El Sol es una estrella viva. Por ende, pasa por distintos ciclos que duran habitualmente unos 11 años y en los que los polos magnéticos solares se invierten. Entre los giros, la radiación solar total aumenta y disminuye, y esa fluctuación se siente en nuestro planeta. Durante el mínimo solar, es normal que se enfríe la termosfera, una de las capas atmosféricas más alejadas de la superficie terrestre, y que, en el punto máximo del ciclo, se caliente.
Actualmente, la enorme estrella alrededor de la cual orbitamos está pasando por una fase de gran intensidad y está cerca de alcanzar su pico máximo. ¿Qué significa esto? Que han aparecido nuevas manchas de donde surgen llamaradas solares. De acuerdo con la Agencia Espacial Europea, estas erupciones calientan las partículas a millones de grados y producen un estallido de radiación en todo el espectro electromagnético, desde las ondas de radio hasta los rayos X y los rayos gamma.
Aunque a veces aparecen bulos que afirman que las erupciones solares causan el calentamiento global, lo cierto es que estas variaciones en la radiación solar no influyen a largo plazo sobre el clima terrestre
Estos cambios en la meteorología espacial hacen que el llamado viento solar, la gran masa de plasma que sale del Sol, produzca tormentas geomagnéticas en las capas más altas de nuestra atmósfera. Un fenómeno que explica por qué en los últimos meses se han registrado impresionantes imágenes de auroras boreales en latitudes muy lejanas de los polos, como Extremadura o el sur de Estados Unidos.
Pero la alta actividad del Sol también puede producir otros efectos menos vistosos, especialmente cuando lanza erupciones solares de clase X. En febrero, estas ionizaron la capa superior de la atmósfera, llevando a interrupciones en las radiofrecuencias por debajo de los 30 MHz en algunos lugares de Sudamérica.
Y no solo eso. El impacto de este tipo de fulguraciones puede afectar el campo magnético de la Tierra, con el potencial de generar afecciones para infraestructuras o perturbar las señales de navegación y representar riesgos para los astronautas y las naves espaciales.
Pico máximo
Se estima que el pico del actual ciclo solar ocurra el próximo año o en 2025; no obstante, científicos como Scott W. McIntosh han planteado la posibilidad de que este se adelante y de que a finales de 2023 o comienzos de 2024 se dé un "evento terminator", es decir, el fin abrupto del ciclo solar habitual. Esto explicaría por qué este año estamos siendo testigos de los efectos de uno de los periodos más fuertes del Sol de la última década.
Pero lo cierto es que las tormentas solares y el avistamiento de auroras boreales más cerca del ecuador no es un fenómeno nuevo. En 1859, el llamado evento Carrington —la mayor tormenta solar documentada— quemó la red de telégrafos en EE.UU. y el Reino Unido, y logró que la noche se volviera día en el Caribe y las islas Canarias.
El clima y el Sol
De vez en cuando aparecen bulos que culpan al Sol del inminente cambio climático. Sin embargo, las fluctuaciones producidas por los ciclos solares en la irradiancia total no son lo suficientemente fuertes para influir a largo plazo sobre el clima terrestre. "Los científicos no han podido encontrar pruebas convincentes de que el ciclo de 11 años se refleje en ningún aspecto del clima más allá de la estratosfera, como la temperatura de la superficie, las precipitaciones o los patrones del viento”, sostiene la NASA.
Las tormentas solares tienen el potencial de generar afecciones, entre otras, a señales de navegación
Pero de lo que no cabe duda es que el Sol es esencial para el equilibrio vital de la Tierra. Su radiación electromagnética es fundamental para el funcionamiento de los ecosistemas, la fotosíntesis, los ritmos biológicos y el ciclo del agua, además de que representa una excelente fuente de energía renovable. Sin él, no existirían las condiciones necesarias para sustentar la vida en nuestro planeta. Por eso deben monitorizarse sus ciclos para que seamos más resilientes ante las tormentas solares, y podamos comprender mejor que lo que está mostrando hoy en día la meteorología espacial es una poderosa fase de su ciclo vital.