En el año 2018 la UNESCO declaró el 26 de julio el Día Internacional de Conservación del Ecosistema de Manglares para reconocer la necesidad de proteger este tipo de hábitat natural fundamental para el equilibrio ecológico en costas, arrecifes y zonas de pesca. El organismo quería, sobre todo, señalar que la acción humana en zonas costera es la principal responsable del progresivo y rápido deterioro de estos ecosistemas. Pero ¿qué es exactamente un manglar y qué implicaría su desaparición?
Los manglares reciben su nombre del árbol mangle, una especie que tiene la peculiaridad de sobrevivir con sus raíces sumergidas en agua salada y que se da en zonas costeras, tropicales y fangosas. Normalmente, se encuentran en la desembocadura de alguna masa de agua dulce en otra de agua salada, como deltas de ríos, estuarios y similares. El bioma que crean los sistemas de manglares, por definición siempre en clima tropical, es de una rica biodiversidad, única y muy beneficiosa para el conjunto del ecosistema y las comunidades que habitan esos lugares.
El ecosistema manglar se extiende por las costas de América Central y el Caribe, el sudeste asiático y las zonas tropicales de América del Sur, África y Oceanía, siendo uno de los más conocidos el de la Gran Barrera de Coral en Australia. Hace dos años Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, recordaba precisamente los beneficios que presentan los manglares contra la erosión y la contaminación, además de la protección de todo tipo de especies que viven en los manglares. Sin embargo, como bien recordaba Azoulay, desde 1980 se ha perdido casi la mitad de la superficie de su cobertura mundial debido a la reordenación de zonas costeas. En total se calcula que cerca del 20% de los manglares está en peligro de desaparecer.
Y es que el manglar es parte integral del equilibrio de las costas tropicales donde su ubica y su desaparición completa tendría muy graves consecuencias. Por ejemplo, el “suelo” que proporciona el ecosistema de manglares protege el litoral contra la erosión de las mareas y en zonas de grandes tormentas protege también contra estas o contra la erosión propia del viento. De hecho, son catalizadores contra la contaminación, ya que ayudan a mantener la limpieza de las aguas costeras porque sirven como filtro natural. Además, también protegen los arrecifes y sirven de barrera natural contra los tsunamis.
En los últimos años, en los que luchar contra el cambio climático se ha vuelto más imprescindible que nunca, las características del manglar, con sus mecanismos naturales de almacenamiento del carbono atmosférico, los convierten en lo que la UNESCO denomina “sumideros de carbono azul”, puesto que ayudan a paliar los efectos del cambio climático en las zonas costeras.
Los manglares tienen también una importancia crucial en el mantenimiento de la biodiversidad. Por su propia localización, transición entre otros grandes ecosistemas, son lugar de tránsito, anidamiento y cría de miles de especies de aves, reptiles, peces, crustáceos o moluscos. En este sentido, son parada obligada de numerosas especies migratorias. Los estudios apuntan a que en esas zonas geográficas más del 70% de las especies capturadas en el mar para consumo humano realizan parte de su ciclo de vida en los manglares.
A nivel económico también es vital conservar los ecosistemas manglares. En los años 90 del siglo pasado, cuando el nivel de destrucción de estos ecosistemas era mucho menor se calculó que por cada especie de manglar destruida se pierden anualmente 767 kg de especies marítimas de importancia comercial.
Desde hace siglos, los manglares han sido fuente de pesca y materias primas como la leña o el carbón para las comunidades humanas. La madera del mangle, por ejemplo, es muy resistente a los ataques de insectos y no se pudre fácilmente. No obstante, su uso abusivo y reciente para actividades agrícolas es lo que ha hecho peligrar su supervivencia.
Si algo sabemos ya es que el conjunto de biodiversidad y el equilibrio de planeta se desajusta por el más mínimo cambio. Los manglares, como ecosistema que ayuda al equilibrio y la sostenibilidad de sus vecinos, es una pieza fundamental en dicho equilibrio y la conciencia sobre la necesidad de su protección, una necesidad.