La crisis climática ya es la mayor amenaza para la humanidad

El economista sueco Jonan Nonberg sostiene en su libro ‘Progreso’ que vivimos en el mejor momento de la historia de la humanidad. A pesar del actual escenario, marcado por la pandemia y las desigualdades, el autor del mejor libro del año según The Economist demuestra con cientos de datos sociológicos y económicos que no solo es este el periodo con una mayor esperanza de vida, sino también con mayor salud, riqueza, educación y oportunidades.

«Lo que nos llega a nuestros móviles solo muestra malas noticias. Pero no es que el mundo se esté desmoronando, es que tenemos más acceso a la información que en cualquier otro momento, y la información siempre habla de lo que está mal», sostuvo recientemente en una entrevista. Sin embargo, estar bien no significa estar a salvo: así lo defiende el Global Risk Report 2022, un informe elaborado por el Foro Económico Mundial (FEM) que se encarga de definir cada año las principales amenazas mundiales para la humanidad en las próximas décadas.

La crisis climática ocupa el primer puesto de la lista de amenazas globales con mayor impacto elaborada por el FEM

El FEM ha consultado a más de 12.000 especialistas de todos los ámbitos para analizar de la forma más objetiva posible los principales riesgos a nivel global en función del grado de impacto y la posibilidad de que ocurran. Si bien durante 2021 el primer puesto en la lista lo ocupó la crisis sanitaria, en 2022 ha llegado el turno del cambio climático: ocho de cada diez personas consultadas señalan las consecuencias de la crisis ambiental, los desastres naturales –incendios forestales, lluvias torrenciales o inundaciones– y la pérdida de biodiversidad como los problemas más graves a los que dar la cara en el futuro más cercano.

En este sentido, advierte el informe, el cordón al colapso solo puede llegar de la mano de medidas verdes eficientes.  En ese sentido, advierte, «de darse una transición ecológica desordenada entre países lo único que conseguirá es generar barreras a la cooperación y dividir a las naciones». En otras palabras, la mayor parte de especialistas considera la inacción climática como el desafío más preocupante a la hora de afrontar la crisis ambiental: «La mayoría de las medidas de recuperación tras la pandemia están fallando a la hora de favorecer la transición verde como herramienta de estabilidad», dice el informe.

Dos mundos distintos

Seis de cada diez personas consultadas por el FEMdicen sentirse inquietos ante las perspectivas de un mundo que afronta una importante brecha económica y social agudizada por la crisis del coronavirus. «Si la recuperación económica es divergente, corremos el riesgo de profundizar las divisiones globales en un momento donde lo que urge es la colaboración», advierten. Una cooperación que debe servir tanto para sanar las cicatrices como para abordar conjuntamente los riesgos globales, que es la mejor forma de hacerlo.

Solo un 6% de la población de los 52 países más pobre se ha vacunado contra el coronavirus

Para ello es necesario acabar con la erosión de la cohesión social (la cuarta amenaza) auspiciada por la desigualdad, que sigue presente por diversos motivos. Por ejemplo, mientras los países más ricos se recuperan del coronavirus gracias a las medidas sanitarias y la digitalización que permiten un avance más rápido, solo un 6% de la población de los 52 países más pobres está vacunado contra la covid,. Esto  afecta no solo al bienestar  social sino a la salud económica de los estados, haciendo aún más palpables esas grandes diferencias y alimentando, según el Foro Mundial, la polarización política en un clima «de divisiones sociales preexistentes y las tensiones geopolíticas».

Tampoco se escapa del análisis la crisis de suministros provocada por el desabastecimiento de productos como los chips informáticos o incluso algunos medicamentos, que llevan ‘la crisis de medios de subsistencia’ a ocupar el quinto lugar en el ranking. Como es lógico, las enfermedades infecciosas todavía siguen presentes en el sexto puesto de la lista, por encima del daño a los ecosistemas, la falta de recursos naturales y las crisis de deuda fomentadas por las medidas de urgencia tomadas por los Gobiernos para mantener a flote las empresas durante la pandemia.

No obstante, asegura el FEM, todavía queda espacio para revertir el futuro. Siempre y cuando las naciones prioricen la cooperación y sean «capaces de recuperar la confianza de sus ciudadanos» para, más allá de intentar demostrar a la historia que esta podría ser nuestra mejor época, conseguir que ese bienestar puedan heredarlo futuras generaciones.