Diez años. Ese es el tiempo que tenemos por delante para evitar que las consecuencias catastróficas del cambio climático sean irreversibles. Es tiempo de actuar. Pero el camino no es sencillo. El último informe del IPCC, el panel internacional de expertos que asesora sobre cambio climático a la la ONU, se muestra contundente: para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales es preciso disminuir un 45% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030.
De esa urgencia por descarbonizar las economías, Gobiernos de todo el mundo han planteado ambiciosos planes de reducción de emisiones. La Unión Europea, antes de que se anunciase el Green Deal, se fijó la meta de alcanzar las cero emisiones en 2050. Para ello, la comunidad europea está desarrollando una estrategia enfocada sobre todo en el sector del transporte, responsable del 26% de las emisiones globales. Esto, en las grandes ciudades se traduce en un grave problema de contaminación atmosférica que, a su vez, afecta a la salud de los ciudadanos.
Para afrontar este gran reto, Gobiernos y administraciones están dirigiendo sus esfuerzos a favorecer un nuevo modelo de movilidad más sostenible. Estos van desde incentivar el uso del transporte público y de medios no contaminantes como la bicicleta o el patinete eléctrico hasta fomentar la transición hacia un parque de vehículos cero emisiones. Pero ¿en qué punto nos encontramos?
A mediados del 2019, el número de automóviles eléctricos superó a los propulsados por combustibles fósiles en Noruega. De esta manera, el país escandinavo se convirtió en uno de los líderes de la revolución de la movilidad eléctrica en el mundo. Ya en 2016 era el país con mayor número de autos eléctricos per cápita del planeta, según la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA). Ese año se vendieron 44.888 unidades de estos vehículos, lo que suponía más de un 21% de los que fueron adquiridos en todo el continente. Sin embargo, a pesar de estas halagüeñas cifras, Noruega no es el país que más eléctricos vende en el mundo.
Según un reciente informe elaborado por la aseguradora Euler Hermes, China es la potencia que lidera con holgura la carrera del coche eléctrico, tanto en términos absolutos – con el 56% de las nuevas matriculaciones de vehículos eléctricos a nivel global–, como en términos relativos –con un nivel de penetración en el mercado de un 4,2% frente al 2,5% de Europa–. No obstante, estos datos son el reflejo de una paradoja: el gigante asiático lidera la carrera mundial de las energías renovables, tanto en desarrollo como implementación; sin embargo, es también el país que más CO2 emite a la atmósfera, según datos de la plataforma Global Carbon Project.
Por eso, a pesar de que China se haya situado (con matices) a la cabeza de esta necesaria revolución, Europa es, en cuanto a implantación, la punta de lanza de la transición hacia un sistema de movilidad cero emisiones. Entre los países que llevan el estandarte se encuentran la ya mencionada Noruega, Países Bajos, Portugal, Alemania, Suecia, Francia o Reino Unido. Al menos así lo refleja el Barómetro Anfac de la Electromovilidad Global, que sitúa a Noruega como líder europeo absoluto seguido de Países Bajos.
En el caso de España, la implantación del vehículo eléctrico todavía es tímida. Según datos de Red Eléctrica, España cuenta ya con más de 81.125 unidades, siendo Madrid y Cataluña las comunidades que registran la mayor implantación de todo el territorio nacional, con un parque de 32.405 ejemplares en el caso de Madrid y de 21. 990 en Cataluña. Estas cifras quedan lejos aún de lo estimado en el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que ambiciona la implantación de 5 millones de coches eléctricos de cara a 2030.
El panorama dibuja una senda de diez años plagada de retos pero con un mensaje claro: es urgente impulsar la movilidad eléctrica porque será clave en la lucha contra el cambio climático y porque el cambio se presenta necesario para transitar hacia un modelo de movilidad más sostenible.
Las claves de la implantación del vehículo eléctrico
Uno de los aspectos principales de la integración masiva de esta nueva movilidad en el sistema eléctrico es que se realice de manera segura y eficiente. Con este objetivo, Red Eléctrica puso en marcha en 2017 Cecovel, un proyecto pionero en España y en Europa que realiza un seguimiento de la demanda de electricidad. Además, lleva a cabo estudios para anticiparse a escenarios de implantación masiva de vehículos eléctricos.
Para ello, actualmente monitoriza 1.835 puntos de recarga, tanto públicos como privados, gestionados por cuatro operadores de movilidad (Ibil-Repsol, Gic, Fenie y Melib). Se trata de puntos de recarga con potencias desde 2,3 kW hasta 350 kW y conectados en tiempo real a los operadores para que pueden gestionarlos de forma remota e inteligente.
Del mismo modo, recientemente y en el marco del proyecto Cecovel, la compañía publicó un mapa de puntos de recarga inteligente del vehículo eléctrico. Estos terminales están dotados de una tecnología inteligente que les permite realizar una gestión óptima de la demanda y conocer los patrones horarios del consumo de la recarga pública y su evolución.
El mapa monitoriza 573 terminales inteligentes públicos distribuidos por todo el territorio nacional que están gestionados por los operadores de movilidad que colaboran con el proyecto Cecovel (Ibil-Repsol, Gic, Fenie y Melib). Con una visualización intuitiva y sencilla, el mapa ofrece al usuario información completa sobre el punto de recarga: dirección en la que se ubica, el tipo de recarga que realiza, la potencia de cada punto y el modelo de conector.
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