¿Cómo afecta la sequía a nuestra alimentación?

El calentamiento global, propiciado por la emisión de gases de efecto invernadero, incrementa la variabilidad del clima al provocar inundaciones un año y sequía feroz al siguiente, y hacer que las previsiones fallen. Así, ni siquiera la ciencia nos permite ya estar preparados para las distintas fases climatológicas extremas que enfrentamos.

Las sequías, cada vez más extremas y persistentes, ponen en riesgo la capacidad agrícola para proveer a la población mundial del alimento imprescindible para cubrir sus necesidades. Como revela un informe realizado por un equipo de científicos internacionales dirigido por el doctor Aqarab Husnain Gondal, la carencia de agua provoca alteraciones biológicas que afectan al desarrollo de los cultivos. Como ejemplos, el estudio señala el del maíz, que entre 1980 y 2015 vio reducido su rendimiento mundial en un 40%, y el del trigo, que pierde un 6% de producción con cada grado centígrado de incremento en las temperaturas. Las sequías, por tanto, ponen en serio riesgo la seguridad alimentaria global.

En España, el mes de marzo ha sido el segundo más seco en lo que llevamos de siglo, y las previsiones de mejoría son negativas

Debido a la sequía, hay siembras otoñales que no pueden realizarse, los cultivos de regadío ven mermar sus extensiones, los de grano no superan con normalidad su etapa de floración y el resto no proporcionan el rendimiento económico básico para su mantenimiento. Más allá de la agricultura, la sequía provoca la falta de pastos para la alimentación natural del ganado, y obliga a los ganaderos a recurrir a piensos de elevado coste que favorecen el alza en los precios de productos básicos como la leche.

En un artículo para The Conversation, Fernando Valladares, científico del CSIC y profesor de Ecología de la Universidad Rey Juan Carlos, asegura que la falta de agua en terrenos agrícolas y ganaderos europeos podría conducirnos a situaciones extremas en las que no dispondríamos de alimentos básicos como la leche. Una vaca, recuerda, «precisa 100 litros de agua diarios para producir leche, y en los últimos años hemos visto cómo numerosas granjas de nuestro país cerraban por no poder competir con los precios a la baja marcados por las macrogranjas». Una situación que incrementará unos precios ya disparados entre un 10% y un 30% por la guerra en Ucrania y la variación al alza del coste de combustibles y energía.

En nuestro país, vivimos una escasez de lluvia que se ha agravado en los últimos años. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), desde el pasado 1 de octubre de 2022 hasta el 23 de mayo de 2023, las precipitaciones fueron un 27% menores del valor habitual en dicho período, y el mes de marzo fue el segundo más seco en lo que llevamos de siglo.

Debido a la sequía, un alimento básico como el maíz vio reducido su rendimiento en un 40% en los últimos años, a nivel global

Un reciente informe de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) revela que la situación de muchos de nuestros campos afectados por la sequía es agónica, que los cultivos de secano están prácticamente sentenciados a desaparecer en la mitad sur de nuestro país, y que se teme por la pervivencia de cultivos leñosos como los cítricos, almendros y olivares. Ante esta situación, la única herramienta de que disponen los agricultores es la contratación de seguros agrarios que cubran la pérdida por sequías, pero, como revela el informe, solo un 4,56% de superficies dedicadas al cultivo del olivar están cubiertas, y en el caso de los cultivos herbáceos no llegan a la mitad.

La sequía tiene nocivas consecuencias en todo el planeta. Hasta hace poco las sufrían de manera cíclica solo en determinadas zonas geográficas. Por vez primera en la historia, el resto del planeta enfrentamos un problema serio de seguridad alimentaria que exige medidas urgentes.