Investigadores alemanes y canadienses han descubierto que reciclar el calor del suelo urbano puede ser la solución para satisfacer la demanda de calefacción en muchas zonas del mundo durante los meses más duros del invierno. Además, sería una opción más respecto a las energías limpias en medio de una crisis energética y climática global.
La idea es sencilla: reutilizar todo ese calor que generamos en las ciudades —debido a nuestras múltiples y frenéticas actividades— no solo para calentarnos, sino para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. En pocas palabras, reciclaje, ahorro y cuidado del medio ambiente.
El calor subterráneo, creado por la actividad humana, puede ser una de las energías limpias del futuro
Esto nace de las conclusiones del reciente estudio de científicos del Instituto de Tecnología Karlsruhe (Alemania) y de la Universidad de Dalhousie (Canadá), publicado en la revista Nature Communications, en el que se explica cómo es posible aprovechar todo el calor que se ha filtrado hacia el suelo. Resulta que toda la actividad humana, en especial en las principales urbes, aquella que se produce en los edificios y avenidas que se han construido sobre la tierra, genera cantidades ingentes de calor hacia el subsuelo. De hecho, se le considera un tipo de contaminación, pues existen investigaciones que sostienen que ese aumento de la temperatura facilita la filtración de sustancias tóxicas (por ejemplo, el arsénico) hacia los mantos acuíferos subterráneos. Es decir, hemos generado un exceso térmico no solo en el aire y el agua, sino también debajo de la tierra. La buena noticia es que, si sabemos aprovecharlo, tendremos una energía limpia que podrá calentar las ciudades durante los meses más duros del invierno sin depender tanto del petróleo o el gas.
¿Por qué es una opción altamente considerable? En la publicación científica antes mencionada hay un dato imprescindible: en 1950, solo el 30% de la población mundial vivía en asentamientos urbanos; en 2018, el porcentaje era del 55% (en América Latina, la región más urbanizada del mundo, dos de cada tres personas viven en grandes urbes), y los pronósticos indican que esa cifra seguirá subiendo.
¿Cómo funciona?
Las ciudades y los grandes núcleos urbanos están cada vez más poblados y, por lo tanto, generan cada vez más calor. Y de acuerdo con el artículo de Nature Communications, este fenómeno solo irá en aumento.
En esencia, el aprovechamiento de ese excedente térmico se podría lograr mediante un sistema de captación de esa energía gracias a unas tuberías de agua subterráneas que después lo llevarían hacia unas bombas encargadas de calentar directamente edificios o cualquier otra construcción. Una de las aplicaciones que sugiere el estudio sería para las zonas suburbanas, donde existe más espacio para construir la infraestructura y hay más demanda de sistemas térmicos.
Otro de los datos más potentes presentados en este trabajo es que solo con el 7% del área europea estudiada se podría satisfacer hasta el 25% de la demanda de calefacción en el continente. Y es que ese porcentaje es lo que determina cuáles serían las áreas en las que implementar este sistema sería más necesario. Son, básicamente, tres: «no factible», o áreas donde no existe una demanda de calefacción o en la que la actividad humana no genera calentamiento subterráneo; «potencialmente factible», que son áreas donde el calor generado al reciclar la entrada anual es del 25% o menos de la demanda anual de calefacción de espacios, y «factible», áreas donde el calor generado al reciclar la entrada anual es de más del 25% de la demanda.
En medio de una crisis energética y climática global, reciclar el calor del subsuelo podría ser una opción económicamente más viable que las energías fósiles
Finalmente, es necesario aclarar que existe una gran diferencia entre la energía geotérmica y este proyecto. La geotérmica es esencialmente el aprovechamiento del calor interno de la tierra, provocado por el propio calentamiento interno del planeta, además de fenómenos como la actividad volcánica, mientras que este proyecto se centra en el aprovechamiento del calor generado por la actividad humana en zonas urbanas. Una de las hipótesis que también sugiere el estudio es que quizá, al aprovechar ese excedente térmico urbano, los impactos del calentamiento global podrían disminuir.