Las aceitunas están muy presentes en la dieta mediterránea. Según las estadísticas más recientes de Statista, que toman como barómetro 2020, los hogares españoles consumen al año 133 millones de kilos de aceitunas. Además, de las toneladas utilizadas para la elaboración de los más de 1,3 millones de toneladas de aceite de oliva que se producen en España al año, según las cifras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Más allá de los usos para consumo humano de la carne de la aceituna, el hueso sirve para múltiples finalidades en un ejemplo perfecto de economía circular.
Ejemplo de ello es su uso como biocombustible. De cada 1000 kilos de aceitunas empleadas para hacer aceite de oliva, se sacan 190 kilos de huesos triturados. Con esos huesos se pueden mantener calefacciones, reduciendo los residuos que estas generan e incluso mejorando la eficiencia. «Los huesos de aceituna son un combustible económico y muy eficiente gracias a su baja humedad y su elevado poder calorífico, en torno a 4.440 kilocalorías por cada kilo», le explica a El País la portavoz de la OCU, Ileana Izverniceanu.
En las cuentas que esta organización de consumidores hacía en 2020, el hueso de aceituna era ya el combustible más barato para generar un kilovatio hora de energía. Teniendo en cuenta el crecimiento de los precios del combustible en los últimos meses, la fractura entre los costes de unos y otros será ahora todavía mayor. Las aceitunas saldrán ahora incluso más baratas.
Por tanto, uno de los grandes beneficios de este biocombustible es el ahorro. No es el único. Su provecho es muy elevado –las características físico-químicas de los huesos de aceituna son excelentes y equiparables a las de cualquier otro biocombusible– al tiempo que ofrece un mayor rendimiento calorífico que otros materiales. Gracias a las grasas de la aceituna, calienta más.
Los otros usos de los huesos de aceituna
Más allá de servir para mantener las calefacciones operativas en invierno, el hueso de aceituna ofrece muchas otras aplicaciones.
De hecho, ya se ha convertido en la materia prima para crear otros productos y materiales. Algunas iniciativas emprendedoras ya están experimentando con la idea de convertir los huesos de aceituna en material para el recubrimiento de superficies, como muebles, techos o suelos. En lugar de poner madera o metal, se pueden elaborar acabados decorativos para cualquier estancia de la casa hechos de hueso de aceituna triturado y harina de hueso de aceituna. También tiene potencial como aislante, relleno para almohadas o hasta plaguicida, luchando contra algunos hongos y bacterias que afectan a los cultivos.
Igualmente, se emplean como punto de partida para crear plástico biodegradable. El plástico hecho con huesos de aceituna no es contaminante como el plástico tradicional y, sin embargo, sirve para muchos de sus mismos usos, como envoltorios, packaging o hasta juguetes infantiles.
Dado que España es un importante productor aceitunero, cuenta ya con una elevada producción de este residuo y un elevado potencial para crear este tipo de plásticos. «El hueso de aceituna es muy abundante y local. Eso ya es un punto de partida maravilloso para poder implementarlo en la economía circular», apunta Joseán Vilar, de NaifactoryLAB, fabricante de este tipo de plásticos.
Incluso, este es uno de los grandes valores del hueso de aceituna como elemento de la economía circular. Ofrece un elevado potencial económico a los productores agrícolas, lo que ayuda a dinamizar la economía del campo y, sobre todo, da un nuevo elemento de valor al mundo rural.
Solo la producción de aceituna de mesa genera 2,5 millones de jornales al año en España y es considerada por el Ministerio de Agricultura como algo que «cohesiona el medio rural donde se asienta». Si todavía se le puede sacar más potencial a la aceituna, su valor económico para la zona de producción será más elevado.