La tendencia, si bien avanza a través del tejido empresarial global, se revela en una imagen lenta, casi estática: la energía limpia, según afirman científicos de todo el globo terráqueo, es un deber moral; la única forma, afirman, de mantener en pie nuestro hogar común. No es sorprendente, por tanto, la aparición de numerosas incursiones en este terreno, aún demasiado fértil. Quizás por su cercanía a una constante innovación, son las grandes empresas tecnológicas aquellas que más parecen comprometerse con un uso neutro de la energía.
Entre los abundantes ejemplos tenemos, de hecho, a gigantescas corporaciones como Samsung, cuyas previsiones incluían el uso completo de energía limpia 100% renovable para este año (si bien sus cálculos no incluían el estallido de una pandemia global). Mientras tanto, Amazon, una de las compañías a nivel internacional con mayor consumo de energía verde, no cesa en su adquisición de granjas eólicas. Apple, por otro lado, no solo utiliza fuentes de energías renovables para su total consumo eléctrico, si no que es la compañía que posee los paneles solares privados más grandes de Estados Unidos.
Es Google, sin embargo, quien suele acaparar el liderazgo en todas las listas de las compañías más responsables con el medio ambiente. Es por ello que se sumerge, de nuevo, en la ambiciosa —y necesaria— senda de la responsabilidad ecológica. Según los planes de la empresa norteamericana, su consumo en 2030 se producirá a través de una energía completamente limpia. Cabe recordar que no es el primer paso ofrecido en esta dirección: el gigante tecnológico ya consiguió cancelar su deuda de carbono mediante la compensación de las emisiones generadas (esto es, una inversión económica en proyectos de corte ecológico proporcional a las toneladas de CO2 generadas), alcanzando una huella de carbono cero en 2007. La corporación californiana también consiguió igualar su consumo de energía con alternativas completamente renovables. Es, de hecho, la primera gran empresa que ha conseguido un logro de este calibre. Se trata del mayor comprador corporativo de energía renovable a nivel global. Según afirma Sundar Pichai, CEO de la compañía, «la ciencia es clara: el mundo debe actuar ahora si queremos evitar las peores consecuencias del cambio climático».
Más allá del uso de energía renovable
Estas acciones se incluyen dentro del ámbito conocido como responsabilidad social corporativa y, como toda faceta, requiere de una comunicación precisa y efectiva. Aún con la implementación de este tipo de medidas colectivas, un 18% de los consumidores se define como incapaz de valorar el compromiso social de las corporaciones: aunque se tomen medidas, éstas se desconocen. En el gigante tecnológico, sin embargo, confluyen ambos factores, por lo que el hecho de que repita cada año una posición de liderazgo entre las distintas compañías globales no es ninguna casualidad. Es por esta clase de medidas, en parte, por las que se mantiene desde hace un lustro —según la consultora RepTrak— como la empresa con la reputación más positiva entre el público. No en vano, la percepción de un comportamiento corporativo responsable puede llegar a construir hasta un 40% de su reputación a ojos del consumidor medio.
Según informa la empresa californiana, todos los actos serán suministrados mediante energía limpia: cada correo electrónico enviado a través de Gmail, cada búsqueda mediante Google, cada vídeo visto en YouTube y, por supuesto, cada trayecto realizado con Google Maps. La nube global de la compañía es actualmente, tal y como afirman, la más limpia de la industria. La consecución del nuevo compromiso, fechado para el año 2030, conllevaría una producción de energía libre de carbono total. Ésta contaría con hasta 5 gigavatios, lo que podría estimular inversiones limpias de hasta 5.000 millones de dólares. Se trata, por tanto, de un paso más allá de la tradicional estrategia de la utilización de energía renovable como simple mecanismo de compensación; estaríamos, en definitiva, ante infinitas operaciones que contarían únicamente con una energía libre de carbono como motor en todo momento y lugar. Estas cifras, que pueden resultar ininteligibles, cobran significado a la sombra de una sencilla comparativa: la eliminación de emisiones aquí propuesta equivaldría a la retirada de más de un millón de vehículos al año. A su vez, esta ruta ecológica podría llegar a producir entre 8.000 y 20.000 empleos, todos de carácter «verde».
Las acciones de Google, sin embargo, no se hallan destinadas tan solo a sus propias repercusiones. Dentro del marco propuesto, la compañía se ha comprometido también a reducir las emisiones de carbono de múltiples ciudades en una gigatonelada, una cantidad equivalente a las emisiones que podría llegar a crear un país del tamaño de Japón. Google prevé también prestar apoyo a diversas compañías y socios comerciales. Otras decisiones, sin embargo, se centran más en las decisiones individuales de los usuarios. Así, Google incluirá la posibilidad de encontrar bicicletas de uso público y puntos de recarga de vehículos eléctricos en el callejero global de Google Maps. En muchos países del continente europeo también se incluirá la opción, a través de Google Flights, de encontrar vuelos con menos emisiones de carbono.
Puede, sin embargo, que sea una de las empresas que más éxito ha alcanzado en sus propuestas, pero Google no es la única compañía dispuesta a reducir o eliminar la contaminación de la totalidad de sus actividades. Es parte de un contexto, de un hecho, del que el universo corporativo parece cada vez más consciente: que todos respiramos el mismo aire.