Fernando Valladares: «El decrecimiento económico es la auténtica prosperidad»

Fernando Valladares

El conocido científico y divulgador pone sobre la mesa algunos temas incómodos –y menos discutidos– sobre todo aquello que podemos y debemos hacer para mejorar nuestra relación con el medio ambiente.


Para Valladares, el cambio climático, la sobreproducción de alimentos, el mal uso del agua, o el «tecno optimismo» tienen que pasar necesariamente por entre las patas del elefante en la habitación: el decrecimiento económico. Solo limitando la producción y priorizando los derechos humanos por encima de la economía podremos, finalmente, sanear la relación entre el ser humano y la naturaleza para vivir una vida plenamente sostenible.

Sabemos que es indispensable dejar de producir y utilizar combustibles fósiles para revertir el cambio climático, pero, ¿hay algo más que debamos hacer? ¿Algo de lo que no se esté hablando lo suficiente?

Esto es muy interesante, ya que no basta con abordar los combustibles fósiles. Si bien la emergencia climática es quizá lo más apremiante en este momento, no deja de ser uno de los múltiples síntomas de una sociedad insostenible. El sistema alimentario es uno de los grandes problemas de la humanidad. Producimos en exceso, tiramos un tercio de la producción y un 20% genera sobrepeso y problemas de diabetes en el norte global. 

Hablamos de un sistema que es un tremendo fracaso: utiliza 20% del agua, provoca un 8% de las emisiones y ocupa un 13% de la superficie del suelo para que un tercio de esas cosechas acaben en la basura. Producimos en demasía, mal, caro y deslocalizado para, encima, generar hambruna. Además, entre las consecuencias también están las aguas contaminadas por todos los agroquímicos, como en el Mar Menor y en tantos otros lugares.

Por otro lado, está también el uso insostenible del agua. Cataluña está pasando la mayor sequía de toda su historia, lo cual se venía anunciando desde hace décadas. Un tercio de la población mundial no tiene agua suficiente y la Organización Meteorológica Mundial dice que vamos a necesitar un tercio más de agua para el 2050, ¿de dónde la vamos a sacar? Y, por supuesto, la contaminación por los plásticos y la atmosférica generan muchísimas muertes y es algo de lo que no se habla de forma conjunta; todo el modelo civilizatorio es tóxico. Hay millones de muertes evitables todos los años y hay muchísima gente que no es sana ni feliz por este modelo socioeconómico que provoca el deterioro de la biodiversidad, la contaminación, la sobreexplotación del agua y que se multiplica con el cambio climático.

«El capitalismo y el crecimiento indefinido son ingredientes absolutamente insostenibles»

Propones que el gran culpable de la «relación tóxica» de los humanos con la tierra es el fruto directo de la insostenibilidad del modelo capitalista que busca el crecimiento económico desmedido, sin tomar en cuenta las limitaciones de la tierra. ¿Consideras que para poder recuperar una relación de armonía entre seres humanos y la naturaleza se debe abandonar este modelo de sistema económico por completo? ¿Cuál sería la alternativa?
El sistema económico es uno de los graves problemas de la humanidad. El capitalismo y el crecimiento indefinido son ingredientes absolutamente insostenibles. Hemos reventado seis de los nueve límites planetarios. No tenemos todo un sistema alternativo al que saltar como si fuera el sistema operativo de un ordenador, esto no funciona así. Tenemos que aplicar distintas recetas, algunas de ellas tienen diferencias geográficas, por supuesto. 

El norte global tiene que decrecer un 80% - 70% su producción, mientras que el sur global en muchos casos debe aún crecer en algunos aspectos para poder alcanzar el desarrollo que en cuestiones básicas muchos países no han llegado aún. Para que el sur se desarrolle sin pasar por la senda contaminante que ha pasado el norte tenemos que ceder tecnología, algo que se nos da muy mal, como vimos con la vacuna de la covid.

Hay que abandonar el crecimiento ilimitado, enfriar y desescalar la economía progresivamente para que no ocurran recesiones imprevistas y así programar un decrecimiento, tomando medidas acompañantes para los sectores que no puedan reorganizarse por sí mismos. Esto es ineludible, el decrecimiento va a ocurrir, no es algo opcional. Al ritmo al que vamos, reventando muchos límites planetarios, las tensiones geopolíticas, etc., lo que harán es irnos llevando con más frecuencia a recesiones y eventualmente a algunas muy profundas de las que tardaremos muchos años en salir. Entonces, como el decrecimiento va a ocurrir sí o sí, lo único que podemos elegir es adelantarnos, pilotarlo y acomodar un poco las condiciones de la humanidad. ¿Cómo? Poniendo los derechos humanos por delante de la economía.

¿Cómo podemos hablar de decrecimiento económico sin que esto suponga un retroceso económico y social en el imaginario colectivo? ¿O incluso la crispación social entre los más radicales?

No tenemos que ser nosotros mismos los que pongamos la solución política, para eso están los políticos. En buena medida la sociedad, los técnicos, los científicos, incluso los medios de comunicación deben transmitir lo que se sabe, así como los problemas del modelo socioeconómico y el diagnóstico de la situación. Podemos convertir lo que parece un frenazo, un retroceso, una involución en todo lo contrario, porque es justamente eso. El decrecimiento económico es la auténtica prosperidad. Vendrá a medida que apliquemos, sobre todo en el norte global, medidas drásticas de decrecimiento, además de crecer solo en lo importante, como en los valores humanos, en los derechos humanos o en el tiempo para uno mismo. 

Así trabajaremos mucho menos y habrá tiempo para cuidarnos y para hacer muchas cosas que en el norte global estamos subcontratando, como cuidar, cocinar, etc. Ese tiempo se lo restaríamos a la jornada laboral y así podríamos encarrilar entre todos un nuevo modelo de civilización. Todo esto son motivos para la esperanza, tenemos una oportunidad histórica para pilotar un tránsito hacia una sociedad mayoritariamente sana y feliz. La ultraderecha populista no quiere entender este tipo de mensajes. Así que lo que habrá que hacer es ponerles ejemplos de comunidades y soluciones que funcionan y con esa dosis de empatía y de amabilidad espero que los vayamos suavizando.

«Tenemos una oportunidad histórica para pilotar un tránsito hacia una sociedad mayoritariamente sana y feliz» 

A la agonía existencial que provoca el cambio climático, el costo de la vida, etc., se le suma ahora una nueva variante: la inteligencia artificial. Sin embargo, no todo es oscuro. Algunos dicen que la IA será un agente clave para frenar el cambio climático, ¿qué visión tienes acerca de esto?
La IA es una herramienta poderosísima que nos permite entender mejor el clima complejo de la tierra o hacer simulaciones mucho más rápidas de sistemas multivariantes como es el propio cambio climático. Pero debido a su huella energética consume mucha agua y energía, por lo que tenemos que hacer un uso responsable de ella, pero sería la primera vez que hacemos un uso responsable de algo. Quizás sería interesante consultar a la propia inteligencia artificial, sobre cómo hacer un uso responsable climáticamente de la inteligencia artificial.

¿Pueden los individuos y comunidades utilizar la tecnología para mejorar su relación con la naturaleza? ¿O es esto un oxímoron?
El mayor tiro en el pie que nos hemos dado y por el cual no avanzamos es el «tecno optimismo». Es decir, un optimismo exagerado de que la tecnología nos sacará del apuro. Los científicos podemos asegurar que esto no va a ocurrir. La tecnología es una herramienta que nos puede ayudar a salir, pero necesitamos voluntad. Por ejemplo, en el tema energético no basta con las renovables. Tenemos que cambiar el chip y producir y consumir en España concretamente la mitad de la energía, en Europa en promedio un tercio de la energía y en Estados Unidos una quinta parte la energía que actualmente se produce. 

Este es el chip civilizatorio que debe acompañar al cambio del modelo energético, pero la tecnología tiene que estar bajo nuestro control y tenemos que usarla con sensatez. Hay que abandonar los sueños «tecno optimistas» que piensan que «hemos salido de otras». La tecnología no nos salvará porque nunca la humanidad se ha enfrentado a un desafío global del tamaño de la escala espacial temporal que tiene el cambio climático y las otras grandes crisis que estamos generando.

¿Qué podemos hacer, como individuos, familias y comunidades, para decrecer conjuntamente y vivir una vida sostenible?

A la lista habitual de cosas que todos podemos hacer para mejorar nuestra relación con el medio ambiente (comer menos carne, usar bicicleta, hacer uso mínimo del agua, etc.) debemos sumar una activación real de la ciudadanía. Hay que ejercer más democracia participativa y hacer uso de las herramientas que tenemos para ponernos de acuerdo más rápidamente y más drásticamente de forma colectiva. Para ser sostenibles tenemos que consumir críticamente; ver de dónde viene aquello que compramos; luchar contra la obsolescencia programada y votar exigiendo a los políticos que tengan la agenda del cambio climático y la verdadera sostenibilidad como prioridad por encima de la propia economía. 

Por otro lado, como familia tenemos que hablar de política. España es un país con muy poca tradición, posiblemente debido a las heridas de la guerra civil y al periodo de dictadura, pero tenemos que rescatar una vida política que tiene que ser de mucho mejor calidad que la que vemos en la sede parlamentaria o en internet. Tenemos que ser más racionales y capaces de discrepar sin enfadarnos, así como escalar nuestras opiniones y necesidades en el ámbito de la comunidad para lograr cambios de mayor escala. Todo esto es lo que más podemos hacer de cara a acelerar una transición de modelo de civilización.