Salvar Doñana, una apuesta por el futuro

El Parque Nacional de Doñana, localizado entre las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, es el mayor espacio natural de nuestro país y está conformado por un mosaico de ecosistemas que albergan una biodiversidad única en todo el continente europeo, siendo referencia mundial por su valor ecológico.

De las 54.251 hectáreas que conforman el  Parque Nacional de Doñana, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, unas 27.000 pertenecen a los humedales que conforman las marismas. Estas marismas se encuentran permanentemente saturadas de agua y favorecen una gran diversidad biológica, convirtiéndose en parada fundamental en la ruta de muchas aves migratorias, no sólo europeas sino también africanas. Con su alta capacidad de absorción, además, amortiguan posibles inundaciones y combaten las sequías gracias a su gran volumen de almacenamiento. Igualmente, son un aliado imprescindible en la lucha contra el cambio climático ya que retienen ingentes cantidades de gases de efecto invernadero.

Los humedales son entornos de gran diversidad biológica que previenen inundaciones y sequías, combaten el cambio climático y favorecen la economía

El impacto de estos beneficios es innegable, desde el punto de vista medioambiental. Sin embargo, va mucho más allá: las marismas también favorecen el desarrollo de la economía local permitiendo el uso de sistemas de agricultura y pesca tradicionales y potenciando el ecoturismo.

Lamentablemente, la búsqueda de un beneficio económico extra amenaza a los humedales de Doñana con un peligroso descenso en su extensión. Así lo ha considerado el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que en junio del año pasado hizo pública una sentencia contra el Estado español por la deficiente gestión de los recursos hídricos del parque. Las extracciones de agua para el regadío en la agricultura industrial, en muchos casos realizadas de forma ilegal, y el desvío de grandes cantidades hídricas al turismo de la zona son las grandes amenazas que se ciernen sobre los humedales de Doñana. Así lo reconoce dicha sentencia y lo denuncian diversas organizaciones no gubernamentales.

La UNESCO también se ha dirigido al Gobierno de España para exigir un cambio radical en la gestión del parque y su entorno con el fin de evitar el colapso. Entre sus recomendaciones figura la de aplicar el Plan Especial de la Corona Forestal de Doñana, aprobado en 2014 por la Junta de Andalucía y que en 2019, según denuncias de WWF, solo se cumplía en un 20%.

Para mejorar la actual situación, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha puesto en marcha el Plan Estratégico para la Conservación de los Humedales 2022-2030, que actuará en nueve humedales de nuestra geografía que corren peligro. En el caso de Doñana, se combatirán las extracciones ilegales de agua, y se realizarán intervenciones que permitan elevar temporalmente los niveles hídricos del subsuelo.

El Parque Nacional de Doñana está declarado como Patrimonio de la Humanidad desde 1994 y cuenta con 27.000 hectáreas de humedales

Por otro lado, como continuación del programa Ferdoñana, que a través de la formación y el asesoramiento personalizado logró reducir la pérdida de agua en la zona mejorando la rentabilidad del sector de cultivo de frutos rojos, la Unión Europea aprobó, a finales de 2020, su contribución financiera para el proyecto Life4Doñana. Este se está desarrollando en seis fincas piloto de cultivo de fresa para incorporar sistemas de riego a demanda que permitan potenciar tanto la sostenibilidad de dicho cultivo como la eficiencia en el uso de agua.

Igualmente, en 2016, la empresa Heineken España puso en marcha el Proyecto Doñana, con el fin de devolver a diversos humedales más de 1.000 millones de litros de agua al año. Este proyecto cuenta con el apoyo de la organización no gubernamental SEO/Birdlife, que monitoriza las mejoras medioambientales logradas en los humedales intervenidos y aporta datos sobre viabilidad de réplica en nuevos entornos.

Cualquier acción orientada a la recuperación de los humedales de Doñana y la sostenibilidad de los cultivos que se alimentan de sus aguas será indudablemente beneficiosa para nuestro ecosistema, pero también podrá convertirse en una herramienta de progreso socioeconómico.