El futuro de la energía solar, ¿está en el espacio exterior?

Cada hora llega a la Tierra más energía del Sol de la que usamos todos los humanos en un año entero. ¿Cómo es posible, entonces, que haya una crisis energética cuando deberíamos tener recursos prácticamente infinitos? Lo cierto es que no todo es tan sencillo como parece: el 30% de los rayos solares vuelven al espacio a causa del reflejo provocado por la atmósfera; además, elementos como las nubes, la noche y las tormentas dificultan la labor diaria de las plantas fotovoltaicas.

La energía solar sigue ganando popularidad y se sitúa entre las favoritas a la hora de alimentar las sociedades del futuro. Según el Avance del informe del sistema eléctrico español 2021, la potencia instalada de solar fotovoltaica creció en 2021 casi un 30%, incorporando más de 3.300 MW al parque de generación nacional. Esto permitió que su producción experimentase un aumento cercano al 37%.

Este proyecto formaría parte del Net Zero Innovation Portfolio con el que se prevé alcanzar las cero emisiones netas para 2050

Ahora, el Gobierno de Reino Unido quiere dar un paso más allá, literalmente, contribuyendo a la construcción de una estación de energía solar en el espacio. Esta tendría un coste estimado de 16.000 millones de libras, y aunque el ministro británico de Ciencia, George Freeman, dijo que está dispuesto a apoyar económicamente la nueva estación, matiza que el Gobierno no «escribirá un cheque» para su construcción íntegra.

Esta idea futurista formaría parte del Net Zero Innovation Portfolio, un plan de financiación nacional dedicado a tecnologías que contribuyen a alcanzar las cero emisiones para el 2050. Lamentablemente, el presupuesto total del portfolio es de 1.000 millones de libras, por lo que si queremos ver el macroproyecto espacial hecho realidad, los 15.000 millones restantes se tendrán que financiar por otros medios.

¿Cómo funciona esta estación solar espacial?

Básicamente, consiste en poner en órbita una nave espacial gigante cubierta de paneles solares. De este modo, estos capturarían la energía ininterrumpidamente, ya que no se encontrarían con interferencias como las nubes o la entrada de la noche. Esta energía capturada se transmitiría a la Tierra de forma inalámbrica, concretamente mediante ondas de radio de alta frecuencia. Una vez en la superficie, una antena especial llamada rectenna –o antena rectificadora– convertía las ondas de radio en electricidad, enviándose entonces directamente a la red eléctrica. Gracias a este sistema nos beneficiaríamos del Sol las 24 horas del día, logrando reducir una buena parte de nuestras emisiones de carbono.

El plan consiste en poner en órbita una nave espacial gigante cubierta de paneles solares que capturarían la energía ininterrumpidamente

Sin embargo, aún hay muchos desafíos que superar antes de enviar definitivamente una planta fotovoltaica gigante al espacio. Uno de ellos pone en cuestión la base misma del proyecto: para que un objeto atravesase la atmósfera habría que lanzarlo a gran potencia, lo que, aparte de ser muy caro, está asociado a un alto nivel de contaminación. Un avance esencial en este sentido sería descubrir cómo reutilizar los sistemas de lanzamiento espacial. Por otra parte, existen contratiempos en la transmisión inalámbrica de energía: llevar energía solar de un punto a otro tan lejano es complicado e ineficiente. Actualmente, con la tecnología que disponemos solo lograríamos traer a la Tierra una pequeña fracción de todo lo absorbido en el cosmos.

De momento, los sistemas de energía solar basados en el espacio son solamente una primera aproximación a nuevas fuentes de suministro mundial. Aún no sabemos si llegaremos a tener naves espaciales que absorban rayos solares, pero sí sabemos que estamos más cerca de hallar una solución para descarbonizar el planeta antes de 2050.