Eva Pagán y Sara Gómez son ingenieras. La primera es directora general de Transporte de Red Eléctrica de España; la segunda, directora general de Universidades de la Comunidad de Madrid. En un mundo tradicionalmente masculino, han conseguido abrirse camino y llegar a lo más alto. En este diálogo conversan sobre las dificultades a las que se han enfrentado y analizan cuáles son los principales desafíos para que mujer e ingeniería sean compañeras inseparables en el viaje hacia un futuro digital.
Sara Gómez. La falta de mujeres en la ingeniería –solo representan un 25% del alumnado en este tipo de carreras STEM–, es un problema global, no local. Sin embargo, estas cifras enmascaran de alguna manera la realidad: hay carreras universitarias como la ingeniería biomédica o la bioingeniería donde ahora encontramos una igualdad casi total entre hombres y mujeres. En el otro extremo hay ingenierías como la informática o la electrotecnia, que es la que tú hiciste, en las que la presencia femenina está a punto de pasar a un dígito. ¿Por qué sucede eso?
Eva Pagán. El problema viene desde antes de la universidad, del período de madurez, de la adolescencia, cuando tomas la decisión de si prefieres estudiar matemáticas y física en vez de literatura o historia. Y en esas edades el papel de los educadores es clave.
Sara Gómez. Por eso es tan importante enamorarte de estas profesiones cuando tienes cinco o seis años. Cuando los niños y niñas están en infantil, los profesores –en su mayoría mujeres– tienen muy poca formación en STEM. Por eso es un problema estructural: o cambiamos la formación de los formadores o será difícil que luego las niñas escojan física o matemáticas. Porque las dos sabemos que, si no te gustan los números, hacer ingeniería no es una buena opción.
Eva Pagán. No es solo la formación de los docentes, debería cambiar también la idea que hay de que para hacer una ingeniería tienes que ser muy listo, porque también tienes que serlo para convertirte en un buen abogado o un buen periodista. Se transmite que la ingeniería es algo que haces solo, en un sitio cerrado, peleándote con las máquinas, y a lo mejor las mujeres, que somos más sensibles a tener trato con los demás, esa imagen que se da nos condiciona. Además, la realidad es que un equipo de ingeniería siempre es multidisciplinar: ya sea para construir un puente, una instalación eléctrica o una gran infraestructura, necesitas un equipo.
Sara Gómez. Fíjate, una de las razones por las que estoy peleando por evangelizar, como yo lo llamo, para que haya más vocaciones STEM en general –y en niñas y chicas en particular–, es precisamente porque desde las ingenierías hemos comunicado mal lo que hacemos. En mis visitas a los colegios, les preguntaba a las niñas qué creían que hacemos los ingenieros o las ingenieras y me decían: “No lo sé, pero sois un poco raros”. Y esa percepción de que somos muy empollones o solitarios y que no tenemos vida social, pesa. Hay que romper los falsos mitos, primero, porque impide que se vea la vertiente social de la ingeniería y eso a las mujeres nos importa; y, segundo, porque no deja avanzar. La ingeniería, la ciencia en general, es la palanca de transformación más poderosa del mundo, y más en este momento.
Eva Pagán. ¿Y no es ahí donde tenemos que involucrarnos más las que ya tenemos experiencia en el mundo de la ingeniería? Deberíamos decirles a las niñas: “Oye, bueno, soy rara, pero de una rareza media, más o menos como cualquier otro”. No hay que tenerle miedo y hay que ser un referente. Si te gusta trabajar con piezas, ¿por qué no vas a poder hacerlo, si las piezas no saben de mujeres ni de hombres? Esos filtros los ponemos nosotros, y son los que nos llevan a pensar que una profesora educación infantil es más cosa de mujeres y que ser ingeniero es más de hombres.
Sara Gómez. ¿De dónde crees que vienen esos prejuicios?
Eva Pagán. Creo que de la infancia, están incluso en los juegos mismos. Recuerdo que, cuando era pequeña, me regalaron por mi comunión uno de los primeros bebés que hablaban y lloraban a la vez. A mí me gustaban mucho las muñecas, pero cuando me dieron eso, en cuanto me quedé sola, la curiosidad me llevó a coger un cuchillo y abrirlo para ver por qué demonios aquel muñeco lloraba, para disgusto de mi madre. Pero es que yo creo que una muñeca es jugar, pero también es descubrir por qué llora.
Sara Gómez. Exacto. Los porcentajes existentes sobre el tiempo que las mujeres dedicamos a cuidar de los demás son altísimos, por eso hay que fomentar en las niñas el desarrollo de habilidades que van más allá de lo social, como las de descubrir por qué pasan las cosas. ¿Tú crees que las mujeres somos más timoratas? Hay algunos estudios, como el de una universidad americana, en el que se hace una oferta de empleo con una serie de indicaciones que los candidatos han de cumplir. Hicieron una muestra bastante equilibrada entre hombres y mujeres y vieron cómo los varones aplicaban cuando cumplían un 40 o 50% de los requisitos, pensando “lo que no sé, ya me lo enseñarán”. Sin embargo, las mujeres, no lo hacían hasta que no estaban seguras de poder cumplir el 80 o el 90% de las especificaciones. ¿De dónde nos viene esto?
Eva Pagán. Quizá de la autoexigencia, de las inseguridades… Esa inseguridad es la que nos hace pensar “no voy a poder con las matemáticas” o “no voy a poder resolverlo porque mis compañeros van a hacerlo mejor… Quizá quitando eso seríamos conscientes de que no te van a considerar rara, que eres tan capaz como cualquier otro. ¿Tú has tenido muchas dificultades para abrirte camino en este sector tan mayoritariamente masculino?
Sara Gómez. Yo diría que sí. Empecé teniéndolas incluso a la hora de hacer la carrera. Vengo de un pueblo de Segovia, de una familia muy tradicional, donde mi padre quería que yo hiciera farmacia –o medicina, o magisterio– y mi hermano ingeniería. Así que cuando dije que quería hacer una ingeniería, el primer choque lo tuve en casa. Luego, cuando empiezas a trabajar, vas sumando anécdotas. Recuerdo que, la primera vez que estuve en obra, estábamos haciendo una zanja para hacer los cimientos y había una piedra de dimensiones gigantescas. El jefe de obra vino y me dijo: “Ingeniera, ¿qué hacemos con esta piedra?”. Y no tenía ni idea, pero sabía que con ese comentario me estaba midiendo, poniéndome a prueba.
Eva Pagán. Eso sí que nos ha pasado a todas: el escuchar un “¡Buah!” cuando te ven llegar y eres una mujer. Para eso quizá el mejor antídoto es dar seguridad y perseverar, perseverar y perseverar…
Sara Gómez. Y organizarnos. Las administraciones, las empresas y la sociedad en general debe tomarse el tema de la igualdad en serio. El diagnóstico lo tenemos bastante acertado, ahora tenemos que empezar el tratamiento. De ahí que ese movimiento feminista –hablo de feminismo en términos de igualdad, no de posiciones radicales– robusto y solvente sea imprescindible y debemos seguir ahí perseverando, hablando de los problemas con naturalidad. En eso soy optimista porque gracias a ello ahora soy más consciente de algunas situaciones o comentarios fuera de lugar a los que antes no les daba importancia.
Eva Pagán. ¿Has llegado al punto de adoptar actitudes “más masculinas” para que te tomen en serio?
Sara Gómez. La verdad es que yo no he tenido nunca una mujer jefa, probablemente por lo que decíamos antes de que estamos en un mundo muy masculino. Pero cuando he tenido yo ese liderazgo, sí que he utilizado alguna técnica o algún método bastante masculino, para hacerme un hueco. Es más, en alguna reunión he llegado a dar un puñetazo físico encima de la mesa porque estaban midiéndome una vez más. Después de eso todos nos dimos cuenta de que estábamos haciendo el tonto y que no podíamos seguir jugando a esto. También es verdad que creo que, en general, las mujeres escuchamos más de lo que nos escuchan, o al menos yo tengo esa impresión.
Eva Pagán. Yo también lo he notado. Además es algo que se acentúa cuando juntas dos cosas: juventud y que seas mujer. Quizá con los años consigues ganarte algo más de respeto y que te escuchen más.
Sara Gómez. Por mi experiencia creo que con el paso del tiempo tomas conciencia de cosas como que antes te interrumpían más los discursos. Algo parecido sucede con la brecha salarial, que es otro de los grandes mantras que tenemos hoy que las mujeres y que hasta hace poco no se había denunciado. Además, es algo que está cuantificado: ante el mismo desempeño profesional, nos pagan menos. Lo curioso es que hace poco en un debate comentaban que las profesiones que están feminizadas –hablamos de ejemplos como medicina o las enseñanzas– se pagan menos a medida que se van feminizando. Esto rompía una de mis teorías, ya que yo pensaba que si éramos más en las carreras STEM, la brecha se reduciría; pero si acabamos siendo el 70% en estas carreras y lo que hacemos es bajar el sueldo… Debe hacerse algo más desde el punto de vista sociológico, que no sea solamente responder a la oferta y demanda.
Eva Pagán . Yo creo que en ese punto hay que tener en cuenta cómo es el profesional que se demanda en el futuro. Si vivimos en una sociedad que se está digitalizando, si estamos hablando constantemente de crear modelos digitales de todos nuestros procesos … ¿Cuáles van a ser las cifras de empleo de las mujeres? Porque si, para demandar eso vamos a ir a las universidades tecnológicas o a las carreras STEM, ahí los porcentajes son demasiado bajos. Debemos resolver el problema respondiendo a lo que espera la sociedad, viendo qué es lo que tenemos ahora y cómo lo proyectamos de cara a 2030. ¿Cuál crees tú que es el camino a seguir?
Sara Gómez. No creo que exista una receta mágica: es un problema estructural y complejo y debe abordarse como tal. Eso sí, debemos ser capaces de decirles también a los hombres de que el problema es de los dos. Es decir, hay encrucijadas en la vida de una mujer que no están en la vida de un hombre y debemos acabar con ello. Si tuviera que dar alguna clave esta sería la educación en igualdad y la educación sin perjuicios y sin estereotipos. Es responsabilidad de todos conseguirlo.
Eva Pagán. En mi opinión deberían aplicarse también medidas de choque que nos ayuden a trabajar en el largo plazo, porque no podemos esperar 150 años, que es cuando dicen los organismos internacionales que alcanzaremos la igualdad total, y aún menos a la velocidad que vamos.
Sara Gómez. Sin duda, la velocidad inicial tiene que ser muy fuerte. Pero creo que nos encontramos en este momento en el que estamos convencidos de que tenemos que cambiar. ¿No ves tú un entorno de convencimiento?
Eva Pagán. Es como lo que nos está sucediendo en el ámbito energético, en el que ya no queda nadie por convencer del cambio climático y de que tenemos que hacer una transición. Ahora lo que estamos discutiendo cómo somos capaces de alcanzar esos objetivos de descarbonización. Yo creo que esto es algo parecido: caminamos en el buen sentido pero ahora debemos debatir cómo lo hacemos para que el cambio sea rápido, eficiente y sin que nadie se descuelgue, porque eso sería un fracaso.
Sara Gómez. Para eso debemos estar convencidos que la diversidad enriquece. Tenemos el qué: que es que debemos ser diversos. ¿Y el cómo? Es lo que nos falta por definir, pero yo creo que estamos en camino.