¿Por qué China quiere controlar el mercado de las renovables?

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En gran parte del mundo se está gestando una revolución: la de las energías renovables. Ya son muchos los Estados que tratan de abastecer las necesidades energéticas de la sociedad de una manera sostenible y limpia. No es para menos: a diferencia de las reservas de combustibles fósiles, finitas y altamente contaminantes, las fuentes de energía renovable están al alcance de nuestras manos. La energía hidráulica, la bioenergía, la solar, la geotérmica o la eólica por las que cada vez más naciones apuestan están, desde una perspectiva global, todavía infraexplotadas.

Desde la ONU y la Agencia Internacional de Energía, aseguran que una economía totalmente basada en las renovables brindaría a los países un mayor grado de independencia energética, lo que, a su vez, proporcionaría una mayor seguridad para sus economías, incluso si dependieran de terceros a la hora de conseguir materiales y piezas para construir las instalaciones necesarias para ese despliegue “verde”. En este contexto se alza China: el gigante asiático es, actualmente, el mayor productor, exportador e instalador mundial de paneles solares, turbinas eólicas y, dígase de paso, vehículos eléctricos. Es más, en 2017 copó más del 45% de las inversiones globales en energía renovable, pero ¿a qué se debe esta “visionaria” apuesta?

El 39% de los puestos trabajos en el sector de las energías limpias se han creado en China

Sin embargo, la gran dependencia de los combustibles fósiles del gigante asiático pone en jaque la conversión total del país hacia las energías verdes —con una población estimada de 1.395 millones de habitantes, sus necesidades energéticas son difíciles de suplir, por el momento, solo con fuentes limpias— y se presenta, a su vez, como uno de los mayores retos a los que se tendrá que enfrentar en las próximas décadas. Sin embargo, la intención y las políticas e inversiones hacia este nuevo futuro están ahí, impulsadas en parte por un Gobierno que ha mostrado su preocupación por el cambio climático y por la contaminación que asfixia las grandes ciudades chinas.A pesar de ser uno de los mayores contaminadores del planeta, China lidera la carrera de la transic

 

ión energética a nivel mundial. Eso sí, no solo apuesta por las energías renovables a nivel nacional —donde, poco a poco, van ganando más relevancia—, sino que también promueve su expansión en el exterior. Si la inversión doméstica ya dobla la estadounidense y europea combinadas o, lo que es lo mismo, excede los cien mil millones de dólares anuales, la exterior superaría los 32.000 millones de dólares. Esta tendencia sugiere que China será, en un futuro no tan lejano, uno de los actores más relevantes en el sector de las renovables y toda la tecnología relacionada con ellas.

No podemos olvidar que esta lenta transición energética también favorece el mercado de trabajo. En todo el planeta, el sector de las energías limpias ya emplea a más de once millones de personas, y la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) cree que esta cifra no hará más que crecer. El 39% de todos estos puestos de trabajo se han creado en China, y actualmente hay aún muchos proyectos nuevos a la espera de aprobación. Así, esta industria parece estar consolidándose en el país asiático, que ve en ella una gran oportunidad para convertirse en la mayor potencia mundial a nivel energético y, tal vez, de imponerse a Estados Unidos en sus particulares guerras comerciales.