La agricultura urbana se abre paso en las ciudades del futuro

Hay muchas maneras de imaginar las ciudades del futuro: más grandes, más pequeñas, más o menos conectadas o digitalizadas… Pero si hay algo sobre lo que no es necesario elucubrar es sobre la densidad de población que tendrán. Actualmente, el 55% de la población mundial vive en ciudades y, según Naciones Unidas, se espera que ese porcentaje aumente hasta el 68% de cara a 2050. Cómo alimentar a ese creciente número de personas es una de las grandes preocupaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que, en los últimos años, ha empezado a dirigir la atención hacia una actividad en auge: la agricultura urbana.

Para la FAO, el hecho de que los huertos urbanos hayan comenzado a ocupar un espacio cada vez más importante en las ciudades es una buena noticia, ya que benefician al medio ambiente e impulsan la economía circular. Según apuntan desde la organización, podrían llegar incluso a suministrar casi todo el consumo recomendado de verduras para los habitantes de las ciudades del futuro, convirtiéndose así en una pieza fundamental para combatir la inseguridad alimentaria y el hambre. Y aquí no acaba todo.

Los huertos urbanos reducen el efecto isla de calor de las ciudades

Un estudio elaborado por un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Arizona y Google, publicado en la revista Earth's Future, constató que los huertos urbanos –ya sean en las azoteas o los jardines verticales– no solo aumentan la cobertura vegetal, sino que reducen el “efecto de isla de calor urbano”, un fenómeno por el que las ciudades suelen ser varios grados más cálidas que las zonas rurales por el calor que queda atrapado en superficies como las carreteras. Además, según la investigación, esta forma de agricultura urbana no solo es clave para limitar el aumento de las temperaturas, sino que pueden ayudar a reducir el riesgo de inundación durante las lluvias más intensas.

Ya sea por una clara concienciación sobre los beneficios de los huertos urbanos o por el simple placer de labrar la propia tierra, lo cierto es que cada vez son más los que se aventuran a cultivar sus propios alimentos sin abandonar la ciudad. Se calcula que, desde inicios de siglo, han crecido en un 98% hasta alcanzar cerca de los 500 huertos urbanos en nuestro país. Esto se debe a que grandes urbes como Madrid, Barcelona o Sevilla han decidido apostar por estos pequeños oasis verdes y ceder (y acondicionar) solares abandonados y otros terrenos inutilizados para que los ciudadanos puedan trabajar pequeñas parcelas de tierra. A esta práctica vienen asociadas muchas otras actuaciones respetuosas con el medioambiente como, por ejemplo, la apuesta por el reciclaje de los residuos urbanos para utilizarlos como abono para la tierra (el compostaje). Además, según una investigación publicada por el Journal of Culture and Agriculture, estas áreas de cultivo combaten el deterioro urbano y contribuyen a reducir las emisiones netas de CO2 que se producen en las ciudades.

Pero la transformación de suelo público en huertos urbanos no busca solo mejorar la sostenibilidad de las ciudades, reducir la contaminación o mejorar el paisaje de la zona con más espacios verdes; sino que funcionan como una herramienta de sensibilización para proteger el medioambiente. Basta con reflexionar sobre cómo cultivar nuestros propios tomates, pepinos o calabacines para entender el valor nutritivo de los productos hortícolas, dar más valor a lo que ponemos en el plato y, por ende, evitar el desperdicio de los alimentos.

Estos espacios fomentan la integración social de grupos normalmente segregados

Además, estos cuentan con un importante componente social: los bancales comunitarios han demostrado ser una poderosa herramienta para tejer relaciones vecinales y crear redes. De hecho, según una investigación realizada por la comunidad de Melbourne, la agricultura urbana permite reducir las tensiones existentes entre las personas, fomentan la integración social de grupos normalmente segregados y favorecen el compromiso, ya que mantener un huerto, por muy pequeño que sea, requiere de dedicación y paciencia.

Y como hacer una huerta no es cuestión de un día, la FAO, dentro de su Agenda de la Alimentación Urbana, ha publicado un manual de auto-instrucción para crearla. En él se explica desde qué se necesita (como un plan de cultivo, un terreno disponible y ciertas herramientas) hasta cómo hacer la huerta más productiva y emplearla para que nuestra alimentación mejore y sea más saludable en función de la temporalidad de las frutas y verduras.