En el planeta hay 3.764 millones de mujeres. Es decir, son el 49,6% de la población. La mitad del mundo. De ellas, las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43% de la mano de obra agrícola, según las últimas cifras de la ONU. Sin embargo, ellas también son algunas de las que más sufren la desigualdad: por ejemplo, menos del 13% de las propietarias de las tierras de cultivo son mujeres. Además, como alertan desde Naciones Unidas, las mujeres rurales también tienen un 38% menos de posibilidades de dar a luz asistidas de forma profesional que sus congéneres en zonas urbanas en países de ingresos bajos o, en el caso de las niñas rurales, el doble de posibilidades de casarse que otra que viva en zonas urbanas de algunos países africanos, latinoamericanos y caribeños. Desde la FAO apuntan, asimismo, que «las mujeres rurales son exponencialmente más vulnerables y están más marginadas», por ejemplo, en el acceso a los recursos, la educación y la atención médica, y que también sufren una «discriminación sistemática» que agrava sus situaciones de pobreza.
«Las zonas rurales ofrecen unas condiciones de vida específicas en debido al del reducido tamaño de los núcleos de población y de la dispersión del poblamiento. Para las mujeres, que siguen siendo las principales responsables de los trabajos de cuidado, esto supone una carga añadida, ya que la asignación prioritaria de la responsabilidad de cuidadoras, unido a la escasa oferta de servicios y a la precariedad del transporte condiciona su acceso al mercado laboral, a la formación, a los puestos de decisión, y en definitiva dificulta el camino a la obligada igualdad entre mujeres y hombres», explica Ana Sabaté Martínez, profesora de Geografía Humana en la Universidad Complutense de Madrid en el dossier Mujeres y mundo rural: nuevos y viejos desafíos elaborado por Fuhem.
En nuestro país, la sangría demográfica del interior peninsular es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos. Ahora que el concepto de España vaciada ha sustituido al de España vacía, el papel de las mujeres es fundamental para garantizar la permanencia de los servicios y del futuro de los pueblos. «Todavía hoy, al hablar del medio rural, se vislumbra el retrato de una sociedad que gira en torno a lo agrario. Un retrato que se aleja mucho de la realidad actual en España y en la mayor parte del mundo. Esas evocaciones, más que un reconocimiento de la importancia de la agricultura y la ganadería, son simplificaciones estereotipadas que invisibilizan la complejidad de la propia actividad agraria y del entramado productivo y social que existe actualmente en los territorios rurales», explica en el mismo informe Fátima Cruz, profesora de Psicología Social de la Universidad de Valladolid.
Entre las iniciativas presentadas por instituciones públicas y privadas para hacer frente al problema de la despoblación y apoyar la igualdad de las mujeres en el mundo rural, Red Eléctrica firmó este año un convenio con la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), un primer paso para sentar las bases de una futura colaboración entre ambas entidades. «A partir de aquí firmaremos acuerdos específicos para las acciones concretas que desarrollemos en el futuro», explicó Teresa López, presidenta de Fademur, que indicó que las primeras beneficiarias del acuerdo serán las emprendedoras que participan en la lanzadera Ruraltivity y todas aquellas mujeres que vivan en el medio rural. Como expresaron ambas entidades, la colaboración tiene como objetivo final de «contribuir a mejorar la igualdad de género y la sostenibilidad en nuestro país» y contará con el seguimiento de una comisión constituida con paridad de representantes de ambas entidades. Por parte de Red Eléctrica, los responsables indicaron que, con esta firma, se avanza en su «compromiso con la igualdad de género» y se trabaja de forma activa en un gran número de actuaciones que contribuyen de manera positiva al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con los que la compañía ha mostrado su compromiso en reiteradas ocasiones. «El testimonio de las mujeres es ver lo de fuera desde dentro. Si hay una característica que pueda diferenciar el discurso de la mujer, es ese encuadre», decía la escritora Carmen Martín Gaite. Y, desde los núcleos pequeños, con pocos habitantes, las mujeres rurales también son capaces de ver un mundo más justo para todos.