El año 2019 nos queda ya muy lejos. Especialmente después de estos doce últimos meses donde el coronavirus ha sido el protagonista. Sin embargo, de ese año previo a que todo cambiara todavía salen a la luz noticias realmente llamativas. En 2019 Europa fue testigo de la mayor y más drástica caída de emisiones de dióxido de carbono, que se desplomaron más de un 24% en comparación con los niveles registrados en 1990. Fue el nivel más bajo en tres décadas, tal y como anunció a finales de 2020 la Comisión Europea en su Informe Anual de situación sobre la acción por el clima, que trata de los avances de la Unión Europea en la reducción de las emisiones en 2019.
Los resultados de este estudio demuestran que ser más verdes y mantener a la vez el crecimiento de la economía es completamente factible. Si se comparan los números con 2018, veremos que en 2019 la caída interanual en la producción de gases de efecto invernadero en los 27 estados-miembros fue de un 3,7%, mientras que el PIB creció un 1,5%. En palabras de Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo responsable del Pacto Verde Europeo: “La Unión Europea está demostrando que es posible reducir las emisiones y hacer que crezca la economía. No obstante, el informe confirma una vez más que debemos intensificar nuestros esfuerzos en todos los sectores de la economía para alcanzar nuestro objetivo común de neutralidad climática de aquí a 2050”.
Para elaborar una estrategia realista es importante analizar las emisiones cubiertas por el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (RCDE UE), el principal mercado de carbono del mundo y el de mayor tamaño. El RCDE establece la cantidad total, sujeta a un límite máximo, de determinados gases de efecto invernadero que pueden emitir las instalaciones contempladas en el régimen. Dentro de este límite, las empresas reciben o compran derechos de emisión con los que comerciar en función de necesidades y, al final de cada año, entregan suficientes derechos para cubrir todas sus emisiones. En caso contrario, se les imponen fuertes sanciones.
Este sistema, calificado como un hito de la política europea de lucha contra el cambio climático, consiguió registrar la mayor reducción en 2019 con un descenso del 9,1% de emisiones, es decir, alrededor de 152 millones de toneladas de dióxido de carbono. Uno de los principales responsables fue el sector eléctrico que, gracias a la sustitución del uso del carbón para la calefacción por electricidad procedente de fuentes renovables y gas, redujo sus emisiones en un 15%. La industria, por otro lado, solo alcanzó el 2% de reducción y las emisiones de la aviación siguieron creciendo, aunque moderadamente: aumentaron un 1%, es decir, alrededor de 0,7 millones de toneladas equivalentes a CO2 en comparación con 2018.
Por otro lado, las emisiones no contempladas en el RCDE UE, tales como las procedentes de la industria no sujeta a ese régimen, el transporte, los edificios, la agricultura y los residuos no sufrieron cambios significativos con respecto a los niveles de 2018, ni para bien ni para mal. Teniendo estos últimos datos en cuenta, la transición verde, indica Timmermans, solo es viable si aprovechamos las oportunidades de recuperación económica post-Covid para relanzar una economía más verde y resiliente.
El coronavirus como herramienta de aprendizaje
La pandemia provocada por el coronavirus apunta a una caída sin precedentes en las emisiones, según la propia Comisión Europea, estimando una reducción de las emisiones globales en un 8%, en comparación con 2019. Aunque ya hemos sido testigos de algunas caídas de gases efecto invernadero fruto de las restricciones de movilidad para frenar los contagios, falta saber de qué forma se han visto afectados los derechos de emisión en la Unión Europea, unas cifras que no conoceremos hasta finales de 2021.
Mientras esperamos esos resultados podemos tomar nota de las vivencias económicas y sociales durante los meses más duros de la pandemia que han evidenciado la necesidad de un sistema más verde, inclusivo y justo para evitar consecuencias similares a las provocadas por el coronavirus en el futuro. De hecho, en julio de 2020, la Comisión Europea aprobó que el paquete de recuperación económica 2021-2027 destinara un 30% de los fondos (más de un billón de euros) a apoyar a los países de la UE en los retos de sostenibilidad y el fomento de los trabajos verdes para garantizar una mejor competitividad, especialmente en las áreas de renovación de edificios, energías renovables, movilidad limpia y la integración del sector de la energía.
España, por ejemplo, se consolidó en 2020 como el tercer mayor emisor de bonos sostenibles de Europa -intentos de captar fondos de los inversores con una devolución completa (con intereses) posterior- tan solo por detrás de Francia y Holanda. Nuestro país llegó a incrementar las cifras nacionales de estas emisiones hasta en un 97% anual en el primer trimestre de 2020, alrededor de 9.000 millones de euros en bonos verdes. En el futuro de 2021 estas inversiones apuntan a convertirse en protagonistas: el Tesoro español prevé emitir bonos verdes, algo que hará crecer aún más el interés en este tipo de emisiones para cumplir con los compromisos de sostenibilidad.