.
Junto con su amiga Sylvia Rivera, fundó STAR para acoger a jóvenes trans en situación de sinhogarismo.
Ese mismo año, 1970, Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera fundaron Street Transvestite Action Revolutionaries (STAR), una organización que tenía el objetivo de apoyar a jóvenes trans. A través de ella, crearon STAR House, que acogió a 20 jóvenes queers, travestis y transexuales en situación de desempleo y sinhogarismo. Aproximadamente ocho meses después de su apertura, fueron desalojadas del edificio en julio de 1971.
Durante la década de los 80, Marsha P. Johnson también se unió al movimiento ACT UP – AIDS Coalition to Unleash Power para visibilizar la pandemia de SIDA y las necesidades de las personas con VIH.
Justicia para Marsha
El 6 de julio de 1992, el cuerpo de Marsha P. Johnson fue encontrado en el río Hudson. En un primer momento, la policía clasificó la muerte como un suicidio, pero su entorno próximo siempre afirmó la posibilidad de que se tratara de un homicidio. Muchas personas denunciaron la poca investigación que hubo sobre su muerte y reclamaron justicia para Marsha. En el año 2012 la policía de Nueva York reabrió el caso como un posible homicidio, aunque hasta día de hoy no existen imputados.
Cuatro años después, Victoria Cruz, de Anti-Violence Project de Nueva York, realizó una investigación sobre su muerte, que puede verse en el documental La muerte y vida de Marsha P. Johnson, de David France.
Pese a no tener una vida fácil, Marsha P. Johnson se dedicó a ayudar a los demás y luchar por los derechos del colectivo, un recorrido que la ha convertido en un icono y que ha permitido que celebraciones como el Orgullo sean hoy una realidad.