A inicios de julio, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto por el que se regula el Programa de Rehabilitación Energética de Edificios (PREE) propuesto por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El plan, que contempla una línea de ayudas de 300 millones de euros orientadas a mejorar la eficiencia energética en edificios, será supervisado por el Instituto para el Ahorro y la Diversificación de la Energía (IDAE) y subvencionará cambios en la envolvente térmica, sustitución de calderas por opciones renovables y mejoras en la eficiencia de la iluminación en edificios construidos antes de 2007. Todo, con el objetivo de contribuir a descarbonizar el parque de edificios nacional, que actualmente supone el 30% del consumo de energía de España.
Pero llegar a la meta del Green Deal europeo de alcanzar la neutralidad climática en 2050 requiere de actuaciones todavía más ambiciosas. Por este motivo, el pasado junio, el Gobierno de España ya actualizó la Estrategia a largo plazo para la Rehabilitación Energética en el Sector de la Edificación en España (ERESEE 2020), una iniciativa que, avalada por la Unión Europea, y alineada con las políticas europeas de reactivación económica frente la COVID-19 y con estrategias nacionales como el recién aprobado PREE -incluido en el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030-, pretende ser la hoja de ruta para renovar el parque nacional de edificios residenciales y no residenciales, y convertirlo en uno de alta eficiencia energética y descarbonizado de aquí a 30 años. Actualmente, las cifras sobre gasto energético exigen esta transformación: casi un 50% del consumo de energía final en Europa se destina a calefacción y refrigeración; de ella, el 80% se consume dentro de los edificios.
La ERESEE fue aprobada en 2014 y, desde entonces, la propuesta ha ido renovándose cada tres años para adaptarse a las nuevas realidades y exigencias sociales. Las dos versiones previas –2014 y 2017– fueron las mejor valoradas por el Joint Research Centre, el grupo evaluador de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea. En la última ocasión, solo Francia alcanzó la misma puntuación que la estrategia española, la más alta de las 31 estrategias presentadas.
Como en las versiones anteriores, esta nueva actualización de la estrategia hace referencia a la necesidad de una transformación -que sea rentable a nivel económico- de los edificios existentes en edificios de consumo de energía casi nulo. Sin embargo, incluye novedades como políticas y acciones destinadas a todos los edificios públicos, establece una hoja de ruta con indicadores de progreso medibles, trata el problema de la pobreza energética y realiza un proceso de participación pública que permite recoger la visión de los distintos sectores que juegan un papel decisivo para la renovación energética de los edificios.
Además, el documento señala la posibilidad de que los hospitales sean un sector prioritario en la reforma de los sistemas de climatización y ventilación, sobre todo tras la pandemia, que también ocupa un lugar prioritario en el texto. Según se indica, “la COVID-19 ha venido a sacudir el mundo con unas consecuencias a largo plazo que todavía no podemos vislumbrar”. Y aunque no se han modificado las previsiones de consumo ni de inversión (porque el texto comenzó a redactarse antes), sí se hace especial hincapié en la importancia que tiene el disponer de una vivienda que reúna unas condiciones adecuadas, no solamente considerando su confort térmico, sino también acústico y lumínico.
La estrategia española se enmarca en un contexto regional –y global– que persigue una mayor eficiencia energética. En la Unión Europea, esta apuesta queda reflejada en el Green Deal presentado a principios de este año por la Comisión Europea, en el que se refiere a la necesidad de rehabilitar energéticamente el parque inmobiliario de los Estados miembro. Concretamente, el Renovation Wave es el texto que recoge que, para alcanzar este objetivo, será necesario promover un desarrollo urbano sostenible que invierta en la eficiencia energética de los edificios. Pero para lograr esta meta, no solo hace falta una legislación, también es esencial la contribución de todos los agentes sociales.
Los sistemas de climatización, clave para la eficiencia
En una vivienda, los electrodomésticos son los que más energía consumen. Pero no hay que limitarse con identificar el problema, sino que se pueden emprender múltiples iniciativas para reducir el gasto energético. Sobre todo en verano, cuando el aire acondicionado se convierte en nuestro mejor aliado. Bajar las persianas durante el día y abrir las ventanas por la noche o mantener la temperatura del termostato a 24 grados, son algunas de las recomendaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA) para los meses de más calor. Sin embargo, durante el resto del año también es posible reducir el derroche energético empleando bombillas LED o aparatos electrónicos de bajo consumo.2020