Las claves de la COP26 de Glasgow

Superado el momento más duro de la pandemia en muchos países, poco a poco, toca volver a poner el foco en dar respuesta a otra gran emergencia: la climática. Recientemente, las Naciones Unidas recordaron que aún estamos muy lejos de alcanzar el objetivo de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 grados, una meta que la mayor parte de los estados firmaron en el Acuerdo de París. 

«Necesitamos ser más ambiciosos en la mitigación, en nuestra adaptación y, también, en la financiación», afirmaba en febrero de este año António Guterres, titular de la ONU. «Este año es crucial en la lucha contra el cambio climático». Las declaraciones no perseguían otro objetivo que el de animar a los Estados miembros a aprovechar el impulso en el camino hacia la Conferencia anual de la ONU sobre el clima (COP26), el evento climático mundial por excelencia, encuentro obligado a frenar en seco el pasado mes de noviembre y esperar a que las restricciones de la crisis sanitaria permitieran llevarlo a cabo. 

ONU: «Este año es uno crucial en la lucha contra el cambio climático»

Ahora, si todo va bien, la COP26 se celebrará en Glasgow (Reino Unido) del 1 al 12 de noviembre de 2021 y reunirá a más de 200 representantes de gobiernos de todo el mundo para trabajar a toda velocidad en la acción climática y encontrar un consenso que permita el cumplimiento del Acuerdo de París a tiempo. Para hacerlo, ya está elaborado el conocido como Paris Rulebook, un documento donde se recogen todas las medidas que deben ser implementadas para cumplir con el acuerdo y llevar la economía hacia la neutralidad. Toda una declaración de intenciones sobre la apuesta por la cooperación internacional que hará frente a los principales retos a los que se enfrenta la humanidad: fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, energía asequible, igualdad, ciudades sostenibles y ecosistemas protegidos, entre otros.

Para pavimentar el camino, los líderes de las naciones participantes en la COP26 están realizando a lo largo de mayo negociaciones virtuales para dar las primeras pinceladas de ese nuevo compromiso y llegar a noviembre con un papel lleno de propuestas concretas que poner sobre la mesa (virtual). Esta ‘Pre-cop’, no obstante, no es nueva. Viene realizándose siempre unas semanas antes de cada Conferencia del Clima y esta vez se adelanta de forma virtual. Además, tendrá como cada año su encuentro previo presencial, que tendrá lugar en Milán entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre.

¿Qué nos jugamos en Glasgow?

Las líneas de acción de esta COP26 responderán a algo tan evidente como la propia realidad. El año pasado no solo será recordado por la pandemia, también por recibir el triste premio del tercer año más caluroso desde que se tiene constancia, un ejemplo de las rápidas alteraciones que está sufriendo el planeta y que necesitamos frenar. Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la ONU de Cambio Climático, va directa al grano: «2021 será el año más importante para el cambio climático desde la adopción del Acuerdo de París». Así lo aseguró a principios de febrero, cuando se anunció que la cumbre se celebraría en noviembre en lugar de abril debido a las restricciones anti-covid.

De esta forma, enumeró lo que ella considera las claves del éxito para la Conferencia del Clima: que se cumplan las promesas hechas a los países en desarrollo, especialmente la de movilizar 100.000 millones de dólares anuales en financiación climática; que los gobiernos concluyan los temas pendientes y las negociaciones para aplicar plenamente el Acuerdo de París; que los países disminuyan las emisiones y aumenten la ambición climática, tanto en la reducción de CO2 como en la adaptación a los –inevitables– impactos del cambio climático y, por último, que no se deje de lado ninguna voz o solución, firmando un nuevo compromiso con los observadores e, incluso, los interesados que no formen parte de la COP26. 

El objetivo final de la COP26 es actualizar los compromisos de los Estados para acelerar el cumplimiento con el Acuerdo de París

En este sentido, la Cumbre del Clima de Glasgow pondrá el foco sobre lo que considera prioridades a resolver urgentemente, como la descarbonización o la transformación verde del sistema financiero, de manera que todos los países puedan impulsar inversiones limpias. Además, los líderes mundiales tendrán que llegar a un consenso de cara a ser más transparentes y ayudar a las sociedades y economías a adaptarse al cambio climático (especialmente las más vulnerables), comprometiéndose a alcanzar las emisiones netas lo antes posible a través de recortes notables antes de 2030. Para ello, como marca el planning de la COP26, los líderes deberán comprometerse a acelerar la transición real hacia el transporte sin emisiones de carbono, eliminando motores de gasolina y diésel, y apostando por la innovación y el compromiso, tanto de inversores como de ciudadanos.

Todas estas líneas de actuación irán recogidas en un paquete de medidas equilibrado que establezca los pasos para cumplir con el Acuerdo de París. Si todo va como se espera, este será el producto final de la reunión y afianzará más la lucha climática. Por si no fuera suficiente, el Reino Unido, como país organizador, se ha comprometido a reforzar los lazos institucionales con los países, implicando también a actores sociales como las redes ciudadanas o los colectivos activistas. De hecho, en colaboración con Chile, ha lanzado una serie de consultas mensuales para cubrir los principales puntos de las negociaciones, facilitando el trabajo de los técnicos para así poder incluir hasta la más ínfima preocupación en relación con el planeta. Nadie lo duda: es hora de ponerse las pilas, y, esta vez, de verdad. 

Y es que, a ojos de Espinosa, a pesar de la doble crisis de la COVID-19 y el cambio climático, «la humanidad nunca antes había tenido el poder de determinar consciente y colectivamente su trayectoria futura y su destino final». Hay que verlo como una oportunidad dorada para construir «un futuro resiliente, sostenible y próspero para todos».