La típica estampa navideña podría cambiar con la emergencia climática: los abetos, la nieve, la iluminación callejera y hasta los alimentos que ingerimos en estas fechas podrían verse alterados por el aumento de las temperaturas.
Con la llegada de la Navidad, las luces en las calles hacen que todo parezca más alegre. Sin embargo, el cambio climático, ajeno al espíritu navideño, sigue su avance. ¿Hasta qué punto cambiará las Navidades en el futuro? ¿Tendremos abetos navideños? ¿Será más difícil conseguir algunos alimentos festivos? ¿Ya no habrá nieve?
Los árboles de Navidad son el símbolo más reconocible de este periodo del año. Pero la emergencia climática está afectando su producción. Las altas temperaturas han desplazado las nevadas masivas que normalmente experimentaban países como Nueva Escocia y Canadá en otoño. Sin heladas previas que endurezcan al abeto balsámico, difícilmente podrán conservar sus agujas mucho tiempo después de ser cortados. Además, el aumento de las plagas de insectos también afecta a esta producción, sobre todo en México. «Solo se puede actuar teniendo recursos humanos capacitados para contener las plagas», señala el director de Inspección de Vida Silvestre y Fitosanitaria en Puertos, Aeropuertos y Frontera de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, Javier Navarrete.
Los cambios de temperatura afectan la duración de la temporada de nieve y el volumen de nieve acumulada
En cuanto a la nieve, la modificación de la temperatura causada por el cambio climático impacta sobre las nevadas, la duración de la temporada de nieve y el volumen de nieve acumulada. En este sentido, existe consenso en la comunidad científica sobre que el calentamiento global está adelantando la fusión de la nieve. Algunos estudios han demostrado que el 78% de las zonas de montaña a escala global desde hace dos décadas están experimentando una disminución en la superficie nevada.
Al respecto de la típica decoración estacional, el riesgo que supone el cambio climático sobre la seguridad energética podría llevar a replantear la iluminación navideña en las calles. Miles de millones de bombillas consumen una energía cada vez más valiosa y que no siempre procede de fuentes renovables. Según la Organización Meteorológica Mundial, el suministro de electricidad procedente de fuentes de energía limpia debe duplicarse en los próximos ocho años para limitar el aumento de la temperatura mundial y evitar socavar la seguridad energética e, incluso, poner en peligro el suministro de energías renovables.
Los efectos del cambio climático afectan gravemente la producción de ciertos alimentos, como el trigo, la cebada, el cacao, el café y la miel
Por otro lado, es posible que, en apenas unas décadas, los alimentos de nuestros platos navideños cambien. Los efectos del cambio climático afectan gravemente a la producción de ciertos alimentos, como el trigo o la cebada, pero también el cacao, el café y la miel. Además, las regiones vinícolas como Sudáfrica, Chile, Australia, España e Italia ya se han visto golpeadas por el cambio climático. La Organización Internacional de la Viña y el Vino afirma que en 2023 la bebida alcanzó su nivel más bajo desde 1962. Según un informe de la entidad, esto se debe a las condiciones ambientales extremas, incluidas las sequías y los incendios.
Estos datos nos invitan a reflexionar sobre cómo queremos que sean las Navidades futuras así como a plantearnos qué pasos son necesarios para conseguir que los árboles, las luces, las nieve y las comidas tradicionales no desaparezcan de la estampa navideña.