La transición ecológica no es un camino fácil. Tampoco rápido. La sociedad en su conjunto cada vez es más consciente de la necesidad de transformar la economía y, en definitiva, la vida, al mismo tiempo que cada vez resulta más evidente la necesidad de frenar en seco el desgaste del planeta. La realidad es que el proceso, que atañe a todos los niveles de la sociedad, es tremendamente frágil en su desarrollo, existiendo infinidad de factores capaces de originar cambios y ralentizar la hoja de ruta marcada en un origen. La transición energética es, en definitiva, un proceso cuyo nivel de éxito va intrínsecamente ligado a la estabilidad que lo avale.
En España, el desarrollo de la transformación verde avanza a buen ritmo, aunque en los últimos meses se ha visto ligeramente aminorado como consecuencia de la inflación registrada y las consecuencias de la guerra en Ucrania. Así lo evidencia el último informe elaborado por el Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática en nuestro país, en el cual se han comparado los datos actuales con las previsiones a medio y largo plazo marcadas por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030. El dibujo que ofrece esta comparativa no deja lugar a dudas: España va por el buen camino, firme en la hoja de ruta hacia un mundo más justo ambientalmente, pero no hay lugar para el desliz.
España logró emitir en 2022 dos toneladas menos de gases de efecto invernadero que lo que aconsejaban las previsiones
El informe aborda aspectos esenciales como el grado de descarbonización de la economía nacional. En este aspecto, los datos han empeorado durante los dos últimos años, con una subida del 2,8% en la emisión de gases de efecto invernadero, pero se mantienen en las previsiones marcadas por la administración. Concretamente, en 2022, se registraron 297,46 toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono, dos toneladas menos de los índices aconsejados. Un número que en 2023 debe seguir bajando hasta las 290,07 MtC02eq.
En este sentido, en un tema adyacente como es la eficiencia energética, los números, pese a ser positivos, tampoco dejan espacio para el despiste. Tal y como se refleja en el informe, desde 2020 la tendencia ha venido empeorando, con un crecimiento acumulado del consumo de energía primaria que, no obstante, sigue por debajo de los índices previstos. Según los datos, en 2022 España consumió 115.332,27 kilotoneladas equivalentes de petróleo, más de 3.000 toneladas menos del objetivo que se marcaba el PNIEC para ese año.
Un poco más apretado con respecto a la comparativa entre realidad y objetivo está el ámbito del consumo eléctrico sobre el consumo total energético. Mientras que el objetivo que figura en el PNIEC contemplaba que en 2022 esta cuota estuviera en el 24,83%, la realidad es que actualmente se encuentra muy cerca pero sin llegar a ese punto (24,56%), tras una caída de medio punto durante el último año.
En lo que refiere a las energías renovables, a todas luces marcadas como el futuro del sistema productivo, España dispone de cierto margen de mejora en el mix energético. De acuerdo con los datos reflejados en el Informe del sistema eléctrico 2022, elaborado por Red Eléctrica, la generación renovable en el sistema eléctrico nacional ha sido del 42,2 % el pasado año, cuatro puntos por debajo de 2021 debido al descenso de casi un 40% de la producción hidráulica.
La generación renovable en el sistema eléctrico se situó en 2022 en el 42,2%
También el bolsillo de los consumidores ha sufrido en el último año, una situación agravada por la guerra de Ucrania, que ha puesto sobre la mesa el debate sobre si el consumo energético de España puede seguir dependiendo del exterior, asumiendo así las variaciones de mercado ligadas al mismo. En este sentido, volviendo a términos del informe elaborado por el Observatorio, actualmente el sistema energético español depende en un 74,11% de fuentes de energía extranjeras. Más de cuatro puntos por encima del objetivo, que había pautado un 69% para 2022. En este aspecto, la clave pasa por el fortalecimiento de la producción energética nacional y la apuesta definitiva por las renovables como ámbito tractor. De lo contrario, conflictos o situaciones como la guerra iniciada por Rusia supondrán constantemente un problema para la economía a nivel macro y micro.
Sin embargo, pese a este último factor en el que existe un amplio margen de mejora, la realidad que dibujan estos datos es la de un país que, tras años de dudas y escepticismo, es absoluta y plenamente consciente del reto que encara. No hay mejor receta a la hora de afrontar el futuro con garantías.